El dínamo de los milenícos
Por la Espiral
*Claudia Luna Palencia
En la forma se trata de un simple argot: Baby boomers, Millennials, Generación Z y todos los demás que vendrán. En el fondo son personas que derruyen o edifican determinados arquetipos que terminan convirtiéndose en usos, costumbres y modas.
La de los Millennials (también catalogados como Generación Y, milenial o milénicos) no parece que pasará precisamente de boga, todo lo contrario puede convertirse en una fusión o extensión de los niños y adolescentes señalados dentro del intervalo de la Generación Z, sobre todo porque los unen varios aspectos en común.
Aunque cronológicamente hablando existe una brecha diferencial de edad entre los oriundos de la etapa de 1981 a 1995 (millennials) y los nacidos posteriormente a dichos años (zetas) comparten que han quedado atrapados en la brecha digital: son parte fundamental de la Revolución Cibernética a tal grado que la viven vorazmente como demandantes de más tecnología, mejores aplicaciones, novísimos dispositivos que les faciliten la vida y la intercomunicación.
También tienen mayor conscientia ambiental quizá es su sello más significativo si a los baby boomers los marcó Vietnam, su oda por la paz y la Guerra Fría; a los millennials, su preocupación mayor, tiene que ver con mejorar el ambiente y crear equilibrios.
Por supuesto, el análisis no sería completo si se obviase que los milenícos son en buena medida émulos de Peter Pan: se niegan a crecer del todo, luciendo una vestimenta lo más juvenil posible so pena además, que están regenerando, recambiando y redinamizando el entramado laboral entretejido con la relación trabajador-empresa; los contratos colectivos de trabajo y la fidelidad hacia el patrón y la empresa.
De acuerdo con Deloitte en el año 2025 los millennials representarán el 75% de la fuerza laboral en el mundo y América Latina no quedará indemne de su rastro.
A COLACIÓN
Esta generación además de marcar el ingreso al hito de lo digital, para ellos la tecnología no tiene fronteras, todo lo contrario implica libertad y un imán para sucumbir ante la amplitud de horizontes proporcionados por el universo del Internet, los gadgets, apps y las ventanas sociales.
Los jóvenes marcados por el cambio de era tienen un individualismo como sello que está preocupando a sociólogos y terapeutas porque cada día se aíslan más en cuanto a sus relaciones interpersonales del contacto tête à tête para refugiarse en «socializar» en las redes sociales.
Por ejemplo, para los de la promoción Z, que son hoy en día los niños y adolescentes que pueblan México y el planeta ya están enganchados a las plataformas digitales y a los videojuegos desde el Nintendo, la Xbox hasta demandar el teléfono más completo.
Se ha desplazado por completo a los juegos de convivencia física a cambio de los gadgets y todo aquello que huela a tecnología que les permita a zetas y millennials conectarse hasta siete horas al día a la red universal, tomar las instantáneas para capturar el acontecer del momento y ser los primeros en compartirlo.
De hecho también muchos adolescentes y jóvenes ligan por WhatsApp, Tuenti, Facebook o Twitter y no esconden que entre sus preferencias laborales sus sueños decantan por fabricar videojuegos, ser youtubers, crear aplicaciones o ser DJs.
Sin lugar a dudas, a sus 31 años de edad, el ícono es Marck Zuckerberg para muchos el lumen hecho realidad: gracias a Facebook él es el figurante más joven en la lista de millonarios de Forbes con un caudal de 34 mil 200 millones de dólares.
A diferencia de sus padres y abuelos, los millennials no creen en «casarse» para siempre con la empresa que los ha contratado, son más proclives a la movilidad laboral y a los desplazamientos aunque sea fuera del entorno natural.
De acuerdo con información proporcionada en el foro «Retos jurídico-laborales y tecnológicos en la incorporación de los Millennials en la empresa» organizado por Deloitte, para 2020, dos de cada tres millennials esperan irse de su empresa.
