Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
· La actual es una educación para la servidumbre
· Lo ideal es formar el hombre y la mujer nuevos
Eso que llaman reforma educativa, una de las grandes realizaciones del presidente Enrique Peña Nieto, ha dado más problemas que soluciones. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación no pudo dar sus opiniones y sólo apoyó incondicionalmente, la iniciativa presidencial; los diputados, como siempre, sólo se plegaron a los designios de Los Pinos, mediante el tradicional cochupo presidencial. Sólo los maestros democráticos levantaron la voz para cuestionar los contenidos de la reforma constitucional al artículo tercero.
Pero… ¿Fue realmente una reforma positiva para refundar el sistema escolar y lo que llaman educación? ¿Fue realmente un mecanismo para que los maestros tengan certeza en el trabajo y sean capacitados para ejercer su profesión frente a los alumnos? ¿Fue realmente una reforma para refundar la educación a fin de que forme hombre y mujeres libres y no la servidumbre actual?
Nadie reparó en que, para refundar el sistema escolar en todos sus niveles, primero, como comentó alguien en las social netwoks, esta mañana de martes, hay qué empezar por definir lo que es educación. De acuerdo con el Diccionario de la RAE, no muy de mis querencias, educar viene del latín educare y tiene varias acepciones: dirigir, encaminar, doctrinar; desarrollar o perfeccionar facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, entre otros; educar la inteligencia y la voluntad; desarrollar las fuerzas físicas por medio del ejercicio, a fin de que sean más aptas para su fin. También significa perfeccionar o afinar los sentidos, educar el gusto y el oído, así como enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía.
Yo tendría otra definición de educación. La educación es el medio que tendrían que emplear los educadores, los padres y madres, todo aquel que tienen injerencia en la formación del ser humano para formar el hombre nuevo, el ser humano libre, el ser humano que cuestiona, que se cuestiona, que duda y resuelve su duda. Formar seres humanos para la libertad, para la duda, para el cuestionamiento, para la crítica. Soy bastante cartesiano en este tema: dudo luego existo. Y le digo a mi alumno: duda hasta de lo que yo te enseño. Averigua tú. Comprueba. No me creas que dios existe. No me creas que la democracia existe. No me creas que la política es sinónimo de corrupción. No me creas que la filosofía es una ciencia, o que la aritmética, el algebra, son ciencias exactas. Averígualo tú.
Y estamos hablando de cuestiones distintas cuando debatimos sobre educación y escolaridad, instrucción. El tema de la educación o, más exactamente, instrucción, que imparte el gobierno o los empresarios de la educación es digno de análisis, de debate, entre especialistas de todas las corrientes del pensamiento. Tenemos que echar al bote de la basura la educación bancaria que ha impartido el sistema escolarizado, encabezado por las secretarías de educación pública. No se trata de engordar de conocimientos al alumno. Se trata, como dije antes, de enseñarle a dudar. De enseñarle a que él mismo se descubra y vea en qué condiciones está viviendo él, su familia, su comunidad, su país. Eso se llama educar para la libertad.
Pero a los gobiernos les da miedo implantar la verdadera educación, la que forma hombres libres. Mientras más ignorante sea el pueblo es más fácil manipularlo, explotarlo, sojuzgarlo. Y así, crean sistemas educativos para la servidumbre, para trabajar como burros de noria con un salario apenas para lo indispensable. Por lo mismo, hasta ahora, el sistema no ha educado y ha instruido a medias. (Los genios que han salido de las universidades han logrado la gloria gracias a sus propias habilidades y a uno que otro verdadero maestro, que no tiene miedo de que el alumno lo supere.)
Algunos defienden la tesis de que la verdadera educación se da en casa. Debería darse. Pero como el sistema escolarizado ha formado seres humanos para la esclavitud, desde tiempos inmemoriales, pues, en general, los padres le dan al niño una mala educación, basada en el chantaje, la corrupción, la deshonestidad, la impunidad, la simulación, la hipocresía, el cinismo, el fetichismo, el providencialismo etc. No forman seres humanos sino monstruos, o seres mitad humanos y mitad monstruos, como el paradigma del Dr. Jekill y Mr. Hide, una diabólica bipolaridad que contribuye a crear familias y sociedades desintegradas, violentas, criminales, irredentas. Y la “educación” escolar multiplica exponencialmente la perversidad.
Difícil el tema. ¿Una utopía? ¿Algo irrealizable? Un maestro me dijo un día que la utopía debe convertirse en topía. O sea, Realidad. [email protected]