Índice Político
FRANCISCO RODRÍGUEZ
El punto más candente de la famosa Guerra Fría fue la crisis de los misiles. Tanto Estados Unidos como la URSS, desconfiando uno de otro, ambos inconformes con el reparto mundial de la Conferencia de Yalta, habían ubicado misiles que apuntaban al corazón del adversario. El Tío Sam en Turquía. El Oso soviético en Cuba.
La crisis de los misiles, el umbral perfecto de la Tercera Guerra Mundial, acabó con una negociación en el seno de la ONU por la que ambos países se comprometían a retirar sus amenazas. Sin embargo, la prensa gringa ocupó décadas para hacernos creer que sólo existía la amenaza soviética de Nikita Kruschev.
Como el que traga más pinole es porque tiene más saliva, al final los territorios de la cuenca del Bósforo, hasta la llamada Cortina de Hierro acabaron siendo maquiladoras estadounidenses, cambiando mano de obra experimentada por dólares en buen estado. Fue el conocido fenómeno Vodka – Cola.
La instalación del teléfono rojo, directo entre la Casa Blanca y el Kremlin, sólo sirvió para sacar de la jugada a todo organismo internacional y atestiguar la posterior rendición al pie del Muro de Berlín y el bloqueo económico eterno sobre Cuba, que en este año cumple 57 de cebarse sobre las esperanzas de la isla.
Putin y las potencias asiáticas y europeas han logrado que el mundo ya no sea de un solo dedo
Aquellos eran los tiempos del Imperio Rockefeller, cuando las amenazas gabachas valían y costaban. Cuando los soviéticos tuvieron que rendirse, a través de la Glásnost y la Perestroika por hambre, corrupción y desenfreno, provocadas sustancialmente por complicidades entre la clase política del Kremlin y la mafia rusa.
Pero el mundo fue así y así podía continuar. Hasta que llegó al poder de la República de Rusia Vladimir Putin, un experto en seguridad nuclear, especialista en informaciones clasificadas, manipulador de cerebros delincuenciales, que ha triunfado en todo lo alto y seguirá en el poder hasta que él lo decida.
Él y las potencias asiáticas y europeas, han logrado que el mundo ya no sea de un solo dedo. Los Estados Unidos han puesto también mucho de su parte para cambiar la geografía del poder. Ya perdieron competitividad en las industrias robótica, automotriz, satelital, química, bélica terrestre y doméstica frente a Europa, Japón, Rusia y China.
Su gran deuda pública, equivalente a 35 trillones de dólares está en manos de japoneses y chinos. Su suerte electoral, al menos la de hace dos años estuvo en manos de la policía cibernética de Vladimir Putin, que alambreó a la campaña demócrata. Un favor que hasta la fecha no ha asumido ni pagado Donald Trump. Un favor que ha soslayado el investigador Mueller, alivianando a los trumpistas.
Líder social que sacó del marasmo y el hambre a más de 250 millones de habitantes
Los Estados Unidos, después de que desaparecieron del pandero los Rockefeller, se han convertido en un país casi bananero, a juzgar por las cifras económicas de producción y bienestar. El derrumbe del imperio chiquito es un hecho casi consumado por los mismos que debían haberlo cuidado. El dinero no tiene bando.
Cuando Vladimir Putin llegó al poder ruso, el desmembrado soviet estaba acechado por la mafia del narcotráfico y de la delincuencia, que llegó a acaparar el 50% del producto nacional bruto. Su economía era hace 25 años más débil que la portuguesa. Así como suena.
Los controles sobre la economía se habían dejado en manos de los mañosos. Putin, un enorme líder social, llevó a cabo una empresa colectiva que sacó del marasmo y el hambre a más de 250 millones de habitantes desesperados y expectantes. Habían perdido la fe en el colectivismo ruso de las épocas doradas.
En un cuarto de siglo, la Rusia de Putin, a pesar de ser él un antiguo agente de la KGB y de la inteligencia soviética, es diametralmente moderna. Hoy se ubica entre las grandes potencias del mundo, obviamente opuestas a los Estados Unidos. Sus cumplimientos de solidaridad con la Comunidad Europea son ejemplares en el viejo mundo.
La industria aeroespacial, bélica y del transporte, están siendo revolucionadas a nivel más que planetario por todas las tecnologías derivadas de la utilización primaria de la fibra óptica, una rama científica que tiene en la Rusia de Putin su real asiento. Llegó para quedarse, aunque le pese a los financieros neoyorquinos.
Vladimir Putin es un zorro, un moderno político que tiende a crecer cada vez más
Putin se ha convertido en el moderno defensor del nacionalismo petrolero de las tribus sirias y de las causas más significativas de los países emergentes del Asia Central. Las principales revelaciones de Edward Snowden, el cibernético inglés ex oreja de la CIA, apuntan en el sentido de justipreciar la intervención de Putin en cuanto desaguisado mundial se presente.
