22 de December de 2024
Análisis a Fondo: Se vende, barato, se vende
Opinión

Análisis a Fondo: Se vende, barato, se vende

Abr 21, 2016

OPINIÓN

*Francisco Gómez Maza

Toda cifra que sale de los estados de cuentas de la empresa productiva del estado parece indicar que Pemex está en la bancarrota total, después de ser por muchas décadas la empresa de México, la que sostenía el crecimiento económico y el gasto del sector público. Era la magia. Pero si no hay buena administración, como lo advertía don Antonio Ortiz Mena por aquellos años felices, tarde o temprano se le da la bienvenida a la realidad.

Ahora, la empresa petrolera, principalmente víctima de la corrupción de administraciones políticas, sindicalistas y de gobierno – ¡coño! Le sacaron hasta la sangre – tiene que mostrarse abierta a alianzas con grandes capitalistas, en las que socios obtengan la mayoría y la operación en proyectos tanto de exploración y producción como en refinación, almacenamiento y transporte, dijo el director de la empresa estatal, José Antonio González Anaya, en una entrevista en Nueva York y replicada en México por varios medios de prensa tanto impresos como digitales.

Pemex está, en Estados Unidos, en búsqueda de “socios” (¿o patrones?) que le ayuden a abordar la crisis financiera que enfrenta, agudizada por la caída en los precios del crudo y un régimen fiscal que exprime sus ganancias. González Anaya dijo a la cadena televisiva Bloomberg TV que Pemex evalúa socios tanto financieros como empresas petroleras con “participaciones mayoritarias” en “toda la estructura” y está actualmente en pláticas con potenciales socios. El funcionario dijo que las primeras alianzas en este sentido podrían verse en refinación. “Temas relacionados con actividades no estratégicas (…) son probablemente cosas en las que podemos ir adelante”, dijo el funcionario a Bloomberg TV. Pemex tiene seis refinerías con una capacidad total de procesamiento de 1.57 millones de barriles por día (bpd). González Anaya y el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, se reunieron el lunes y martes en Nueva York con inversionistas y directivos de instituciones financieras para tratar de calmar las aguas acerca de la situación de la empresa petrolera hasta ahora mexicana, a la que el Gobierno inyectó recursos excedentes del banco central a fin de darle un respiro. Es decir, ya claramente, abiertamente, sin ningún pudor, sin ningún patrioterismo, Pemex está a la venta. Se ofrece al mejor postor. Eso es lo que querían desde que aparecieron en el espacio aéreo mexicano los librecambistas, los fondomonetaristas, los alumnos de Chicago, los neoliberales, con Carlos Salinas de Gortari a la cabeza.

Un estudio de los expertos de El Universal explicaron en su página digital que Pemex ha agravado su situación financiera pese a la reforma energética por diversas causas: La caída de los precios, las multimillonarias pérdidas registradas en 2015, el abandono de muchos ajustes externos y la acumulación de deudas a proveedores, el inicio de operaciones con multimillonarias pérdidas de cinco filiales creadas en 2015, el pasivo laboral que fue uno de los factores que dañaron el patrimonio de la empresa, el endeudamiento total, los pasivos totales billonarios, las limitaciones presupuestales que le han restado capacidad de operación.

Al mismo tiempo se han reducido casi a la mitad las inversiones en actividades productivas, los recortes presupuestales que afectaron la exploración y la producción de crudo,

Para el Consejo Coordinador Empresarial la dimensión del problema responde a décadas y décadas de una falta de visión, una carente gestión, negligencia, abusos y en muchos casos corrupción.

El nuevo director de Pemex, José Antonio González Anaya, asegura que la petrolera no está en crisis, aunque reconoce que pasa por una situación muy difícil y que sanear sus finanzas no será una tarea sencilla.

Pemex traía muchos problemas antes de la caída en los precios del petróleo. Ahora busca utilizar las nuevas figuras de la reforma energética para tratar de potenciar a la empresa.

Que hará Pemex: diferir proyectos, dejar de invertir, ajustar producción, ir en asociaciones y recortar personal. Y para recortar gastos, la empresa ha pasado también tijera a su estructura interna.