Por la Espiral
*Claudia Luna Palencia
El Gabinete de Donald Trump que hasta el momento va cayendo a cuentagotas, igualmente sirve de termómetro para ir midiendo la temperatura de las aguas políticas en Washington.
Poco a poco el magnate va rellenando los asientos torales de su gobierno recurriendo a personas curtidas en experiencia profesional en la iniciativa privada, hombres y mujeres, que en muchos casos provienen de buenas familias… herederos de fortunas.
No sé si la idea de Trump sea la de gestionar la Administración Pública como si se tratara de una gran multinacional, recordemos que él no tiene ninguna experiencia política y en buena medida está apoyándose en sus hijos y yernos para asesorarse. Dejarse endulzar el oído.
Ignoro si cuando asesinaron al presidente John Fitzgerald Kennedy se abrió este periodo de neblina acerca del futuro inmediato de la nación americana, pero nunca como hasta ahora había escuchado tantas conjeturas al respecto del nuevo mandatario estadounidense.
Yo creo que si tratamos de interpretar un poco la personalidad del millonario podemos esperar cualquier sorpresa, tanto positiva como negativa; alguna que otra charlatanería y comentario fuera de tono.
Hasta el momento la gente que va cayendo en su singular club encontramos tres nombramientos que ya levantan ámpulas: el de Wilbur Ross, secretario de Comercio, Steven Mnuchin, al frente del Tesoro y Tom Price de titular de Salud.
Hay demasiado en juego, Ross es un abierto opositor al libre comercio él en distintos foros ha manifestado la idea maniquea de la pérdida de empleos gracias a los acuerdos comerciales.
Por su parte Mnuchin tiene el objetivo de estimular a las empresas estadounidenses a fin de evitar que deslocalicen producción para reducir costos debido a que otros países les ofrecen ventajas fiscales y mano de obra barata. Para el ex directivo de Goldman Sachs, la clave será bajar impuestos.
Y ojo que todavía NO es el presidente en funciones pero Trump y su incipiente equipo ya está demostrando que no quiere que las empresas norteamericanas generen empleos en otros países a costa de perder los propios. La verdad es que yo haría lo mismo.
Esta semana la empresa Carrier Corp. dio a conocer que deslocalizaría 800 fuentes de empleo trasladándose a México; pero Trump lo evitó al ofrecer estímulos fiscales inmediatos.
De acuerdo con The Associated Press: “Indiana ofrece a Carrier Corp. incentivos por valor de 7 millones de dólares para que conserve en el estado algunos empleos que la empresa preveía trasladar a México. Un vocero de la empresa, Seth Martin, dijo que se hizo la oferta después de negociaciones con el presidente electo Donald Trump.”
Así es y la fiesta no empieza aún. No menos controvertido es Price, precisamente los medios de comunicación neoyorkinos lo tildan del posible destructor del Obamacare, el programa del presidente Barack Obama que le ha dado acceso al sector salud a 20 millones de residentes.
Menuda preocupación para una población que mucha veces opta por hacer turismo de salud en otros países porque no puede atenderse in situ debido a los precios de los servicios de salud en su propio territorio.
A COLACIÓN
Algunos cambios ya se atisban tanto en política monetaria, cambiaria y fiscal porque el magnate pretende un súper dólar, recuperar las tasas de interés elevadas (política monetaria restrictiva) y bajar los impuestos en determinados sectores (política fiscal expansionista) todo ello aderezado de un sector gubernamental mucho más comprometido en la construcción y creación de infraestructura; además se anticipa un mayor gasto militar.
Donald quiere un Plan Marshall pero reactualizado a los prolegómenos del siglo XXI y aunque todavía no nombra secretario de Estado (se baraja el nombre de Mitt Romney) ni se pronuncia en firme con la amenaza de “destituir” a Janet Yellen de la Reserva Federal, casi todos los especialistas dan por descontado un nuevo incremento –inminente- en las tasas de interés.
De una vez que Yellen se despida de su empleo si en la reunión de la FED -13 y 14 de diciembre- deja sin cambios las tasas de interés. Si hay algo que tenemos más o menos claro es que Trump quiere un dólar con la capa de Superman y tasas de interés altas.