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FRANCISCO RODRÍGUEZ
Mientras no se tenga una idea de Estado, nuestro país seguirá condenado a la tragedia de Sísifo, aquel héroe absurdo obligado a subir una y otra vez una enorme piedra hasta la cima de la montaña, desde donde el pesado objeto volvía a caer por su propio peso, para que él intentara nuevamente subirla. Esto tendría que repetirse por toda la eternidad.
Los dioses habían pensado que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Y eso es lo que pasa cuando se emprende una tarea política desde el aparato, sin tener una idea precisa del Estado. Por ello, cuando José Ortega y Gasset abordó el asunto en el célebre ensayo Mirabeau o el político, lo trajo al símil.
Es oportuno recordar lo que el filósofo republicano afirmó: «Si fuese forzoso quedarse en la definición de la política con un solo atributo, yo no vacilaría en decir que la política es tener una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado en una Nación… el gran político ve siempre los problemas del Estado a través y en función de los nacionales».
Inversamente, el pequeño administrador que se encuentra con el Estado entre las manos, tiende a tomarlo demasiado en serio, a darle un valor separado, absoluto, a desconocer su carácter puramente instrumental. Un Estado nacional sólo cumple su función cuando contribuye a aumentar la vitalidad de los ciudadanos.
Si lo abstraemos de esto último, si nos ponemos a dibujar un Estado perfecto en sí mismo, como puro sistema de instituciones, llegaremos, inevitablemente, a construir una máquina que detendrá toda la vida nacional. En la historia triunfa la vitalidad de las naciones, no la perfección formal de los Estados.
Un Estado no puede gobernarse a base de moralinas administrativas, mucho menos cuando éstas quieren convertirse en una razón suprema. Es necesario incluir todo lo demás, máxime cuando la Nación reclama justicia política, económica, moral, jurídica, social y desarrollo humano. El horno no está para bollos ni para competencias de pudibundos.
Herrera es el nuevo rockstar de las finanzas públicas
Por eso llama la atención la lanzada de un antihéroe que acaba de tomar las riendas de la política hacendaria y económica. Es demasiado bueno para poder ser verdad, después de todo lo que se ha visto. Juzgue usted: Arturo Herrera, el sucesor del correoso y fallido Urzúa, acaba de echar su cuarto a espadas.
Con lógica impecable, Herrera sostiene los tres ejes del plan para esquivar la inminente recesión: inversión en infraestructura, adelantar licitaciones que estaban programadas para el 2020 y financiamiento a Pymes con créditos hipotecarios a través de la banca de desarrollo. «El capital ya existe pero no está siendo utilizado… ya lo tenemos ahí.» Inexplicable, pero cierto.
Herrera es el nuevo rockstar de las finanzas públicas. Al parecer, ya tocó la diana: promete una movilización de cerca de medio billón de pesos contantes y sonantes en las displicentes arcas para mover el paralizado mercado interno, impulsar la infraestructura, incentivar la inversión y el consumo privado.
En medio del debate de las calificadoras, el economista de relevo se comprometió a lo indecible: un marco macroeconómico sólido –cualquier cosa que esto quiera decir–, finanzas públicas sanas y un sistema financiero con suficiente capitalización. Lo preocupante es la desaceleración económica, afirmó el sustituto.
Dice Herrera que llega con todo el apoyo y la confianza del Ejecutivo. Ojalá así sea, porque si no es así, y si sus consejos no son aceptados, en lugar de que Chespirito por fin se haya decidido a salvarnos, podríamos sufrir otro frentazo y ver desarrollarse una nueva versión de la hormiga atómica, aquélla que juró por ésta llevarnos al Primer Mundo de un solo jalón.
Es innegable que las medidas de este osado son impecables
Pero mientras se ve su destino inmediato, que puede oscilar entre inscribirse en la adelantada sucesión presidencial o acabar relegado por la envidia junto a los trapos sucios. Vale la pena observar que es el primero entre sus pares que le pone la cola al gato.
