WASHINGTON, 10 de diciembre, (AGENCIAS / CÍRCULO DIGITAL).- Unos 99 millones años atrás, un joven dinosaurio vio cómo su cola emplumada se quedaba atrapada en resina, una trampa mortal para la pequeña criatura. Pero su tragedia ha abierto ahora una ventana a los científicos para conocer mejor a estas criaturas, que prosperaron durante el periodo Cretácico.
Investigadores dijeron el jueves que un pedazo de ámbar -resina fosilizada- descubierto el año pasado por un científico chino en un mercado de Myitkyina, Myanmar, contiene 36 milímetros de la cola del dinosaurio, con todos sus huesos, carne, piel y plumas. El animal no medía más de 15 centímetros, el tamaño de un gorrión.
«Es el primero de su tipo», dijo el paleontólogo Ryan McKellar, del Royal Saskatchewan Museum de Canadá, uno de los investigadores que participó en el estudio publicado por la revista Current Biology. «Estoy alucinado», agregó.
Los científicos creen que la cola pertenece al tipo de dinosaurio de dos patas similar a un pájaro llamado maniraptor, uno de los muchos grupos que tenían plumas. Los pájaros, que aparecieron por vez primera hace unos 150 millones de años, en el Jurásico, evolucionaron desde pequeños dinosaurios con plumas.
Los investigadores usaron escáneres sofisticados y observaciones con microscopio para estudiar la cola. Determinaron que la parte superior es de color castaño, mientras que la inferior es pálida o blanca, una característica conocida como «contrasombra».
«Hay plumas pegadas aún a la cola y podemos ver cómo están adheridas, las formas que tienen hasta una escala micrométrica y cosas como patrones de pigmentos dentro de las plumas», comentó McKellar.
El hecho de que la cola quedara atrapada en la resina «habría sido el fin para este animal en particular. No pueden desprenderse de sus colas como algunos lagartos», agregó.
La cola tiene ocho vértebras, tejido suave y plumas conservadas de forma exquisita en tres dimensiones. Su anatomía permitió a los científicos descartar que fuera un pájaro, ya que es larga y flexible y carece de pigóstilo, vértebras fusionadas que soportan las plumas de la cola en las aves.
El descubrimiento también arroja luz sobre la evolución de las plumas, ya que estas eran más primitivas que las de las aves.
El ámbar es desde hace tiempo un tesoro para los paleontólogos, que han hallado allí numerosas criaturas atrapadas, como insectos, lagartos, anfibios, mamíferos y pájaros, además de plantas y flores.