Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
•El voto de ese sector es para Morena
•Pero AMLO aún no puede cantar victoria
Este cuento chino del proceso electoral, en el cual el derroche de dinero es patético mientras mucha gente muere de hambre, se ha puesto muy difícil para el PRI y para el PAN.
Andrés Manuel, el satanizado bateador de Macuspana, vuelve a ponerle el cascabel al gato, pero ahora no requiere más que el voto del 51 por ciento de los milenials para hacerse con la primera base. El PAN y sus satelitillos (PRD, MC) no podrían con esa chaviza de entre 18 y 36 años, que, por lo que le dijeron a los encuestadores del diario El Financiero, ya decidieron votar por el tabasqueño, pues ni Midi ni Anaya, ni menos la señora Calderón, les dicen nada. Son, para ellos, tres ceros a la izquierda. Y no es que el 49 por ciento de ese sector vaya a decidirse por ellos.
Por lo pronto, con el apoyo de las mujeres y de la mediocridad del priista y del panista, López Obrador se está montando en caballo de hacienda. Y de esa montura no lo bajarán si no es con un certero balazo en la sien (como a Colosio), o con un fenomenal fraude electoral, como lo hizo Miguel de la Madrid, mediante el ahora “izquierdista” Manuel Bartlett Díaz, a quien se le “cayó” el sistema para darle el “triunfo” a Carlos Salinas de Gortari sobre el hijo del Tata, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Los priistas andan con la mirada perdida, como si no supieran en dónde están, y qué están haciendo en este mundo. El presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza se dedica a propalar mentiras en ocasión que se le presenta. Con una impunidad supina, dice cosas que o él inventa o le dicen que diga. No le importa que muchos lo tengan por mendaz…
El panista, rodeado de personajes chapulineros como el foxista Jorge Castañeda, es claro que copia a López Obrador, siendo de derecha. Es lo mismo que ser lobo y vestirse con piel de oveja. A Anaya, los analistas y observadores del proceso lo consideran candidato de la oligarquía económica, tanto como Midi, que es candidato de la oligarquía política, aunque no desdeña sus orígenes panistas y su profunda devoción por el partido albiceleste.
Pero el tabasqueño no puede aún cantar victoria aunque cuente con el apoyo de la mayoría de los votantes porque del plato a la boca se cae la sopa y lo pueden bajar con una 38 especial o un huachicoleo de votos de muertos de hambre y digo muertos de hambre sin afán peyorativo, sino con la más clara objetividad, porque hay muchísimos ciudadanos que por un regalo de mil pesos votan por el PRI. Increíble, pero cierto. A López Obrador claro que lo pueden eliminar con la mano en la cintura y no creo que sus seguidores formen filas para defenderlo. Son tan agachados como las mayorías de los mexicanos.
Que los ingenieros electorales, llamados por el vulgo mapaches, están ya ideando el algoritmo con el que Midi puede ganar en la app del Programa de Resultados Preliminares y voltearle el chirrión por el palito a López Obrador, como ocurrió en el estado de México con la imposición cibernética de Alfredito de la Dinastía Del Mazo por sobre la triunfadora morenista, la profesora Delfina Gómez.
Ciertamente los tiempos han cambiado y los vientos no favorecen un fraude electoral pues los ojos del mundo están puestos en el proceso electoral mexicano y las cosas ahora son más claras. Y qué más da que los “periodistas” a modo acusen al tabasqueño de lo que quieran, o los corifeos del establecimiento le mienten la madre. El grueso de los mexicanos está harto de lo mismo. Y tan sólo por castigar al PRI y al PAN le darán su voto a Morena.
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