27 de November de 2024
Comunicación Social esquizoide, pueblo miope
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Comunicación Social esquizoide, pueblo miope

Sep 11, 2016

TRAS BAMBALINAS

*JORGE OCTAVIO OCHOA

Primero lo exponen al ridículo, luego lo quisieron guardar. No fue a los funerales de Juan Gabriel ni a la reunión con los 300 líderes mexicanos. Lo expusieron a los dislates de un payaso de fuera y luego lo exhibieron ante las diatribas de otro payaso que cree que la política exterior se puede llevar a punta de mentadas de madre. ¡Brillante equipo de comunicación social!

¿Qué más le espera al Presidente Peña Nieto? Ahora viene la cristiada de los que aseguran que el concepto de familia actual es el correcto, aunque el porcentaje de divorcios en México sea superior al 40% y eso porque las separaciones no se reportan en la estadística, aunque en todos los casos repercute en daños psicológicos en la niñez.

México ocupa el segundo lugar en América Latina en cantidad de niños abandonados con más de un millón y medio de casos. Esos que ayer salieron a las calles a protestar por los derechos de la familia ¿voltearon a su alrededor y dieron limosna a los infantes y jóvenes que limpian vidrios de los autos? ¡Hipócritas!

¿Cuándo resolvió la iglesia católica sus pecados de pederastia para venir a convertirse otra vez en conciencia moral de la sociedad? Hipócritas y miopes. El domingo antepasado les metieron un megafraude con las elecciones vecinales y el destino del Presupuesto Vecinal; ahora les desfilan las cacerolas sin darse cuenta que quizá dentro de sus casas algo cambió y alguien salió del closet.

Es peligroso lo que está ocurriendo en México, porque el debilitamiento de la figura presidencial, si bien de entrada beneficia a partidos y grupos políticos, indudablemente merma al país; lo pone de rodillas ante los órganos financieros, perjudica su calidad crediticia y le encarece todo acuerdo financiero y comercial que quiera embarcar.

Si lo de traer a Trump fue un error grave, lo es más insistir en darle vueltas a esa manivela. Mejor nos sentamos a ver cómo enfrentamos las amenazas de fuera o nos va a cargar a todos el payaso. Ni Trump ni Clinton son una garantía para México. En momentos de recesión ellos levantarán los muros que se les pegue la gana.

Pero somos tan imbéciles que seguimos pensando en el costo literal de una pared de ladrillo y cemento, cuando las barreras a las que se refiere el republicano son intangibles, aunque tendrán efectivamente un costo. De pronto el bufón se convirtió en mesías e ideólogo y levantó un mito que se traga completo la sociedad.

Claro, esas tamañas estupideces son buenas para distraer la atención de lo que pasa en el mundo de la política, donde los organismos se siguen tragando el dinero de la sociedad sin que nadie parezca darse cuenta. El domingo pasado hubo un cínico robo disfrazado de “ejercicio ciudadano” en el que no participó ni el 10% del padrón.

Lo que no gastó el Instituto Electoral del DF en difundir esa contienda, ahora lo dilapida para “dar las gracias” e invitar a los ciudadanos para prestarse en otra farsa en el 2017 ¡Ya estuvo bueno! ¡Dejemos de ser estúpidos! Hay responsabilidades colectivas en los males que sufre el país. ¿Por qué nos empeñamos en crear santos? ¡Carajo! Dijera el Tuca.

Por eso triunfan las “mocherías”, porque seguimos queriendo entender todo de manera literal y hasta la biblia la leemos de izquierda a derecha, desde la carátula hasta la contraportada.

México está entrando, pues, nuevamente en terrenos fangosos, donde un debate de carácter social lo quieren convertir en sanción religiosa. ¡Cuidado! basta otear al horizonte mundial para ver que el terrorismo está alimentado básicamente por el fanatismo y el fundamentalismo. No hay decisiones más autoritarias y verticales que las que caen del cielo. Es mi verdad o muerte, dicen.

Pueblos enteros engañados por los poderosos, la tierra prometida que nunca llegó, en medio de grandes mentiras cobijadas por la iglesia católica. ¡Cuidado! Este caldo de cultivo puede ser más peligroso que la amenaza del narco y del crimen organizado porque, en una extraña danza demoniaca, llega un punto en que todos estos convergen. No vayamos a tener otro Aburto.