Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
A fines de la semana anterior, y ante un grupo de estudiantes, Jesús Ramírez Cuevas, jefe de prensa y vocero del presidente Andrés Manuel López Obrador “acusó ‘sesgos’ en la cobertura mediática que distorsionan acciones del Gobierno y declaraciones de funcionarios federales”.
Y sugirió que “algunos columnistas enfilan sus críticas al Gobierno porque se redujo el gasto público en comunicación y los pagos directos a los periodistas”.
Afirmó luego que, en el sexenio de Enrique Peña Nieto, “columnistas ‘conspicuos’ recibieron alrededor de 15 mil millones de pesos, una cuarta parte de los 60 mil millones destinados a publicidad oficial en medios.
“Los columnistas, comentaristas conspicuos, que no llegan a más de 15, recibían casi una cuarta parte…las listas están en internet, de quienes recibían financiamiento de entidades públicas, de Pemex, de CFE, de la Lotería Nacional, de Salud, del IMSS, de Presidencia, de Segob”, enumeró.
La información a la que se refiere el vocero presidencial fue escrita y publicada por Julio C. Roa -dice Raymundo Riva Palacio: un pseudo periodista que se fue a Toronto, Canadá ante su inconsistencia profesional, proclividad al infundio y constante fracaso en medios informativos mexicanos-, el 13 de enero pasado en el portalenlapolitika.com, de su propiedad.
Basado en una información obtenida de Pemex por medio del Inai, el listado de pautas publicitarias que son de dominio público, fueron convertidas por Roa en una muestra irrefutable de cómo el Gobierno de EPN compraba líneas editoriales para proteger el robo de hidrocarburos por la vía del huachicoleo.
Periodistas “huachicoleros” calificó Roa a los columnistas de su lista, integrada por los nombres de los reporteros más sobresalientes de los medios nacionales.
Vale la pena el apunte porque esta es la información sobre la cual decide el jefe de prensa presidencial Ramírez Cuevas la incipiente relación Prensa-Estado de la Cuarta Transformación.
Sobre supuestos.
Infundios vertidos desde Toronto, Canadá por un ¿periodista? a quien le es simplemente imposible que pueda probar lo que dice. Las pautas de publicidad además de que son públicas -lo cual le quita el carácter de oculto, oscuro, ilegal-, simplemente no son prueba de cohecho editorial.
MUERTE A LOS MEDIOS
Hoy, fundado en esta percepción de que todo lo relacionado con medios y periodistas es corrupción, sin que exista el menor rastro de un análisis serio sobre los ejes, causa y efecto, en que operó la relación Prensa-Estado en el largo régimen priísta… pero lo peor, sin que exista el menor indicio del nuevo fundamento que regirá esa relación en sustitución de la anterior, el jefe de prensa y vocero ha decretado no la guerra, sino la extinción de los medios informativos todos en México.
¿Cómo? Simplemente cortando el flujo de recursos publicitarios hacia los medios sin distinción. Hasta hoy, en el ingreso a marzo, el cuarto mes del Gobierno de López Obrador, no ha fluido ninguna campaña o anuncio del régimen. Bueno ni una esquela.
¿A quién le conviene la extinción de los medios informativos?, ¿a AMLO y su Gobierno?, ¿al crecimiento y consolidación de Morena?, ¿a la cuarta transformación?, ¿a quién?
Evidentemente que el desfallecimiento, la extenuación, el agotamiento, la extinción y desaparición de medios informativos no sólo significaría el fin de la libertad de información y la muerte de la libre expresión, sino que condenaría a su fin a la incipiente democracia mexicana.
Y sin democracia ya sabemos que queda.
¿Exagero?
Creo que no.
Consecuencia directa del congelamiento de presupuestos publicitarios durante los últimos 3 meses, sin programas ni nuevas reglas en la relación Prensa- Estado, el arrebato de despidos y recortes domina hoy a todos los medios informativos mexicanos. Grandes, medianos y chicos ya sean impresos o radiofónicos, televisivos o digitales es igual. No hay uno sólo que hoy goce de salud financiera y certidumbre respecto de su futuro.
Los hechos derivam a que no exista encuentro casual o concertado de periodistas que no derive en lo mismo: ¿sabes algo?
Y no, nadie sabe nada. En medio de la incertidumbre, carencias y agotamiento que afectan a todo el periodismo mexicano, domina la ausencia de una definición de una nueva política que determine los nuevos términos de una nueva relación Estado-Medios.
El martes 29 de enero, sin aviso previo ni explicación posterior, el Diario Oficial publicó el acuerdo firmado por la secretaria de Gobernación, la exministra Olga Sánchez Cordero que da a conocer los Lineamientos generales para el registro y autorización de los programas de Comunicación Social y de promoción y publicidad de las dependencias y entidades de la Administración Pública para el ejercicio fiscal 2019.
A mediados de diciembre de 2018, al aprobarse el Presupuesto de Egresos para 2019, hubo una sorpresa para el medio periodístico:
- Los recursos aprobados para Comunicación Social aumentaron en 1 mil 573 millones 985 mil pesos respecto de los 1 mil 606 millones del año anterior, para sumar un total de 3 mil 179 millones 673 mil 76 pesos.
- Este gasto se programó para el área de Comunicación de 19 dependencias del poder Ejecutivo, aunque la mayor parte se destinó a la Secretaría de Gobernación.
Estos chispazos sin embargo no han generado más que silencio e inacción. No ha habido campaña publicitaria alguna ni nadie dentro del Gobierno, ni el presidente López Obrador en sus prolijas y largas conferencias mañaneras, ha salido a precisar nada respecto de la nueva relación Prensa-Estado.
En este contexto todo son rumores. Supuestos. Recomendaciones en falso. Como el de certificar las tarifas publicitarias de los medios en el área de Comunicación Social de Hacienda o el de inscribirse a sistemas como el de Comscore o Alexa, para los medios digitales.
MONREAL MUESTRA INQUIETUD
EL DESAFÍO
En este contexto, el único que ha expresado su inquietud sobre la necesidad de establecer un nuevo régimen Prensa-Estado, ha sido el líder de la mayoría de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, el zacatecano Ricardo Monreal.
En su libro “Desafíos: El Senado de la Cuarta Transformación”, en su capítulo 7 plantea que al sorprendente y abrumador triunfo de AMLO debía surgir un nuevo modelo de esta relación.
“La Comunicación, como herramienta valiosa para conseguir la gobernabilidad, tendrá que aprovechar la coyuntura para también transformarse hacia el cambio de modelo comunicacional que se ha aplicado en los últimos 3 sexenios y que se puede resumir en que, a mayor gasto de Comunicación Social, menor credibilidad en el gobierno y las instituciones”.
Y adelanta que el nuevo régimen en esta relación debe ser uno que privilegie la información sobre la manipulación mediática y la publicidad.
Por ello en su equipo cercano, se llegó a hablar de modificar el modelo de dispersión de recursos publicitarios gubernamentales, hacia uno cercano al europeo, donde los medios reciben un subsidio bajo el principio de ser entidades de interés público por ser creadores de opinión pública e impulsores de mejores niveles de civilidad y cultura.
Esta incipiente proyección quedó en la basura con el comentario del vocero y jefe de prensa hecho ante estudiantes. Pero sobre todo por los hechos de que al día de hoy simplemente nadie sabe nada de la nueva política de Comunicación Social del Gobierno de López Obrador.
Así de simple y directo.
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