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FRANCISCO RODRÍGUEZ
Sólo a un autista político escaparía que los resultados electorales del pasado domingo fueron esencialmente influenciados por las persecuciones ministeriales a los delincuentes de cuello blanco que atentaron contra los intereses nacionales: Emilio Lozoya y Alonso Ancira. La gente espera mucho de ese affaire judicial.
Y no porque vayamos a convencernos de que la chatarra de Agronitrogenados en poder de Altos Hornos de México — rematada por Salinas de Gortari para quedarse con ella– fue comprada por Pemex a diez veces más de su valor, sino porque de esas indagatorias seguramente se derivarán las que se esperan en materia del tráfico de hidrocarburos.
La encuestadora Mitofski estaba lista para dar a conocer el resultado de una medición que arrojaba sólo el 62.5% de aprobación ciudadana a la gestión del nuevo régimen, en su sexto mes de gestiones. Pero el episodio de procuración judicial sobre los dos gañanes arrojó otras cuentas, por lo visto. Resucitó la esperanza en el nuevo régimen.
A vuela pluma, sólo una cifra de alrededor del 80% de aprobación ciudadana en todo el país puede arrojar el impacto necesario para que el partido del Presidente se alzara con victorias en las gubernaturas de Baja California y Puebla. Y esto fue lo recaudado.
Ganar en un estado predominantemente urbano, no es dato menor
Pero el análisis electoral del domingo pasado esconde datos duros que es imposible dejar pasar. De inicio, los triunfos más claros de Morena se dieron en las demarcaciones municipales de Baja California. Haber barrido en Mexicali, Tijuana y Ensenada no es un dato menor. Se trata de poblaciones fronterizas reacias a los programas de izquierda social.
Ganar en un estado predominantemente urbano, cuyo padrón electoral se concentra en urbes de respetado tamaño y en la zona Norte del país, es un dato más que revelador. El trafique de votos que se da en zonas rurales casi no alcanza a dibujar la presencia de una fuerza electoral que no esté sustentada en la opinión pública.
Sin embargo, también en esas demarcaciones, Morena se alzó con el triunfo en diputaciones locales. No dejó una sola, ni para comadre. Se llevó todo. Baja California es un estado que respeta la acción positiva de un país dedicado a impartir justicia. Han sido muchas las decepciones.
El panismo poblano sigue en lucha. Explica la derrota en la capital
El punto negro de la victoria se encuentra en la entidad poblana. La capital camotera fue perdida por el partido del Presidente. Una diferencia de diez puntos porcentuales de Barbosa sobre su más cercano competidor no explica la derrota en la Angelópolis.
El panismo poblano sigue en pie de lucha. La ayuda que el Partido Verde y el PT ofrendaron a Morena en todo el estado no es despreciable. Se cree que sin ellos, en este momento estaríamos ante el conflicto post electoral de una victoria cerrada.
Tamaulipas: Polevnsky seleccionó bultos como candidatos
Tamaulipas, con sus elecciones de diputados locales y munícipes, es el foco rojo de la contienda. Ahí, el panismo se alzó con un triunfo más parecido a una elección de estado. Parece que Francisco García Cabeza de Vaca no se anda con chiquitas, y se ha inscrito definitivamente en las grandes ligas blanquiazules para disputarle cualquier candidatura futura al más pintado.
Obró, también, la selección de candidatos. Puros bultos. Y sin apoyo del comité nacional encomendado temporalmente a la señora de nombre y apellido de difícil pronunciación y peor escritura. Se habla, incluso, de que habría recibido millones y millones de pesos para dejar el paso libre a los albicelestes.
Durango y Aguascalientes ocupan el lugar de los antiguos bastiones del panismo en el centro del Altiplano y el Bajío. Y a pesar de la baja participación ciudadana que es consustancial a estos ejercicios locales, asoma la cola de la serpiente conservadora. Un 30% no es para cantar victoria, pero sirve para medir los alcances.
Distrajeron a Morena los pleitos cazados en la estructura partidista
En los estados perdidos por Morena, Tamaulipas, Durango y Aguascalientes se nota algo más que pésima organización y nula capacidad de movilización electoral. Se trata de pleitos cazados entre estructura partidista y candidatos elegidos a modo por Yeidckol Polenvsky –¿así se escribe?– que se dieron con todo a la hora de sumar adeptos, concitar enfrentamientos y no defender triunfos.
