23 de November de 2024
A 18 meses del sismo del S-17
Opinión Principal

A 18 meses del sismo del S-17

Abr 11, 2019

Opinión

BLAS A. BUENDÍA

Más de 18 meses han transcurrido desde el temblor que azotó nuestro país el 19 de septiembre de 2017, el cual provocó graves daños materiales y pérdidas humanas, sobre todo en la zona centro, y nos hizo retomar consciencia de lo vulnerable que es esta ciudad capital frente a movimientos telúricos y la necesidad de emprender acciones de prevención en la construcción y mantenimiento de inmuebles, rememoró el magistrado civilista Élfego Bautista Pardo, en su espacio de Así es el Derecho.

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Y detalla: En la Ciudad de México las vidas perdidas fueron más de 200, aproximadamente 70 edificios se derrumbaron, al menos 53 mil 506 viviendas fueron demolidas porque sufrieron daño irreparable, y 46 mil 779 viviendas quedaron con riesgo de colapso. De esos números, sumados al de viviendas con alto riesgo para rehabilitación, se infiere que miles de familias sin hogar necesitan de un gran esfuerzo social y gubernamental a fin de apoyarlas.

El saber bien que vivimos en zona altamente sísmica y tantos daños sufridos, hizo y hace inevitable pensar que hubo negligencia en materia de prevención y carencia de sentido de responsabilidad de particulares al decidir y las autoridades aceptar, construir sin planeación y sin estudios correctos de mecánica de suelos obligatorios, más en zonas altamente sísmicas, y emplear materiales de baja calidad, lo que llevó incluso a demandas contra inmobiliarias, constructoras y promotores de vivienda, por delitos como fraude y, en algunos casos, homicidio culposo.

A consecuencia de esas trágicas y costosas experiencias se creó la Ley para la Reconstrucción, a fin de garantizar el pleno ejercicio de los derechos de las personas que resultaran afectadas por sismos, y establecer las acciones que permitan la reparación del daño y garantizar su acceso a vivienda digna, segura, asequible; contribuir a su recuperación económica, garantizar la restitución de servicios y espacios públicos, reparar o rehabilitar el Patrimonio Cultural e Histórico dañado, garantizar el acceso equitativo a los recursos y restituir las condiciones de vida preexistentes.

Paralelamente se optó por hacer más rigurosa la legislación en materia de normas de construcción y reformar el Reglamento de Construcciones de la Ciudad de México y las Normas Técnicas Complementarias para la Revisión de la Seguridad Estructural de las Edificaciones, e incluir el concepto de evaluación de seguridad estructural y el de rehabilitación;

El primero para identificar daños, jerarquizar el nivel de vulnerabilidad de elementos estructurales y no estructurales y determinar el nivel de seguridad de las edificaciones;

El segundo para recuperar las condiciones originales o mejorar el comportamiento de elementos y sistemas estructurales para que la edificación cumpla los requisitos de seguridad contra colapso y delimitación de daños.

Para la reconstrucción, reparación y, en su caso, rehabilitación de inmuebles dañados y la recuperación de espacios públicos, son indispensables los dictámenes de seguridad estructural, los que se han realizado en la ciudad y han llevado a identificar la gravedad de daños e incluso propiciado la reubicación de espacios de servicio público.

Ejemplo de lo anterior es el inmueble ubicado en Fray Servando número 32, propiedad del Tribunal Superior de Justicia, que hasta el día del sismo fue asiento de juzgados civiles y familiares de oralidad, desocupado por acertada orden del entonces presidente del pleno, Magistrado Álvaro Augusto Pérez Juárez, tras el dictamen elaborado por la Universidad Nacional Autónoma de México, y también decidió reubicar los órganos jurisdiccionales que alojaba, puntualizó.

