En Otro Canal
Armando Reyes Vigueras
El fanatismo, definido como una adhesión incondicional a una causa sin matices, incluso llegando a extremos cuestionables, es algo que está presente en nuestra vida nacional. Las redes sociales han dado sobradas muestras de como operan y se comportan los fanáticos del actual presidente, un fenómeno que afecta buena parte de las actividades del país. Si usted todavía tiene dudas acerca de como identificar a un fanático, aquí dejo algunas pistas.
En la pista del fanático
Winston S. Churchil dijo que “un fanático es aquel que no puede cambiar de opinión y no cambiará de tema”, por eso los que tenemos como consecuencia del triunfo electoral de la 4T no dejan de repetir la cantidad de votos que tuvo su líder o cuestionar a los demás con aquello de “donde estabas cuando…”.
Amos Oz señaló: “Creo que el odio engendra fanatismo y, al final, el fanatismo engendra odio y violencia”, por eso el insulto es el recurso más utilizado por los actuales defensores en redes sociales del lopezobradorismo.
John Berger apuntó que “el fanatismo proviene de cualquier forma de ceguera elegida que acompaña a la búsqueda de un solo dogma”, por eso los que militan en este movimiento se niegan a aceptar los errores del presidente, sea la falta de medicamentos para niños con cáncer, la crisis económica o el mal manejo de la pandemia.
Daniel Dennett escribió alguna ocasión que “a la larga, ciertamente espero que la información sea la cura para el fanatismo, pero me temo que la información es más la causa que la cura”, por eso la proliferación de páginas web, canales de YouTube y opinadores en redes sociales que sólo buscan defender a su líder.
Para George Santayana, “el fanatismo consiste en redoblar el esfuerzo cuando has olvidado el fin”, por eso la insistente verborrea de los fanáticos para hablar de su líder, no de los problemas y soluciones del país.
El filósofo francés Émile Chartier recordó que “no se puede razonar con los fanáticos. Hay que ser más fuerte que ellos”, por eso la invitación a no caer en sus provocaciones en redes sociales, con las cuales buscan destruir cualquier tipo de diálogo.
Denis Diderot dijo, “del fanatismo a la barbarie sólo media un paso”, como lo estamos presenciando en un país que vive con la polarización como la principal actividad promovida por el mandatario en turno.
Voltaire se preguntó en cierto momento de su vida, “¿no es vergonzoso que los fanáticos muestren mucho interés y los sensatos ninguno?” Por eso, la insistencia en difundir el credo que desde el púlpito de la mañanera pontifica el líder.
William Hazlitt indicó que “el fanatismo moderno prospera en proporción a la cantidad de contradicciones y tonterías que se echa por la garganta a una enorme multitud, y la jerga y el misticismo que ofrece a su asombro y credulidad”, pero nada de esto impide que se amenace con multiplicar las conferencias de prensa o la de que el líder defiende su derecho de réplica.
Arthur Miller reflexionó acerca de que “cuanto más se acerca un hombre a la tragedia, más intensa es su concentración de emoción en el punto fijo de su compromiso, es decir, cuanto más se acerca a lo que en la vida llamamos fanatismo”, por eso toda la atención de estos personajes se centra en el líder y todo lo que hace.
Para Oscar Wilde, “el peor vicio de un fanático es su sinceridad”, como quizá estamos atestiguando en el proceso interno para la renovación de la dirigencia nacional de Morena y las acusaciones y advertencias que lanzas los aspirantes al puesto.
Ernest Renan acusó que “los fanáticos temen más a la libertad que a la persecución”, por eso los ataques a quienes piden que no se ataque la libertad de expresión desde el púlpito mañanero.
Andrew Dickson sostuvo que “la doctrina cardinal del credo de un fanático es que sus enemigos son los enemigos de Dios”, y para los fanáticos que tenemos por estas tierras, es claro que su Dios despacha en Palacio Nacional.
Bertrand Russell aseguró que “todo el problema con el mundo es que los tontos y los fanáticos siempre están tan seguros de sí mismos, y las personas más sabias están tan llenas de dudas”, por eso la cantidad de tiempo que le dedican a difundir la palabra de su líder, en quien no dudan ni por un segundo.
Harriet Beecher Stowe escribió que “el fanatismo se rige por la imaginación más que por el juicio”, de ahí la falta de argumentos de muchos de los que defienden al movimiento.
Friedrich Nietzsche indicó que hay que reconocer a estos personajes “porque el fanatismo es la única forma de fuerza de voluntad que incluso los débiles e inseguros pueden lograr”.
Otto Schuwdrmer explicó que “la sabiduría se convierte en una tontería en la boca de un fanático”, algo que se aplica a cierto subsecretario de Salud.
John William Fletcher nos dejó esto que se ve reflejado en la invitación a salir del país a ciertos críticos del líder: “El fanatismo es hijo del falso celo y de la superstición, el padre de la intolerancia y la persecución”.
Finalmente, cabe recordar que Stewart Stafford recomendaba: “Si alguien te amenaza por contar un chiste, esa es una razón más para contarlo. El humor es el antídoto perfecto para el fanatismo”.