OPINIÓN
*CLAUDIA LUNA PALENCIA
Los tiempos cambian no sé todavía si es para mejor o peor, pero si en la década de 1960 y 1970 era todo un enorme estigma social divorciarse y en 1980 ser homosexual declarado era prácticamente el camino para anunciar que se había contraído VIH-Sida; en la actualidad casi estamos a punto de los bebés a la carta para concebir.
Hasta la noción sobre de la homosexualidad y bisexualidad se ha trastocado con hipótesis que aventuran en unos casos una precondición genética, innata; y en otros por opción, gusto, querer probar o por amafiamiento para acceder más rápidamente ha determinados éxitos profesionales y escalar dentro de selectos grupos de poder.
Se nazca o no, ahora es más fácil salir del armario. Algunos argumentaran que prevalece un avance en los derechos humanos, no obstante, es menester señalar con letras indelebles la prevalencia de intereses económicos para que se hagan visibles.
Sí, en efecto, existe económica y comercialmente hablando todo un marketing que separa al hombre y a la mujer tanto en marcas, modas, tendencias, perfumes, cuidados; etcétera.
Pues hay un tercer mundo que es precisamente lo gay friendly y que aflora en la medida que ellas y ellos se dejan ver y asimismo empiezan a demandar servicios, productos, ropa, viajes, películas, bienes y mercancías. Es decir, todo aquello que factura un enorme corte de caja y contabilidad.
Así es que no es nada más el reconocimiento a sus derechos humanos sino el trasfondo de un poder económico importante y potencialmente atractivo de captar.
No en balde varias capitales del mundo se pelean el título de ser lo más amigables posibles con gays, lesbianas, bisexuales y transexuales una medalla que en realidad es una abierta invitación para decirles «vengan a visitarnos aquí se sentirán cómodos no como bichos raros, nadie les molestará porque somos por demás tolerantes y gasten, gasten, gasten».
Entre los 25 destinos declarados como gay friendly figura uno mexicano: Puerto Vallarta mientras que por parte de España lo hacen Barcelona, Madrid, Ibiza y Maspalomas en Gran Canaria.
Según cifras difundidas por LGBT Capital, en cuanto a turismo mundial, el 10% de los viajeros eligen a Estados Unidos como destino primordial; mientras que en Europa, España es la preferida por encima de Francia, Italia o Reino Unido. Esto implica que más de 6 mil millones de euros anuales por turismo serían aportados por la comunidad LGBT tan sólo en el país ibérico.
De hecho, este grupo es uno de los que más dinero movió en medio de la devastadora crisis económica internacional de los últimos ocho años, no dejaron de viajar, consumir y hasta marcar tendencia.
Por ejemplo, para el caso de México, la consultora Out Now estimó que desde 2013 aumentó un 6% el poder económico de dicho colectivo social formado por personas con ingresos anuales por 74 mil 400 millones de dólares.
A COLACIÓN
El mercado de LGBT es mercadológicamente atractivo. Para los que ya salieron del clóset buscan abiertamente fuentes de ocio, cultura, diversión, coches, casas y hasta hacen planes de boda y tener hijos.
Y por supuesto entretejen redes de poder económico: en España nació la Cámara de Comercio Gay y Lésbica encargada de destacar los aciertos de los empresarios homosexuales, reconocer su labor productiva y entregarles un premio anual.
También buscan medios de pago con los cuales identificarse de ahí que existe Arcoiris, la tarjeta de crédito de MasterCard, con los colores de la marcha de reivindicación del orgullo gay. O la RainbowCard de Visa anunciada por la extenista Martina Navratilova símbolo de las lesbianas.
Hay otros productos financieros más sofisticados como los ofrecidos por corredores de bolsa en Nueva York por supuesto, para gays y lesbianas, como Walter Schubert Global Management.