OPINIÓN
*CLAUDIA LUNA PALENCIA
Este año el gigante asiático cumplirá tres quinquenios de formar parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC) un ingreso -el 11 de diciembre de 2001- que pasó muy entre bambalinas dado que el ojo clínico mediático estaba concentrado en los acontecimientos posteriores a los ataques terroristas en Estados Unidos.
En quince años, China se ha ido apoderando de los canales del comercio global como lo hizo antaño cuando la Ruta de la Seda bifurcó en el continente euroasiáticoafricano y no pararía hasta encontrarse con los nuevos territorios descubiertos en América.
Estados Unidos y la Unión Europea (UE) tienen en China a una férreo competidor no nada más en lo comercial también empieza a disputar un lugar de honor en el renglón de la geopolítica porque en la geoeconomía su dinámica ya es trascendental.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) desde 1991 -referencia de la fase embrionaria del desplazamiento de la riqueza mundial- China contribuyó a la economía global con un equivalente al PIB de Colombia.
Para 2001 ya era tan significativa como el PIB de Argentina y en la actualidad se trata del mismo que Argentina, Chile y Bolivia. Su hegemonía es incuestionable siendo además una de las variables fundamentales de peso específico en la valoración que todos los analistas y especialistas realizan acerca de las perspectivas inmediatas de la pequeña gran aldea global.
Es fácil de entenderlo: ha propiciado un desplazamiento de la riqueza mundial, es el motor del comercio internacional, punta de lanza de nuevas inversiones; exportador neto de capital y también de apalancamiento para los países en desarrollo.
Allá a donde Estados Unidos recula, el gigante asiático está presente y tal parece que no piensa perder el tiempo; y es que, desde que entró en la OMC, dicha adhesión le ha concedido un acceso (debido a la eliminación de cuotas) en varios bienes, sectores y mercados.
Desde 2001 a la fecha, han sido diversos y muy puntuales, los tratados de libre comercio que la nación de Mao ha signado con terceros países: en 2002 firmó un acuerdo marco para un TLC con el bloque ANSA (Brunéi Darussalam, Myanmar, Camboya, Indonesia, Lao, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam). Existen otros tratados relevantes con tres países latinoamericanos: Chile (2006), Perú (vigente desde 2010) y Costa Rica (2011).
A COLACIÓN
No todo son miel sobre hojuelas, porque China se va comiendo al mundo por grandes bocados y sin atragantarse, ante la mirada antipática de Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
Es real, la propia Cepal lo confirma: «El enfrentamiento entre Estados Unidos y China en sus respectivas búsquedas para crear una red de integración regional preferida sobre la cual el uno o el otro puede dominar la agenda sustantiva y controlar las adhesiones, ha dejado a los forasteros peleando por encontrar un lugar en este escenario de integración cambiante».
En ese disimulado rifirrafe, el TPP promovido por Estados Unidos incluye a Chile, México y Perú junto con Canadá, Australia, Brunéi, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam. Colombia y Costa Rica están en la cola en materia de adhesión al tratado.
Pero en la batalla por el Pacífico, la sutil respuesta china ha sido la promoción del Partenariado Económico Comprehensivo Regional (PECR) que incorpora a 16 países miembros: Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, Brunéi, Vietnam, Laos, Birmania, Camboya; China, Japón, Corea, Australia, India y Nueva Zelanda.
De la región de América Latina serán Chile, Costa Rica y Perú los únicos que puedan presumir de pertenecer tanto al selecto club del TPP con Estados Unidos como al del Partenariado made in China.
Mientras la Unión Americana va moviendo ficha en el tablero mundial para defender su hasta ahora alicaída imagen de potencia, en la Unión Europea (UE) no se quedan atrás para tratar de blindarse lo más posible frente al avasallamiento del país de Oriente.
Recientemente, el Parlamento Europeo, analizó la imperiosa necesidad de proteger a la industria europea y obviamente a sus productores locales ante lo cual los legisladores acordaron que mientras «China no cumpla los cinco criterios establecidos por la UE para definir a una economía de mercado, sus exportaciones deben recibir un tratamiento diferenciado».
China es el segundo socio comercial más importante de la UE con unos flujos comerciales diarios superiores a los un mil millones de euros, no obstante, siempre flota la eterna duda en torno a sus prácticas dumping y de subsidios lo que se traduce en menores costos y un mayor atractivo comercial. La UE busca frenarlo.