Índice Político
FRANCISCO RODRÍGUEZ
En su monumental obra Vidas Paralelas, Plutarco dejó muy claro cuáles eran las angustias de los grandes conquistadores Alejandro y Julio César. Uno envidiaba del otro sus capacidades, arrogancias y merecimientos. Y aunque nunca han conquistado más que dolencias genéticas, gripas y fortunas mal habidas, José A. Meade y Ernesto Cordero caminan por vidas paralelas.
Meade, heredero del infame Fobaproa, al que su progenitor dedicó sus afanes zedillistas, logrando que el vástago fuera el primer director del Instituto Bancario de Protección al Ahorro, disfraz del desastre bancario gubernamental, heredó a los mexicanos la pavorosa deuda de 60 mil millones de dólares, de los que después de 20 años todavía no alcanzamos a cubrir ni los intereses.
Cordero, heredero de atrevidos ancestros que talaron hermosos bosques chiapanecos de maderas preciosas, patrimonio del pueblo, hasta la fecha insiste en ser palafrenero de una infamia, la aventura del PRIAN calderonista – peñista por empoderar al pringado o, en su defecto, a la dama truculenta de los sedicentes «independientes».
Los dos son gusanos de la misma guayaba. Vienen del tronco común de los vendepatrias calderonistas, a quienes el borrachín michoacano hizo titulares en su sexenio de dos secretarías de Estado, bueno, es un decir, en realidad fueron secretarios de su despacho. Mientras Cordero ocupó la Sedesol y Hacienda, Meade trituró Energía y también ofició en la SHCP.
Cordero desplazó a panistas; Meade a priístas de la brega diaria
Como los dioscuros Castor y Pólux, los dos formaron parte de los mismos efluvios, de idénticos sueños de grandeza, trocados en enormes decepciones. Aunque Cordero alcanzó la bendición de Calderón para jugar la interna contra Josefina Vázquez Mota, fue ampliamente derrotado por ésta, sin contar con el apoyo de Fox, mismo que a Meade le sobra en mala hora.
Sólo la ambición anexionista del peñato pudo agigantar la marca curricular de un sujeto sin biografía. Logró superar las dos secretarías otorgadas por el calderonismo a Meade, ungiéndolo en tres: Sedesol, Relaciones Exteriores y Hacienda. Para Ripley esta competencia de descastados, de ñoños en busca de fortuna.
Aunque Codero sólo cursó, dicen, estudios superiores en la Universidad de Pennsylvania, Meade se doctoró en las cavernas de Yale, las mismas que produjeron egresados de las dinastías Bush y Clinton para arrasar con todos nosotros. Forman parte del mismo constructo de servidores a rajatabla del Imperio. Como Zedillo, pues.
Marcas imposibles de alcanzar: Cordero fue impulsado por Calderón, desplazando a panistas de hueso blanquiazul. Meade fue arrojado a los leones, desplazando también de la candidatura a priístas de la brega que lucharon toda su vida por hacerse de mulas Pedro y que vieron naufragados sus sueños.
En los war rooms del priísmo ensayan enjuagues y mandrágoras
Meade y Cordero, dos barcos amarrados a tristes fondeaderos, dice el tango trágico. Jamelgos derrotados en el arrancadero. Apuestas imposibles para un estrellato marcado por la derrota anticipada. Varas demasiado altas de remontar. Soluciones finales a la vista, según expertos nacionales y extranjeros, que juzgan imposible la encomienda.
Desesperados, los mariscales en los cuartos de guerra del peñismo tricolor no encuentran la salida. Ensayan todo tipo de enjuagues y mandrágoras, elaboran especulaciones desatadas, enfrentan lo amargo del futuro previsible en bartolinas, sin forma de ayudarse.
La Grande ya se les fue. Pasó como una bola de humo ensalivada, fuera del alcance y de sus posibilidades físicas. Nunca conectaron con el respetable, ni han sabido responder a una ciudadanía desencantada que quiere saber de otra cosa que ya no sean entreguismos cantados de antemano.