Apechugar en vez de pelear. Pleitos de callejón en lugar de campañas y de presencia electoral en la defensa del voto. López Obrador y sus huestes demostraron, gracias a la participación omnímoda de la Polenvsky, que no se tiene partido con toda la barba. Están demasiado desgastados ante la tropa y apenas van seis meses de ejercicio.
Yo estoy de acuerdo en que el argumento sobre la autonomía de la organización partidaria debe estar por encima de toda sospecha. Pero los casos registrados el domingo entre candidatos, delegados y dirigentes del mismo partido, rebasan toda posibilidad de justificación.
Urge que Morena encuentre entre sus filas a los que puedan hacerse cargo de llevar a buen puerto las ofertas programáticas del partido. Hasta ahora no se ve por dónde. Quienes se han apuntado para el efecto no reúnen las características buscadas por el líder que manda o debe mandar.
La aceptación ciudadana a AMLO no corresponde a los resultados
Lo sucedido en Puebla va a contrapelo de las acusaciones que el grupo de la maestra Delfina Gómez, candidata a gobernadora en el Estado de México, hizo al Partido Verde cuando le consiguió a Alfredititito Del Mazo los miles de votos en zonas rurales que necesitaba para ganarle a las huestes lopezobradoristas hace poco más de un año.
Con todo, el nuevo régimen avanza en lo electoral, mucho menos de lo que se esperaba. La aceptación ciudadana a López Obrador no corresponde al nivel de participación ni a los números obtenidos por todos sus candidatos. En política hay demasiadas cosas que todavía no se pueden comprar con dinero.
Y dentro de Morena, para decirlo de manera suave, lo que no se logre con disciplina y aceptación de las dirigencias, menos se conseguirá en la cancha, cuando los partidos estén a punto de pelear en la liza electoral, donde se vale de todo.
AMLO tiene que actuar e impedir que su Movimiento se vaya al caño
De nada servirá que Morena y sus aliados hayan arrasado en Quintana Roo, de nada servirá que el PRI huela a muerto, si las pilas no se ponen donde deben ponerse. Todavía están a tiempo de recapacitar y tomar decisiones de fondo. La política electoral no es cosa de juego.
López Obrador tiene que actuar en modo turbo para impedir que su Movimiento se vaya por el caño. Sería actuar contra los intereses del país y de su Cuarta Transformación.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: No hay peor ciego… De acuerdo con la señora Polevnsky –no se ría–, las victorias de su partido consolidan la Cuarta Transformación a escala nacional:“Lo que hacen estos triunfos es demostrar que la 4T va para adelante; la 4T va, y que hay mucho interés de avanzar”. Asimismo, adelantó que en los meses próximos comenzarán asambleas para que “a finales de este año” se renueven los consejeros distritales, estatales y nacionales, ejercicio para el cual se postulará. ¡Otra vez arroz! + + + Y mientras, Alejandro Rojas Díaz Durán, senador suplente del líder de la bancada morenista a nivel federal, Ricardo Monreal, arremetió contra la dirigente nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, a quien culpó de que dicho organismo político ‘perdiera’ el pasado 2 de junio, casi el setenta por ciento de los sufragios recibidos durante la jornada electoral de 2018. A través de un texto publicado en redes sociales, Rojas Díaz Durán manifestó: «En el 2018 sacó 4,511,536 votos en estos Estados de la República y ayer sólo sacamos en total 1,567,028 votos. Es decir, perdimos 2,944,508 electores. Casi 3 millones de votos menos que la elección anterior, o sea, 65% menos votación». Asimismo, calificó de ‘pírrica’ la victoria del poblano Luis Miguel Barbosa Huerta, virtual gobernador electo, esto después que, tras los resultados oficiales mostrados por el PREP, el partido Acción Nacional obtuviera una mayor cantidad de votos que el organismo morenista, destacando que el triunfo electoral se debió a las alianzas realizadas con el Partido Verde Ecologista y el Partido del Trabajo: «La victoria en Puebla es pírrica, porque el PAN sacó más votos que MORENA y sólo nos salvaron los votos de los aliados; y en Baja California nos ayudó más el hartazgo por el PAN que por el arrastre de nuestros candidatos».
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