Opinión
· AMLO y/o MALO muestra ser una persona que le interesa acabar con México, dinamitándolo y destruyendo todo aquello que no cumple o no se acerque a sus objetivos políticos y personales
· Es una persona con trastorno de personalidad narcisista patológica o megalómano
· Arrogante y de naturaleza agresiva, a veces muy sutil con apodos y chistes, como “me canso ganso” o “el pueblo se cansa de tanta pinche transa”, “lo que diga mi dedito”
BLAS A. BUENDÍA
México y la manipulación de su presidente, lamentablemente, ha entrado a una etapa de mayor incertidumbre, en una espiral en la que se duda que tenga la madera suficiente para ser un auténtico “estadista”, sino que su comportamiento es más dicharachero, mostrando un histrionismo “que ni Obama” presumiría tener actitudes de soberbia.
Al llegar al poder un “caudillo de papel”, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y/o Manuel Andrés López Obrador (MALO), se halló con la omnipotencia que nunca imaginó, desde el Congreso de la Unión, remontar a toda la clase política tradicionalista que sigue calificando como Mafia del Poder fifí, integrada por una caterva de políticos priistas y panistas que en los últimos sexenios hicieron y deshicieron lo que les complaciera con una de las empresas más importantes para el desarrollo de los mexicanos, PEMEX.
Este personaje nacido el 13 de noviembre de 1953 en un poblado llamado Macuspana, estado de Tabasco, a sus 65 años de edad, y desde su proceso de transición de gobierno hasta la fecha, AMLO y/o MALO muestra ser una persona que le interesa acabar con México, dinamitándolo y destruyendo todo aquello que no cumple o no se acerque a sus objetivos políticos y personales.
México enfrenta, con chairos y sin chairos, a un sinvergüenza que no tiene empacho en decir que “no miente”, “que no roba” y “que no traiciona”. Merece un juicio severo, público, y como sanción, albergar la antigua penitenciaría de Lecumberri, el Palacio Negro, el cual se construyera en la época del dictador oaxaqueño Porfirio Díaz Mori.
La psicoterapeuta Gabi de la Barra decidió describir un perfil psicológico del ahora mandatario mexicano, con base al sello de su modus operandi en la vida pública que, para la profesional, alerta que el presidente López “es una persona con trastorno de personalidad narcisista patológica o megalómano”.
Si bien este reportero se convirtió desde hace más de 20 años en su biógrafo NO autorizado, pero que debido a la profesión que ejerzo desde hace casi medio siglo, me permitió escribir un libro de investigación periodística que fue censurado por las Mafias del Poder del Sistema de Partidos en México, denominado CRÍMENES OCULTOS DE LÓPEZ OBRADOR (filtrodedatospoliticos@gmail.
Un psicoterapeuta es un profesional de la salud, principalmente psicólogo, médico o trabajador social, que después de obtener la titulación universitaria, ha llevado a término una formación específica en el área del sicoanálisis.
Gaby de la barra, cita algunas características:
– Sentimiento de superioridad ante los demás (todos se equivocan menos él).
– Auto proclamación de logros y talentos (la cuarta transformación).
– Egocéntrico (todo gira a su alrededor).
– Explota y se aprovecha de los demás para su beneficio (léase Chairos).
– Es arrogante y de naturaleza agresiva, a veces muy sutil con apodos y chistes, como “me canso ganso”, “el pueblo se cansa de tanta pinche transa”, “lo que diga mi dedito”, “el que no quiera ver fantasmas que no salga de noche”, y un etcétera sinfín.
– Incapaz para empatizar con otras personas (solo con los que lo apoyan).
– Tiende a ser provocador (con descalificativos).
– Difícil de tratar e interactuar a nivel laboral y personal (tiene que tener personas que solo piensen como él y que pueda dominar).
– Puede causar malestar significativo a los demás (desabasto de gasolina, cuando mintió al señalar que “no habría compras de pánico”, cuando sí las hubo por todo el país).
– Critica a los demás.
– Insulta.
– Cree que siempre tiene la razón y que los demás están equivocados, como fue la cancelación del NAIM (Nuevo Aeropuerto Internacional de México).
– Utiliza la ira y el abuso verbal para asustar a sus competidores (actitud burlona y descaradamente desafiante).
– Hace todo lo necesario para ganar (promesas de campaña que tropezó con incumplimientos como el hecho de no habría desempleo).
– Inflexible para reconocer otro tipo de realidad.
– Ideas delirantes como creerse Dios o un profeta (el mesías).
– Ideas fijas difíciles de revocar (terquedad: el NAIM).
– Cree que posee una capacidad mayor de la que realmente tiene (eso hizo que llegara a la presidencia, con base a las sistemáticas mentiras).
– Delirio de grandeza: cree haber sido elegido para desarrollar una misión muy importante (la supuesta Cuarta Transformación)
Además de estas características, las personas narcisistas pueden ser afectadas por el Trastorno de Personalidad Paranoica, y una bipolaridad impresionantemente peligrosa.
Una persona paranoica tiene un patrón de desconfianza y recelo hacia los demás en forma prolongada.
Sus síntomas son: alto grado de desconfianza (no confía ni en su vetusto gabinete).
– Le preocupa que los demás tengan motivos ocultos (dividiendo a los buenos de los malos).
– Creencia de que puede ser explotado, usado o lastimado por otros (fifis, neoliberales, etc.) y por eso divide (los ricos y los pobres).
– Incapacidad para trabajar en equipo.
– Hostilidad con el entorno (quien no piensa cómo él, es su adversario, que tendería a peligrar sus vidas por la necedad de un autócrata).
– Constantes actitudes defensivas (observen su comunicación no verbal).
– Manía persecutoria (contra sus adversarios).
– Puede llegar a ver indicios de una conspiración (sus famosos boicots).
– Incapacidad para la autocrítica (prensa fifí).
– Frialdad emocional (desempleo) con multimillonarias pérdidas para los sectores productivos de la nación.
– No acepta razones diferentes a las suyas, aunque le demuestren lo contrario (NAIM vs Santa Lucía), dos proyectos que ante sus acciones retrógradas, México está predestinado al fracaso total, incluso, una fuga de capitales dejando al país casi en ruinas y totalmente desprestigiado ante los ojos de la globalización.
– Al sentir algún grado de frustración, atribuye a los demás sus tensiones (todos tienen la culpa menos él).
– Se siente víctima de las acciones de otras personas o de instituciones (gobiernos anteriores).
– Cree que actúan en su contra con ánimo de perjudicarlo (fifis).
– Está totalmente seguro de sus creencias y no se le puede convencer con razonamientos lógicos (pérdidas millonarias por cancelar del NAIM, y atentar contra las conquistas laborales).
– AUTORITARIO; y…
– RESENTIDO.
Solo de imaginar a este personaje con el poder absoluto y sin contrapesos, eso es lo que tenemos como Presidente, un truhan cuyas aventuras del Peje, no han terminado.
En verdad, ¡QUE MIEDO!