Opinión
*Margarita Saldaña
Para Hele, deseando que el tuyo sea por fin, un México más justo
“Dos de octubre, no se olvida” palabras que, desde hace 48 años, los mexicanos, repetimos casi como un mantra. En la plaza de Tlatelolco, las campanas del templo de Santiago Tlatelolco, repican dolorosamente como queriendo exigir justicia por las decenas, centenas de jóvenes que fueron no sólo vejados, heridos y golpeados, también detenidos y encarcelados o peor aún, desaparecidos e incluso masacrados por un estado que mostró que no tenía la capacidad de escuchar las voces de su juventud, a pesar de que siempre se manifestaron de manera pacífica y de que eran estudiantes, no terroristas, ni delincuentes.
“Dos de octubre no se olvida”, porque aún ahora muchas madres, hermanos, amigos no pudieron encontrar la paz, ni el consuelo de recuperar siquiera los restos de sus seres queridos.
Se dice que esa fecha fue un parteaguas para nuestro país, el día en que como niños cuando crecen, la sociedad mexicana perdió la inocencia, desde ese momento ya nada sería igual o eso se quiso pensar, la historia muestra otra cosa.
Las heridas aún estaban frescas cuando el 10 de junio de 1971, el gobierno vuelve a abrir fuego, ahora contra estudiantes normalistas en las calles cercanas a San Cosme, con lo que empieza a ser claro que tanto estudiantes como maestros no son gratos para este sistema y que la represión es el modo sistemático en que lo expresa, como se comprueba más adelante en Nochtitlán y en el imperdonable Ayotzinapa, sólo por mencionar un par de ejemplos.
“Dos de octubre no se olvida” ni ninguna otra tragedia provocada por el estado, pero ¿de qué sirvió el sacrificio? Ríos de sangre que buscan justicia, que se niegan a convertirse en mar y que claman esclarecimiento en medio de la indiferente sociedad.
Se perdió la inocencia, pero no se ganó la conciencia, porque ¿de qué otra manera se puede entender que sigamos permitiendo que el gobierno reprima, torture, desaparezca y masacre a quien se atreve a enfrentarlo?, ¿Cómo podemos explicar que hayamos permitido que el delfín del Imperio de Atlacomulco quien demostró su vocación fascista en los hechos de Atenco haya llegado a la Presidencia?
“Dos de octubre no se olvida”, pero la gran mayoría de nuestros jóvenes no tienen idea de lo que sucedió ese día, ni de lo que sucede en la actualidad, ni de lo que las políticas gubernamentales impacta para ellos en el presente, pero principalmente en el futuro, el cual por cierto pareciera cada vez más oscuro, gracias a un sistema educativo deficiente y caduco que pese al discurso oficial, en el que se presume de importancia prioritaria, se le recorta el presupuesto, porque claro, mientras menos educado el pueblo, resulta más manipulable, conformista y sumiso.
Por eso, hoy más que nunca, que el dos de octubre no se olvide, pero que también sirva de inspiración; ser joven es por definición ser rebelde y querer cambiar el mundo, otra cosa es una contradicción, de esas que ya tenemos y padecemos muchas en este país; no podemos permitir que la historia se siga repitiendo, que quienes han ejercido el gobierno de manera ineficiente, corrupta y a últimas fechas hasta sin dignidad, se perpetúen en el poder, así que…
“Dos de octubre, no se olvida y es de lucha combativa”, pero que no sean sólo marchas y consignas, sino que desde nuestras particulares trincheras: el aula, la oficina, el hospital, el comercio, la familia, nosotros mismos; seamos conscientes, participativos y trabajemos por construir un México más justo y verdaderamente democrático; en donde además haya justicia y se termine la impunidad, no permitamos que las voces de quienes han perdido la vida en estos 48 años se dejen de escuchar, no nos permitamos olvidar.
Retomado de Politiquerías.