Constituyente CDMX, crónica de la demagogia y el poder
TRAS BAMBALINAS
JORGE OCTAVIO OCHOA
Puerilidad, infantilismo y demagogia, eso es lo que se vio el 19 de octubre en la sesión de la Asamblea Constituyente de la CDMX. Como si se tratara de un espectáculo pugilístico, algunos legisladores del PRD y MORENA consideraron un “triunfo” el haber rechazado una propuesta del PAN para solicitar a Miguel Ángel Mancera un estudio de impacto presupuestal del Proyecto de Constitución de la Ciudad de México.
Lo único que demostraron fue que no han entendido la magnitud del proyecto, ni las reglas de lo que está en juego. Con una votación de 48 votos en contra y 36 a favor, las fracciones parlamentarias del PRD, MORENA y los designados por Miguel Ángel Mancera, rechazaron la solicitud de analizar de dónde se sacarán los recursos para dar viabilidad y garantizar los nuevos derechos que plantea el Jefe de Gobierno, como el de la llamada “Renta Básica”.
Pero ese “triunfo” que hoy preconizan, no sería tal si hubiese sido sometido a votación como articulado de la Constitución. Se necesitan las dos terceras partes de los integrantes de la Asamblea Constituyente para dar curso legal a las decisiones. Es decir, a la vista de ese primer escarceo, lo único que queda claro, es que tenemos un órgano totalmente dividido, anclado por el fanatismo, el ausentismo y la demagogia política. No avanza.
Lo peor es que ese resultado se dio en medio de un penoso ausentismo de 27 diputados constituyentes que ahora argumentan tener otras responsabilidades. ¿Si no podían entonces para que se meten en camisa de 11 varas?
Esto sólo nos augura que tendremos, para finales de enero del 2017, una Carta de Buenas Intenciones y una Constitución más que será violada una y otra vez. Pero tal parece que tranquiliza la conciencia de los demagogos plasmar en blanco y negro preceptos intangibles, como una biblia que deben aceptar ciegamente los seguidores, aunque sea dando tumbos en valles de sombras y de mentiras, que en el mundo real sólo nos recuerdan más la desigualdad.
De qué sirve plasmar en una Constitución un derecho del ciudadano y una obligación del Estado, cuando este último no lo cumple y el primero siempre se siente desamparado. Ahí está, por ejemplo, el derecho constitucional a la educación y cada año, cerca de 300 mil jóvenes quedan fuera de las principales universidades del país por argumentos presupuestales, cuando el precepto obligaría al gobierno a construir más espacios y centros de estudio.
El cáliz de los mexicanos está colmado de promesas incumplidas, de programas inservibles, que sólo han cebado la reserva de votos del clientelismo partidista.
De manera tajante, los perredistas encabezados por Jesús Ortega, rechazaron informar el destino de los recursos que obtiene el gobierno de la ciudad vía fideicomisos y servicios públicos. Con sofismas lamentables, dijeron que una Constitución no puede forjarse con criterios presupuestales de pesos y centavos. Ahora que se apruebe el Presupuesto de Egresos del 2017 y se vean los recortes en Educación, Salud y asistencia Social, entonces veremos lo que vale la Constitución.