Conferencias mañaneras: entre la información y la propaganda
En Otro Canal
Armando Reyes Vigueras
Toda esta polémica por el contenido de las conferencias mañaneras desde Palacio Nacional no ha aterrizado en el punto central del debate, en una pregunta que debería orientar la discusión sobre este tema: ¿se trata de un ejercicio de información pública y rendición de cuentas o es un simple espacio de propaganda? Vamos a intentar reunir elementos para contestar esta cuestión.
Comunicación ¿circular?
Si bien el ejercicio de una conferencia de prensa a partir de las 7 de la mañana no es algo nuevo –el propio López Obrador la instauró en el año 2000 como jefe de gobierno de la capital del país–, la plataforma que representa la presidencia de la república ha sido un gran impulso para el proyecto de comunicación del actual presidente.
Se trata de una sesión que puede llegar hasta las dos horas de duración, en la cual desfilan distintos funcionarios de gobierno que dan a conocer algunas de sus actividades y programas, como es el caso del Procurador Federal del Consumidor, Ricardo Sheffield, o los titulares de Seguridad Ciudadana, Defensa Nacional o Marina para dar a conocer detalles del tema de seguridad pública.
Adicionalmente, acuden miembros de dependencias oficiales para dar a conocer alguna actividad que es introducida a la conversación pública por el propio presidente, quien anticipa que integrantes de su equipo estarán en la siguiente conferencia para informar de algo en específico.
Hasta aquí, se puede respaldar la afirmación de que se trata de un ejercicio de información o de comunicación social desde una instancia gubernamental. La existencia del archivo con las versiones estenográficas da cuenta de los temas y funcionarios que han estado presentes en este foro.
Pero –el gran pero– es que a la par de que se dan a conocer actividades y programas del gobierno federal, también se introducen temas que alejan a este ejercicio del carril de la comunicación social, pues la presencia de ciertos personajes que hacen preguntas que poco tienen que ver con la actividad gubernamental lleva a la conferencia mañanera al terreno de la propaganda.
¿O alguien puede estar de acuerdo en que una pregunta para que el presidente critique a un periodista que dio a conocer una investigación que involucra una irregularidad de su administración, hecha además con sorna, es un ejercicio de información o de rendición de cuentas?
¿Simular ser reportero para pedir algún tipo de represalia en contra de algún crítico en particular del gobierno federal es parte del ejercicio de comunicación circular que tanto presumen?
¿Aprovechar la oportunidad de hacerle una pregunta al titular del ejecutivo federal para alabarlo o hacer referencia a su condición física entra dentro de la categoría de comunicación social?
Pero esto es sólo parte del problema, pues también tenemos –siempre amparado en el derecho de réplica que tanto defiende– las afirmaciones del presidente sobre una gran cantidad de temas.
Decir que si gana la oposición se quitarán los programas sociales que instauró –sin recordar que él quitó algunos de gobiernos anteriores–, deja de ser una acción de informar o de rendición de cuentas para entrar de lleno en el terreno de la propaganda, pues con esto se busca influir en la decisión del voto de los electores.
De la misma manera, calificar de corruptos a sus adversarios –sin considerar los casos que tiene dentro de su administración– y sin ofrecer pruebas o dar a conocer documentos que provienen de fuentes desconocidas –como aseguró el propio coordinador de comunicación social de la presidencia– en el que se describe un Bloque Opositor Amplio (BOA) tampoco se encuadra en el concepto de comunicación social.
Y, por si lo anterior no fuera suficiente, el conjunto de afirmaciones que ha dicho el presidente –desde el reiterativo “vamos bien” para referirse a la economía o el “ya domamos la pandemia”–, que no cuentan con soporte documental –como se ha respondido a numerosas solicitudes de información mediante el mecanismo de trasparencia– o respaldo en la realidad, se ubican más en el terreno propagandístico en la búsqueda de influir en la opinión pública para crear una imagen de su propia administración, pero lejana de la realidad.
Así, las conferencias mañaneras son una mezcla de información de las distintas dependencias oficiales, con declaraciones de sus titulares, que sirven de envoltura para el discurso propagandístico del presidente López Obrador y su equipo de comunicación social.
No es raro que lo único que queda en la conversación pública sea alguna declaración aislada del inquilino de Palacio Nacional, ya sea por una pregunta de uno de los asistentes o por iniciativa propia del mandatario, pero que no sirve para informar al pueblo de lo que ha hecho su gobierno, sino para fijar en las mentes de los ciudadanos algún tema que le conviene al también líder de Morena.
Es claro que con esta combinación –información oficial con propaganda– y con un Tribunal Electoral domesticado, será difícil que se elimine el elemento propagandístico de las mañaneras, aunque lo único que nos queda de consuelo es que ya hay muchos mexicanos que se han dado cuenta que lo declarado por el presidente no corresponde con lo que viven día a día.