En la inusual por exagerada Guerra Fría de nuestros tiempos, las vencidas entre Kruschev y Kennedy pueden ser transferidas a las que juegan Putin y Trump, con una desmedida ventaja en favor del ruso. Es un zorro, un moderno político que tiende a crecer cada vez más, cuantas veces se le ponga a prueba.
No hay país latinoamericano, sometido a las presiones del palurdo anaranjado de la Casa Blanca, que no tenga en mente recurrir al apoyo ruso para armar el paralelogramo de fuerzas indispensable en la tutela de los débiles. Quien lo niegue es que no vive en este mundo. Ningún tipo de resistencia política y social tendría éxito si no se juega con la nueva balanza.
La presencia rusa en el Caribe venezolano despresurizó la andanada de Trump y Guaidó
El patio trasero de los Estados Unidos dejó de existir de repente a los ojos del mundo, gracias a la presencia de este contrapeso al poder unipolar norteamericano. Parece mentira pero no lo es. Nada más lejos de eso. Es la simple y desnuda realidad de nuestros días. El que no tenga en mente este acertijo maestro no puede competir en las grandes ligas.
La crisis venezolana y los consecuentes berrinches de Guaidó hubieran sido más que suficientes para la caída de Maduro. La presencia de un acorazado ruso y aviones militares en el Caribe venezolano despresurizaron esa olla de vapor. Igual que los misiles cubanos de 1962, cuando Fidel se le fue de las manos a Kennedy y a su Casa Blanca.
Toda comparación es odiosa, dice el refrán. Pero lo que es un hecho es que el virulento apagón eléctrico causado por las tropas de la multinacional BlackRock en tierra venezolana, causante de miles de tragedias humanas, más las traiciones de Rafael Correa en tierras del Arauca ya hubieran sido de funestas consecuencias. Cuando reaccionó Trump y se dieron cuenta loshalcones republicanos, ya no se podía hacer nada.
EU ofreció la Presidencia a Manuel Camacho, a cambio de la privatización de Pemex
Al igual que las presiones sobre nuestra Cancillería que cotidianamente ejerce el equipito pendenciero de Donald Trump para desconocer el gobierno de Maduro y cancelar la Ronda Uruguay no fueran sino sopa de perico de no existir la omnipresencia rusa en territorio latinoamericano.
La historia se repite. Igual que cuando los gabachos, después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, ofrecieron la presidencia de la República mexicana a Manuel Camacho, a cambio de la privatización petrolera. Hoy las presiones se ejercen sobre su discípulo Marcelo Ebrard.
Afortunadamente, hoy el mundo no obedece a un solo dedo. No estamos solos, pero a cambio de extraterrestres tenemos a Rusia, China, Japón, la Comunidad Europea y los tigres asiáticos. Los melancólicos de la Guerra Fría ya pueden ir haciendo maletas.
Autodeterminación es la divisa, pésele a quién sea. La autodeterminación en el lenguaje político mexicano es equivalente a no depender de un solo capricho.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Autodeterminación es lo que hay detrás de la solicitud que el Presidente de la República hiciera al monarca español y al pontífice católico para que presenten disculpas por el avasallamiento de los pueblos originarios durante la Conquista y la Colonia. No obstante, las críticas a esa petición –expresadas mayoritariamente en cómicos memes– están impregnadas de un colonialismo mental que desde hace más de 500 años ha perneado en nuestra sociedad y que nos fue impuesto por los conquistadores. Una conquista que no sólo fue de tierras y hombres, sino del saber, lo que algunos llaman la «Colonialidad del poder», esa tendencia de discriminar lo propio y poner en relieve lo europeo, que además tiende a materializarse en varios aspectos: primero, una imposición del pensamiento europeo en las universidades, y en consecuencia, una alteración del conocimiento de los pueblos indios, además de la apropiación de la tierra y recursos mediante la imposición del derecho romano. Eso explica el porqué los gobiernos son capaces de hasta erigirles monumentos a los invasores. Lo peor es que, dentro de ese proceso, Europa generó una imagen negativa del indígena, el cual éste era siempre el atrasado y el europeo, en cambio, vive siempre en la modernidad. Europeos que desde hace más de 500 años siguen explotándonos, y que la “independencia” nada cambio para los pueblos indígenas, ya que solo cambiaron los términos: de ‘colonial’ a ‘colonialidad’. En su proceso de conquista, lo primero que hicieron los españoles fue eliminar la estructura del estado de aztecas, mayas, purépechas, incas y con ello desestructuraron las instituciones socioeconómicas y en los niveles ideológicos (la cultura, religión, etc.). Esta situación se advierte en aspectos relacionados con la tierra. Entre los incas, el estado distribuía las tierras a las familias para su sobrevivencia, en cambio, los españoles se apoderan del agua y también de la tierra; la dominación colonial significó para los indios ser desposeídos de los medios esenciales de producción. En ejercicio de la autodeterminación, una disculpa es lo menos que puede pedirse, ¿o no?
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