La corrupción, suprema maestra de su vida, los corroe y los sentencia. Es imposible vestirse de santos cuando sabemos de dónde vienen. Aquí sí, «aunque la mona se vista de seda, mona se queda», cual dice el refrán popular. Ahora, esperan angustiados la decisión de cambiarlos al cuarto para las doce, aunque sea fuera de los tiempos legales. Todo se puede.
Videgaray ve cómo se diluyen las animas del continuismo encubridor
Y aunque es de Videgaray la culpa de empoderar a Meade como multisecretario, recomendado por Cordero al tinglado de Peña Nieto, fue el mismo Virrey Videgaray el que, comparando a Meade con Plutarco, el de Sonora, lo afianzó en el destape medroso que se retractaba a pronunciar su nombre.
Ahora, el mismo Videgaray, adelantado del cuarto de guerra ve cómo se diluyen las esperanzas del continuismo encubridor. Las preferencias son irremontables. No funciona ningún Plan A, B o C de los supuestos estrategas. Deben dar un cambio de timón, sin timón.
Dicen que cuando no pueden contra el adversario, deben unirse a él. Pero esa era una recomendación clásica que ya no se puede tomar. Aunque decidieran de último momento volver a abandonar al pringado Meade, ya nadie los acepta en su coleto. Son más pegajosos que la rabia.
Cualquier intento de pacto, acercamiento o perdón priísta, se toma en las tiendas de enfrente como amenaza o como burla. Nadie confía ni en su palabra, ni en sus oficios, ni en sus esperanzas. Están más fritos que un bacalao en la sartén.
En sus planes, colgarse del puntero. «Sólo un loco lo aceptaría»
Y dale perico al torno. No cejan en intentar todos los pasos de la muerte, aunque hayan sido despreciados por todas las franquicias. En días pasados, recapacitaban con un analista de postín sobre cuál era la única fórmula para lograr conservar su libertad personal, ya no para ganar. La única propuesta posible es una combinación de risa y lástima.
Colgarse del puntero. Ofrecerle el apoyo del PRI – Verde – Panal para lograr la victoria definitiva en las urnas, con el apoyo oficial de la estructura. Una decisión suicida… y creen que salvífica. Al llegar a oídos de la víctima electoral, el hombre de Macuspana respondió a los más cercanos: «sólo un loco lo aceptaría».
Y sí. El apoyo del PRI a candidato puntero, lo haría descender de inmediato 20 puntos en las preferencias electorales. Mientras que el voto hasta entonces tricolor, emigraría desesperado hacia otros lugares más confiables, adónde sea. Conclusión: no tienen pa’ dónde hacerse. La suerte está echada, dijo Julio César al cruzar el Rubicón.
Queda esperar la justicia. No tarda en llegar por los peñistas y priístas
Así es que a otro perro con ese hueso, nunca mejor dicho. Han desprestigiado la contienda, el país, el futuro inmediato. Sólo queda esperar la justicia. No tarda en llegar por ellos. La han peleado a muerte. Es la única seguridad que tienen.
Al diablo con sus estrategias ñoñas. Sacrifiquen o no a Meade, aquí sólo vale la voz del pueblo encabronado.
¡A votar! ¡Duro con ellos!
Índice Flamígero: Al clausurarse ayer el periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión, el balance de la presidencia de Ernesto Cordero no puede ser sino negativo. Sirvió todo el tiempo de comparsa del priísmo, bajo las órdenes de Emilio Gamboa y, tras bambalinas, de Humberto Castillejos quien sigue manejando la asesoría jurídica de la Presidencia de la República, desde donde coloca alfiles en prácticamente todas las dependencias que pudiesen poner en futura evidencia la fallida y muy corrupta gestión de Enrique Peña Nieto y demás toluquitas que le acompañan. + + + Otro fracaso de Meade: su iniciativa para eliminar el fuero fue aprobada a tontas y locas por los agachados diputados federales, pero al llegar a la (mal) llamada Cámara Alta se desinfló por lo mal que estaban la iniciativa misma, el dictamen aprobatorio y la minuta. ¡Lástima José Antonio! + + + Dice y luego se desdice. Así se la ha pasado el candidato Ricardo Anaya quien, primero, dijo el viernes estar dispuesto a entablar un diálogo con Peña Nieto para, juntos, «parar a AMLO». Y ayer dijo que siempre no.
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