Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
- Odio mayoritario al PRI y a presidente
- Desborde popular por López Obrador
En este tiempo de elecciones presidenciales, los mexicanos se enemistan entre sí como si, en sus simpatías por tal o cual candidato, les fuera la vida. Como si fueran a volverse millonarios si votan por el candidato de sus simpatías. O fueran a ser presas de la dictadura comunista si gana su oponente. La confrontación llega a ser movida por el odio en todos sus grados. Lo que muy pocos saben es que el odio es la primera grada de la escalera del amor. Por ello dice el dicho que del odio al amor sólo hay un paso.
A la inmensa mayoría de los electores se le ha metido en la cabeza un rechazo casi enfermizo al Partido Revolucionario Institucional del presidente Peña. Y su odio empieza precisamente con este personaje. No le perdonan muchos actos presuntamente injustos, en especial la corrupción escandalosa que ha marcado a su gobierno, no obstante que ha sido el sexenio en que han sido encarcelados, por corrupción, por lo menos 14 ex gobernadores cogidos con las uñas en el Erario.
A él mismo lo acusan de corrupto por hechos muy marcados por el escándalo como el descubrimiento de la lujosa y carísima Casa Blanca, cuya compra fue atribuida a su esposa, Angélica Rivera, información que nadie creyó ni cree por el exorbitante valor del inmueble. No le perdonan al actual presidente sus tratos con poderosas empresas proveedoras del gobierno como OHL, o la brasileña Odebrecht, que presuntamente financió la campaña electoral del presidente, o la triangulación de millonarias cantidades de dinero, en la Secretaría de Desarrollo Social, en manos de Rosario Robles y José Antonio Meade, ahora candidato del PRI a la presidencia de la república.
A Peña Nieto tampoco le perdonan el desmantelamiento de la empresa insignia de la economía mexicana, Petróleos Mexicanos, que con una velocidad vertiginosa ha venido siendo entregada a capitalistas privados, sobre todo extranjeros, volviéndola a la situación en la que se encontraba cuando, el 18 de marzo de 1938, el presidente general Lázaro Cárdenas del Río expropió los campos petroleros que usufructuaban poderosas petroleras extranjeras. Expropió y nacionalizó el petróleo.
El resentimiento de la mayoría puede verse en todas las encuestas sobre preferencias electorales, en las que el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, arrasa con los candidatos oficialistas, Ricardo Anaya, del PAN y sus partiditos satélites, el PRD y el MC, y el candidato del PRI, el panista José Antonio Meade Kuribreña.
Las fobias, sobre las filias, se debaten principalmente en las llamadas redes sociales, en donde se pelean con odio jarocho simpatizantes de unos y otro candidato. También se dan hasta con la bacinica, en los programas de noticias de la televisión comercial.
Por cierto, la revelación entre los defensores electorales de uno y otro partido ha sido Tatiana Clouthier, de la dinastía del “Maquío” Manuel J. Clouthier del Rincón, poderoso empresario sinaloense, candidato del PAN a la presidencia de la república en 1988 y que, al año siguiente, murió en un nada aclarado accidente automovilístico, lo que hizo dudar a muchos acerca de la causa de su fallecimiento, ya que aún estaba fresco el gran fraude electoral contra Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo del general Lázaro Cárdenas del Rio, que sentó en la silla presidencial a Carlos Salinas de Gortari, otro personaje objeto del odio popular, y que aún anda rondando tras las bambalinas del poder gubernamental, haciendo de las suyas como un perverso chupacabras.
Tatiana, la coordinadora de campaña de López Obrador, y ha barrido en la televisión y en las redes sociales con sus oponentes, Jorge Castañeda Gutman (ajonjolí de todos los moles), asesor del panista Anaya; y Aurelio Nuño y Javier Lozano, voceros del candidato del PRI. La encuesta más reciente, ordenada por el diario El Universal, da a AMLO 11 puntos por arriba de su más cercano contendiente, que es el panista Anaya, seguido en la cola por José Antonio Meade.