Esta situación se recrudece en el caso de los países emergentes, como México, con pronósticos que avizoran que muchos dejarán su empresa a los cinco años «son los menos fieles».
La de los Millennials (también catalogados como Generación Y, milenial o milénicos) no parece que pasará precisamente de boga, todo lo contrario puede convertirse en una fusión o extensión de los niños y adolescentes señalados dentro del intervalo de la Generación Z, sobre todo porque los unen varios aspectos en común.
Aunque cronológicamente hablando existe una brecha diferencial de edad entre los oriundos de la etapa de 1981 a 1995 (millennials) y los nacidos posteriormente a dichos años (zetas) comparten que han quedado atrapados en la brecha digital: son parte fundamental de la Revolución Cibernética a tal grado que la viven vorazmente como demandantes de más tecnología, mejores aplicaciones, novísimos dispositivos que les faciliten la vida y la intercomunicación.
También tienen mayor conscientia ambiental quizá es su sello más significativo si a los baby boomers los marcó Vietnam, su oda por la paz y la Guerra Fría; a los millennials, su preocupación mayor, tiene que ver con mejorar el ambiente y crear equilibrios.
Por supuesto, el análisis no sería completo si se obviase que los milenícos son en buena medida émulos de Peter Pan: se niegan a crecer del todo, luciendo una vestimenta lo más juvenil posible so pena además, que están regenerando, recambiando y redinamizando el entramado laboral entretejido con la relación trabajador-empresa; los contratos colectivos de trabajo y la fidelidad hacia el patrón y la empresa.
De acuerdo con Deloitte en el año 2025 los millennials representarán el 75% de la fuerza laboral en el mundo y América Latina no quedará indemne de su rastro.
A COLACIÓN
Esta generación además de marcar el ingreso al hito de lo digital, para ellos la tecnología no tiene fronteras, todo lo contrario implica libertad y un imán para sucumbir ante la amplitud de horizontes proporcionados por el universo del Internet, los gadgets, apps y las ventanas sociales.
Los jóvenes marcados por el cambio de era tienen un individualismo como sello que está preocupando a sociólogos y terapeutas porque cada día se aíslan más en cuanto a sus relaciones interpersonales del contacto tête à tête para refugiarse en «socializar» en las redes sociales.
Por ejemplo, para los de la promoción Z, que son hoy en día los niños y adolescentes que pueblan México y el planeta ya están enganchados a las plataformas digitales y a los videojuegos desde el Nintendo, la Xbox hasta demandar el teléfono más completo.
Se ha desplazado por completo a los juegos de convivencia física a cambio de los gadgets y todo aquello que huela a tecnología que les permita a zetas y millennials conectarse hasta siete horas al día a la red universal, tomar las instantáneas para capturar el acontecer del momento y ser los primeros en compartirlo.
De hecho también muchos adolescentes y jóvenes ligan por WhatsApp, Tuenti, Facebook o Twitter y no esconden que entre sus preferencias laborales sus sueños decantan por fabricar videojuegos, ser youtubers, crear aplicaciones o ser DJs.
Sin lugar a dudas, a sus 31 años de edad, el ícono es Marck Zuckerberg para muchos el lumen hecho realidad: gracias a Facebook él es el figurante más joven en la lista de millonarios de Forbes con un caudal de 34 mil 200 millones de dólares.
A diferencia de sus padres y abuelos, los millennials no creen en «casarse» para siempre con la empresa que los ha contratado, son más proclives a la movilidad laboral y a los desplazamientos aunque sea fuera del entorno natural.
De acuerdo con información proporcionada en el foro «Retos jurídico-laborales y tecnológicos en la incorporación de los Millennials en la empresa» organizado por Deloitte, para 2020, dos de cada tres millennials esperan irse de su empresa.
Esta situación se recrudece en el caso de los países emergentes, como México, con pronósticos que avizoran que muchos dejarán su empresa a los cinco años «son los menos fieles».
*Periodista