Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Mi amigo el columnista y analista político Carlos Ramírez está convencido de que Andrés Manuel López Obrador juega siempre para perder. Por supuesto que no es sólo él que piensa eso. Muchos otros han planteado hipótesis y dado ejemplos comprobables que lo confirman. Es común leer o escuchar que López Obrador es el único que se puede derrotar y eso es lo que ocurre en todos sus procesos en que ha participado.
En fin, elementos que comprueban esta reflexión hay muchos. Pero ninguno tan claros y a la vista de todos como los que acaba de sembrar el tabasqueño durante los últimos 15 días.
Hasta inicios del presente marzo todo en él era tranquilidad y confianza, amor y paz. Sonriente decía que nada lo podía provocar ni hacer enojar. Y que no iba a responder a ninguna alusión que hicieran de él sus contrincantes o quién fuera por más grave que fuese.
Pero el viernes 9 de este mes, en medio de una fuerte expectación, llegó a Acapulco para ser el último candidato presidencial en participar en la 81 Convención Bancaria organizada por la Asociación de Bancos de México.
Su intervención calificada por muchos de los asistentes de ambigua, a veces incoherente, muy lenta, era hasta cierto punto previsible. Bueno, hasta verlo repantingado en el sillón, con cara de pocos amigos y enseñando el ombligo fue una escena pasable.
Lo que sorprendió y encendió las alarmas fue su rudo comentario de que si perdía “por un fraude” (AMLO nunca ha reconocido ninguna derrota, siempre alega fraude) entonces a ver quién amarraba al tigre” de la inconformidad social porque él no lo iba a hacer esta vez, él se iba a ir a La Chingada, su rancho en Palenque y que entonces “quien lo suelte, que lo amarre”, sentenció.
Con casi 15 o 20 puntos arriba en ese momento de su contrincante más cercano, la amenaza surtió un efecto devastador en la poca confianza lograda en ese grupo.
El comentario tuvo sin embargo una repercusión ampliada, como una piedra tirada en un estanque de agua, por su difusión en medios y redes sociales, que le llegó lo mismo a las más amplias capas sociales que a inversionistas, a consultorías financieras nacionales y extranjeras, a empresarios de todos los niveles y a políticos.
A partir de entonces una ola de comentarios de él y de sus cercanos sobre cancelación de las reformas energética y educativa, y del proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, han sembrado mayor incertidumbre que ha llevado a muchos, desde el presidente Enrique Peña Nieto, a calificadoras y a directivos financieros, y sus contendientes José Antonio Meade y Ricardo Anaya, a dirigentes de partidos políticos y organismos empresariales como Juan Pablo Castañón del Consejo Coordinador Empresarial, a exigirle a AMLO aclarar esos puntos.
Carlos Loret y Joaquín López Dóriga reportaron ayer en sus columnas las alarmas de banqueros, empresarios e industriales sobre el resurgimiento del perfil de AMLO que llevó desde el proceso de 2006 a señalarlo como “un peligro para México”.
¿Cómo va a repercutir esto en sus espacios de influencia?, ¿cuánto influyen estos líderes en el voto de sus bases de empleados y trabajadores que se cuentan por millones?
Las alarmas están prendidas y sólo falta un empujoncito de Andrés Manuel para que se recupere en algún medio, algún espacio empresarial el calificativo de “es un peligro para México”.
El perfil y la historia de López Obrador es eso: el riesgo al conflicto político y social, la confrontación con adversarios, la movilización de grupos, las tomas de calles y avenidas como en 2006, la toma de plazas, la ausencia del diálogo y el respeto a instituciones y reglas.
Hoy a todo eso se agrega su advertencia de que irá a la cancelación de las 12 reformas estructurales alcanzadas por el Pacto Por México y el presidente Enrique Peña Nieto.
Y a parar y desaparecer el nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México.
¿Es todo eso un peligro para México?
Hoy cada vez más piensan que sí.
PAN-PRD Y MC, SUPER ARDIDOS
Una vez lanzadas las listas de candidatos pluris del PRI al Senado y la Cámara de Diputados sus contendientes del llamado México al Frente formado por PAN, PRD y MC, partidos que impulsan la candidatura presidencial de Ricardo Anaya, han brincado como chapulines en comal ardiendo por la nominación de Ximena Puente de la Mora, quien concluía este fin de mes como comisionada del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales.
Senadores y diputados del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano han llegado a pretender impedirle renunciar y han presentado iniciativas de reforma para sancionar a quienes pretendan dejar el INAI para ser postulados a un cargo de elección.
Han hecho todo esto a sabiendas de que ninguna nueva ley es retroactiva y que no pueden impedirle renunciar para aceptar la postulación del PRI a una curul en la Cámara de Diputados.
Es tanto el enojo que ha causado Ximena que ayer obligaron al presidente del Senado, al panista Ernesto Cordero a sacar del orden del día la renuncia de la comisionada del INAI “por omisiones en su carta de renuncia girada justamente al presidente del Senado”.
Una vez que subsane esa omisión, que será hoy, la renuncia regresará al pleno del Senado, donde seguramente pasará.
Previamente el senador chiapaneco Zoé Robledo, de la bancada de PT-Morena, había elevado una moción suspensiva, que pretende que como el Senado la designó se debe dar una votación igual para aceptarle la renuncia, es decir, por dos terceras partes del Pleno.
Obvio no prosperará porque eso no está señalado en ninguna Ley o reglamento.
El caso llevó a la presidenta de la Junta de Coordinación Política del Senado, a la mexiquense Ana Lilia Herrera a recordarles a panistas, perredistas, del MC y de Morena que el PAN lanzó anteriormente como candidatos al Senado a Santiago Creel y a Alonso Lujambio (quien falleció antes de concluir su cargo) como senadores apenas salieron del IFE.
“Tienen falta de memoria. Se olvidan de Santiago Creel, de Alonso Lujambio, que en paz descanse, se olvidan, pues de hoy, Olga Sánchez Cordero, que está en las listas también.
“Yo creo que están en su derecho político y yo creo que lo que sí tenemos que cuidar es la congruencia, no sólo en el decir sino en el actuar de cada una de las personas.
“Ximena es una mujer que se ha mantenido congruente, y es una mujer experta en la materia, y nos dará mucho gusto que una gente preparada pueda estar en una bancada así”.
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