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El cinturón de Fuego del Pacífico

Abundando en el tema, la historia plasma hechos históricos que son inamovibles de los momentos exactos, y a 18 meses del fuerte sismo del 19 de septiembre de 2017, dejó una estela de malos recuerdos y la alerta de que ya lleva en sí el colectivo, tiende admitir que México está asentado en una zona sísmica de alto riesgo.

La página web de Wikipedia presenta un exacto  panorama sobre este importante tema, e ilustra que el cinturón de Fuego del Pacífico (o anillo de Fuego del Pacífico) está situado en las costas del océano Pacífico y se caracteriza por concentrar algunas de las zonas de subducción más importantes del mundo, lo que ocasiona una intensa actividad sísmica y volcánica en las zonas que abarca.

Incluye a Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, México, Estados Unidos, Canadá, luego dobla a la altura de las islas Aleutianas y baja por las costas e islas de Rusia, Japón, Taiwán, Filipinas, Indonesia, Malasia, Timor Oriental, Brunéi, Singapur, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tonga, Samoa, Tuvalu y Nueva Zelanda.

El lecho del océano Pacífico reposa sobre varias placas tectónicas que están en permanente fricción y por ende, acumulan tensión. Cuando esa tensión se libera, origina terremotos en los países del cinturón. Además, la zona concentra actividad volcánica constante. En esta zona las placas de la corteza terrestre se hunden a gran velocidad (varios centímetros por año) y a la vez acumulan enormes tensiones que deben liberarse en forma de sismos.

El cinturón de Fuego se extiende sobre 40 000 km (25 000 millas) y tiene la forma de una herradura. Tiene 452 volcanes y concentra más del 75 % de los volcanes activos e inactivos del mundo.

Alrededor del 90% de los terremotos del mundo y el 80% de los terremotos más grandes del mundo se producen a lo largo del Cinturón de Fuego. La segunda región más sísmica (5-6% de los terremotos y el 17% de terremotos más grandes del mundo) es el cinturón alpino, el cual se extiende desde Java a Sumatra a través del Himalaya, el Mediterráneo hasta el Atlántico. El cinturón de la dorsal Mesoatlántica es la tercera región más sísmica.

El cinturón de Fuego del Pacífico también alberga la mayoría de los súper volcanes del planeta; erupciones históricas de estas magnitudes, que se conocen como erupciones VEI=8, han causado numerosos estragos a escalas globales e incluso extinciones masivas de especies.

El cinturón de Fuego es el resultado directo de la tectónica de placas, el movimiento y la colisión de las placas de la corteza terrestre. La sección oriental del Cinturón es el resultado de la subducción de la placa de Nazca y la placa de Cocos debajo de la placa Sudamericana que se desplaza hacia el oeste. La placa de Cocos se hunde debajo de la placa del Caribe en Centroamérica. Una porción de la placa del Pacífico junto con la pequeña placa de Juan de Fuca, se hunden debajo de la placa Norteamericana.

A lo largo de la porción norte del cinturón, la placa del Pacífico, que se desplaza hacia el noroeste, está siendo subducida debajo del arco de las islas Aleutianas.

Más hacia el oeste, la placa del Pacífico está subducida a lo largo de los arcos de la península de Kamchatka en el sur más allá de Japón. La parte sur es más compleja, con una serie de pequeñas placas tectónicas en colisión con la placa del Pacífico, desde las Islas Marianas, Filipinas, Bougainville, Tonga y Nueva Zelanda. Indonesia se encuentra entre el cinturón de Fuego a lo largo de las islas adyacentes del noreste, incluyendo Nueva Guinea, y el cinturón Alpide a lo largo del sur y oeste de Sumatra, Java, Bali, Flores y Timor.

En síntesis, el ser humano ha sorteado toda clase de peligros de la madre tierra; vive sobre un globo terráqueo de constantes movimientos que pone en riesgo la vida en grandes ciudades del mundo, donde afortunadamente los gobiernos han establecido mejores mecanismos tecnológicos de Protección Civil en su más amplia expresión.