El consulado de Isabel Arvide y los perros de rancho
Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Apenas trascendió que el presidente Andrés Manuel López Obrador había nombrado a Isabel Arvide cónsul de México en Estambul, Turquía, y las redes sociales se inundaron del síndrome de los perros de ranchos, ése en el cual en la escandalera de la jauría, sólo el primero sabe por qué ladra.
Los chats de whats, las menciones en Facebook y los twits antes que el análisis, privilegiaron el descontón bajo, el adjetivo sin sustento, la descalificación sin soporte moral.
Algunos periodistas y otros muchos que dicen serlo, le atribuyeron a Arvide, casi estoy seguro sin conocerla ni haberla tratado nunca, solo de oídas, como los perros de rancho, pues, ser parte de todos los males del oficio periodístico.
En este contexto no pocos centraron su atención en ver si Ricardo Monreal y don Héctor Vasconcelos iban a tener que negociar con los aguerridos senadores de todos los partidos, miembros de las comisiones de Relaciones Exteriores de la cámara alta, la ratificación de ese nombramiento, como sí ocurre con los de embajadores.
El zacatecano, presidente de la Junta de Coordinación Política y líder de la mayoría de Morena en el Senado, y los demás integrantes de las comisiones de Relaciones Exteriores senatoriales, respiraron tranquilos al enterarse que como el cargo no era de cónsul general, el nombramiento de Isabel es directo, casi administrativo, que no debía ser ratificado ni por el Senado mexicano y no tendrá tampoco que recibir el visto bueno del durísimo, casi tiránico -dicen no pocos-, presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan.
Periodista singular
Ciertamente, su mala fama parte de sus propias revelaciones. Con 68 años encima, en su juventud, y al inicio de su carrera periodística, dijo haberse relacionado íntimamente con el entonces presidente Luis Echeverría y después con otros altos funcionarios, pero especialmente con miembros de la cúpula militar.
Al margen de eso, realizó una carrera periodísticamente exitosa, que la llevó a publicar su columna “Sin Gafete” durante décadas en las primeras planas de varios diarios, de los llamados nacionales.
Algo que muchos de sus críticos de hoy, no han hecho nunca.
Con orígenes familiares en Tabasco, su proceder profesional y personal ha sido por demás temperamentalmente tropical y no exento de escándalos y controversias. Algunos de ellos la llevaron incluso en un tiempo al exilio en Europa.
Operó la comunicación social de gobernadores en Quintana Roo y Chiapas y quizá de tres décadas a la fecha ha estado involucrada en asesorías y manejo de la seguridad pública en varios estados.
Todo ello lo hizo siempre sin dejar de ejercer el periodismo.
A decir de algunos de sus contratantes, se convirtió en una correa de transmisión de la Secretaría de la Defensa ante los gobernadores, para establecer no sólo un sistema militarizado de seguridad pública, sino para colocar a reconocidos generales y otros mandos en cargos regionales.
Fue notable lo realizado en el mandato de Humberto Moreira en Coahuila, a donde llegó hacia 2010 al frente de 16 jefes militares en retiro –la mayoría generales–, quienes a su vez tenían cada uno de ellos no menos de diez militares (también en retiro) bajo su mando para enfrentar al crimen organizado en esa entidad.
Ese modelo luego se replicó en otros estados y con otros gobernadores surgidos de varios partidos.
De ahí que hoy ese modelo se conozca como el “Modelo Coahuila”.
De acuerdo a la Red de Información de Seguridad Pública Militarizada -una página digital operada por la propia Arvide-, “este es el grupo más numeroso de militares en situación de retiro que se desempeñan en funciones de seguridad pública en una entidad de la república”. Así llegaron a Coahuila.
Según la propia Arvide, el “Modelo Coahuila” se significa por ser “el único que trabaja de forma integral, colaborando entre sí, bajo el mando moral de los comandantes de la Región y de la Zona Militar del estado, en una relación democrática con el poder civil”.
Dentro de este modelo, todos los jefes militares van comisionados, después de pasar pruebas de confianza, por la Secretaría de la Defensa Nacional y ya han sido rotados, “previa autorización militar y consenso con la comandancia de la Región Militar, a conveniencia del gobernador”.
Así, el operativo operado por la periodista llegó a tener simultáneamente a 10 altos mandos en las direcciones de seguridad pública municipal, cinco al mando de la Policía Ministerial estatal y uno más como Subsecretario de Readaptación Social.
Su jefe moral era -indicaba Arvide– el comandante de la Región Militar, lo que además estrechaba la colaboración de las policías bajo su mando con el Ejército en operativos de combate a la delincuencia.
En este esquema, cada uno de los jefes militares ganaba el mismo salario, independientemente de su jerarquía castrense o de la comisión que desempeña.
Ello llevó a decir a Isabel, que “en la práctica no existe sino una relación laboral de respeto con sus jefes directos, lo cual permite un desempeño completamente distinto. De idéntica forma todas las prestaciones que reciben son iguales, renta, gastos, seguro médico, seguro de vida, vehículo blindado, número de colaboradores en una nómina confidencial, todo es igual para todos”.
En este contexto el entonces gobernador Humberto Moreira aclaró que no existía ninguna línea para su desempeño ni ninguna imposición o limitación a su actuación dentro de la ley.
Eso les permitía a los mandos militares intervenir y limpiar instituciones habitualmente corrompidas por el crimen organizado, tanto las policías locales como las instituciones sociales que en provincia sostienen actividades criminales.
En una charla durante una cena casi al final de su mandato, Moreira comentaría a un grupo de periodistas que el único pero del modelo de seguridad militarizada de Arvide, era que siempre que quería él hablar directa y personalmente con alguno de estos jefes, aparecía Isabel en escena.
Fue entonces que decidió dar por finalizada esta relación en Coahuila.
Para entonces, Arvide y sus generales ya habían demostrado que su modelo funcionaba y se fueron a otros estados. Así, hasta hoy.
El consulado
Es por demás obvio que Arvide encabezó durante estos años un esquema operado desde la Secretaría de la Defensa para inducir en buena parte del país un sistema de seguridad pública militarizado para mantener bajo control de la Defensa la información delincuencial de los estados y sus regiones y para conservar activos y vigentes a altos mandos oficialmente en retiro.
Esto es lo que quizá está detrás de su “amigable” nombramiento de cónsul en Estambul.
Creo que más bien se trata de desarmar el llamado “Modelo Coahuila” y desarticular al grupo de altos mandos militares que trabajaba bajo este esquema.
Por lo demás, quienes se han dedicado a vituperarla y a descalificarla no han considerado que el premio del consulado está envenado. Arvide cuenta con 68 años de edad y adolece de varios males. Además va a un país predominantemente musulmán, con un esquema rígido respecto del ejercicio periodístico lo que va a limitarla extraordinariamente. No va a poder escribir ni cartas a sus amigos, menos de temas periodísticos. Turquía es el país con más periodistas en la cárcel en el mundo. Algunos de ellos extranjeros. Así que…
Turquía está en el vértice entre Europa y el muy conflictivo Medio Oriente. Hace frontera con Siria, desde hace años en guerra y se localiza en el área donde se encuentra el Líbano, Israel e Irak.
Ahí rodearse de explosivos y hacerse explotar en mercados, restaurantes y hoteles llenos de extranjeros en lo común de todos los días.
Eso, sin contar con que la mujer a veces vale menos que nada, lo que indica que el consulado no representa ningún premio o un reconocimiento, y menos un alago de un presidente amigo.
Pa’mi que el consulado en Estambul es apenas un paso para sacarla de México. Mis perros de rancho ya dejen de ladrar.
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