Ha pasado ya mucho tiempo desde que dejé las tierras frías de Chiapas, donde tuve la oportunidad de convivir con diversas etnias tseltales, tsotsiles, tojolabales, por mi relación con el obispo, entonces de Chiapas, jTatic Samuel Ruiz García, con quien recorrí la zona como lo que en ese entonces se llamaba “familiar” en el lenguaje clerical, o sea el ayudante del obispo.
Por razones socio culturales y religiosas, el obispo Samuel, de pensamiento y pastoral progresistas, no pudo hacer contacto con los chamulas, una comunidad cerrada al progreso, cerrada a las ideas nuevas, novedosas del obispo; una comunidad dura, llena de una especie de odio a todo, todo lo contrario de los habitantes del pueblo contiguo, Zinacantan, cuyos habitantes siempre han sido progresistas, trabajadores, solidarios.
Yo, por aquellas épocas, creía que un chamula tenía el corazón lleno de odio. Había que cuidarse cuando visitaba el pueblo, cuando servía de Cicerone a visitantes extranjeros.
El obispo, como queriendo congraciarse con la comunidad, nombró encargado de la misma al padre Polo y al poco tiempo este sacerdote puso pies en polvorosa porque fue amenazado de muerte por los caciques chamulas.
Quién si tuvo éxito con este pueblo fue el obispo cismático asentado en la capilla sin terminar de San Pascual Bailón, de Tuxtla Gutiérrez. Eran tiempos sabinistas y el obispo De la Cruz se hizo compadre del gobernador Juan Sabines Gutiérrez, quen lo introdujo en el pueblo. Los chamulas se hicieron católicos extremadamente tradicionalistas, conservadores, reaccionarios y rechazaban todo progresismo evangélico, que representaba el obispo Samuel Ruiz García.
Sus intereses los llevaron a dividirse, a formar grupos de odio, en una comunidad católica tradicionalista, que hablaba y habla la lengua tsotsil y es priísta.
Era de esperarse que se alimentara el odio hacia las autoridades impuestas por el gobierno del estado a base de cochupos y fraude. No se podía esperar más que, en cualquier momento del trienio, estallara la bomba de la discordia en la comunidad.
Dice que secretario de gobierno del estado que «en Chamula iban determinados a matar a autoridades». Fueron detenidos seis sujetos por el asesinato del edil Domingo López González y ya están ya acusados de homicidio y homicidio en grado de tentativa. Los seis detenidos son parte de “un grupo que iba determinado a matar a las autoridades».
De acuerdo. Puede ser que los seis detenidos sean los autores materiales del asesinato del alcalde chamula. Sin embargo, les juro que una buena parte de la multitud estaba de acuerdo en que lo mataran. Y entonces habría que meter a la cárcel medio pueblo. Como en Fuente Ovejuna, quien mató al comendador. Todos a una, señor…
En última instancia, el responsable de lo que pasó en Chamula es el gobierno del estado, especialmente el gobernador Velasco Coello, que no actúa para conciliar en los municipios, principalmente en los indígenas. Los deja a la deriva.
El EZLN lo advirtió también con tiempo y profetizó, si es que se puede usar este término, lo que por fin ocurrió en la comunidad chamula, una comunidad dividida por los partidos políticos, por los funcionarios gubernamentales. Aquí si cabe aquel dicho que parece racista pero que no tengo miedo de aplicarlo para este caso: no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre. Y es que los caciques chamulas, ladinos, son peores que cualquier racista de aquellos que una vez fueron llamados “auténticos coletos”.
Y el gobernador Manuel Velasco Coello no resuelve nada militarizando la comunidad chamula porque combatir la violencia con la violencia genera más violencia. ¿La mesa de conciliación que encabeza el senador Zoe Robledo? Lo dudo. Conozco a los chamulas desde los años 60. Son imposibles de convencer que no tienen la razón. Los chamulas demócratas, que los hay, me darán la razón.
Es muy difícil resolver el asunto chamula. Metan a la cárcel a los seis acusados de asesinato, condenados a equis años de prisión. Pero eso no resolverá nada. Mientras no haya una campaña educativa (no instructiva) dentro de los usos y costumbres chamulas, no se desterrará el odio. He de confesarles que escribo de memoria. Pero por lo que se ha visto en el asesinato del presidente municipal, en Chamula y en Chiapas no ha cambiado nada, más que las formas de consumo y desperdicio. Y los gobiernos, en honor a la verdad, y los partidos políticos no quieren que cambie nada. Si la gente despierta ellos van a perder los recursos del Erario que les sirve para enriquecerse.
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