El Papa Francisco urge acabar con la violencia en Venezuela
CIUDAD DEL VATICANO, 02 de julio, (MOMENTO INFORMATIVO/CÍRCULO DIGITAL).— El Papa Francisco urgió hoy a acabar con la violencia en Venezuela y llamó a lograr una solución pacífica a la crisis que afecta al país sudamericano, durante su bendición dominical con el Angelus.
Asomado a la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico, justo al mediodía, el pontífice pronuncio esa oración mariana y bendijo a miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro, sin importar el agobiante calor.
Al final, durante los saludos, recordó que el 5 de julio próximo se celebrará la fiesta de independencia de Venezuela, aseguró que reza por esa “querida nación” y manifestó su cercanía con las familias “que han perdido a sus hijos en las manifestaciones públicas”.
“Hago un llamado para que se ponga fin a la violencia y se encuentre una solución pacífica y democrática a la crisis. ¡Nuestra Señora de Coromoto interceda por Venezuela! Y todos nosotros rezamos a la Virgen de Coromoto por Venezuela”, añadió.
Entonces comenzó a rezar un “Ave María” en voz alta y en italiano, la multitud se sumó a esta oración. Luego continuó con su mensaje.
Antes, Jorge Mario Bergoglio reflexionó sobre la importancia de que los cristianos sean congruentes y no actúen hipócritamente, demostrando de verdad que son seguidores de Jesús.
Aceptó que, como todas las personas, ellos pueden tener sus límites y sus errores –reconociéndolos con humildad- pero advirtió como peligroso que tengan “un corazón con dobleces”.
“Yo soy un cristiano, discípulo de Jesús, soy sacerdote, obispo, pero tengo dobleces en el corazón. No, eso no va. No debe existir un corazón doble, sino un corazón simple, unido, que no tenga el pie en dos zapatos, sino que sea honesto consigo mismo y con los demás. Los dobleces no son cristianos”, indicó.
Precisó que, por ese motivo, Jesús rezó para que sus discípulos “no caigan en el espíritu del mundo” porque, “o estás con Jesús, con el espíritu de Jesús, o estás con el espíritu del mundo”.
Aseguró que la experiencia le demuestra a los sacerdotes que el afecto del “santo pueblo de Dios” es como un “vaso de agua fresca” que les ayuda a ser buenos, a renovarse y purificarte de “los acuerdos” y a “superar las tentaciones”.