Es innegable que las medidas de este osado son impecables, si cuenta con la ayuda del Ejecutivo y su amilanado gabinete. Puede ser el principio de la tan cacareada Cuarta Transformación. Sería tomar el chirrión por el palito, si cuenta con el visto bueno de la concurrencia. Ya estuvo bueno de moralinas, de revanchas y de pare y siga.
Las ideas equivocadas sobre la marcha de la economía han maltraído al país, hasta ubicarlo nuevamente en el precipicio de la recesión, inflación y estancamiento, la tan temida estanflación de siempre, desde que tenemos memoria. Con un añadido, el complemento de la ausencia de cirulante, debido a problemas de revanchismos y resentimientos.
Se ha encaramado a la lista de los imprescindibles
Pero tal parece que esta última acusación al sistema de la Cuarta Transformación ha calado muy hondo, posiblemente haya aflojado las agarraderas de la voluntad de un mandatario empeñado en demostrar que es mejor, sin comprobarlo en la práctica.
El programa del antihéroe, lejos de lo abigarrado del nuevo régimen, es ya una declaración de intenciones que puede transformar el entorno de la desesperación. Una llamada a rectificar a fondo sobre rencillas no superadas, producto quizá de una larga lucha por la supremacía política del morenismo.
Pero puede quedar también por envidia y los obstáculos sucedáneos en una carta a los Reyes Magos. Es evidente que Herrera se ha encaramado de golpe y porrazo a la lista de los imprescindibles. Llegó, casi sin invitación, al banquete de Petronio, después de haber sido reganado por el titular del Palacio durante dos ocasiones ridículas y afrentosas: Dos Bocas y el regreso de la vehicular tenencia impositiva.
Esperemos que esta ocasión salte la vara. Bastante trabajo le ha de haber costado a la revelación hidalguense penetrar los sacrosantos recintos del empecinamiento y la absurdidad. Aunque sólo sea por eso, muy bien. Ahora, a romperse la cara con los líderes de la marquesina lópezobradorista.
Ya era hora de romper el marasmo… Y eso le costará muchas grillas
¿Qué es demasiado bueno para ser verdad? ni quien lo dude. ¿Que se necesita casi un alma de suicida para proponerlo? También. Pero ya era hora de romper el marasmo. Para que alguien se enfrentara con las verdades oficiales y expusiera sus razones.
Como en todas las aventuras humanas, en el interior de las vanidades del gabinete de la Cuarta Transformación se va a topar con egos muy hinchados, pero –debe saberlo– para competir hay que pasar por eso. Mucho maleante y mamarrachos con gran pavor a perder sus prelaciones de militancias fingidas o no comprobadas.
Pero así es el abarrote. Y a lo mejor, para eso lo trajeron.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: En medio de las expectativas no cumplidas de que México estaba a punto de entrar en una recesión económica técnica, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, anunció este lunes pasado medidas por 485 mil millones de pesos (mdp) que buscan tener un impacto inmediato en la economía. + + + Y, en efecto, luego que el INEGI informara que la economía mexicana avanzó 0.1 por ciento en el segundo trimestre, el Presidente Andrés Manuel López Obrador celebró los resultados y dijo que no les funcionó el pronóstico a los expertos. «Amanecemos con una buena noticia, dio a conocer el INEGI los resultados del crecimiento económico en el segundo trimestre y contrario a lo que pronosticaban algunos, de que se iba a caer la economía e íbamos a entrar en recesión, afortunadamente la economía creció, de acuerdo a los datos del INEGI, no les funcionó su pronóstico a los expertos», señaló al presentar una lámina con cifras comparativas de 2018, en «la mañanera» de este miércoles». + + + Tras ello, el nuevo titular de la SHCP afirmó –¡sin contradecir a AMLO!– que no hay recesión, sólo desaceleración. Y vale la pregunta, ¿cuándo en los último 37 años ha estado bien la economía popular?
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