Por la Espiral
*Claudia Luna Palencia
Es mujer. En realidad, el principal problema de Hillary Clinton es que es mujer, más allá de su neumonía que ahora intenta ser utilizada como arma de destrucción masiva por parte de Donald Trump para azuzar más votos a su favor; a ella se le observa con lupa a tal grado que sus enemigos políticos intentan defenestrarla en plena campaña.
Se trata del arte de la guerra pero no en la versión de Sun Tzu sino en la versión canalla de la realidad rampante de la política trapera de la zancadilla al contrario como cosa de casi todos los días.
Y si se trata de una fémina metida en la política el escenario es aún más cruento sea el cargo que sea comenzando por las habladurías en los mentideros acerca de las razones de peso para obtener determinado nombramiento.
No se valora la inteligencia ni la preparación se ponen encima de la mesa aspectos más sexistas y discriminatorios; por ejemplo: ser la novia, la amante, la esposa o la ex.
Es como si ellas pasaran a ser apéndices del otro pero y por qué el otro no pasa a ser apéndice de la otra; ¿qué no dicen aquello de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer?
Hace unos días atrás en España Rita Maestre y Tania Sánchez, dos jóvenes metidas en la política, recriminaron a los medios de comunicación que hagan alusión a ellas como “las ex de” e hicieron muy bien en poner los puntos sobre de las íes.
Aunque todavía en la plenitud del siglo XXI parezca imposible romper con la primera impresión del físico de ellas; ¿cuántos varones políticos son un verdadero adefesio y eso no es óbice para truncar su carrera o bien requieren de una dieta depurativa para dejarles una mejor presentación al ser personajes públicos?
Si encima de un templete a micrófono abierto un político diserta un manido discurso, los oyentes le juzgarán a ojos vistas por su elocuencia, su grado de autenticidad para capturar su atención para convencerles y hacerles llegar el mensaje. Es decir, para un varón metido en la política el físico no es el picaporte o el dique.
En cambio, para una mujer, la impresión externa cuenta muchísimo –para bien o para mal- ya después dirán ¡ah! vaya también es inteligente, preparada y hasta culta. En el caso, el del templete, si fuera una política la que estuviese soltando la perorata el público estaría más atento en ver su maquillaje, si tiene ojos bonitos, sonrisa agradable, si está bien peinada, si es gorda o flaca, vieja o joven; cómo tiene el pelo, los senos, las caderas, las piernas…
A COLACIÓN
Para los estrategas de imagen el posicionamiento visual es imprescindible para conquistar los votos de las audiencias, para quienes hacen carrera política de por vida los contrastes son visiblemente notorios en cómo comenzaron como funcionarios y poco a poco, fueron puliendo su apariencia. No pasa con todos pero es bastante apreciable para ellas.
Hillary Clinton como abogada fue cuidando cada vez más su apariencia hasta que tuvo completamente encima los reflectores cuando fue Primera Dama y ahora como candidata es impecable.
Mujer de brillantes ideas demostró su temple, de qué está hecha, cuando en medio del escándalo de los puros y las becarias de su marido Bill Clinton por entonces presidente de los Estados Unidos, ella no abandonó no escondió la cara es más se creció entre la granizada de señalamientos, las habladurías, y el escarnio absoluto.
Hillary no salió corriendo y cualquier esposa sabrá que lo que ella aguantó no fue peccata minuta revelación más que suficiente de su carácter, quizá por ello resulta ahora tan chocante que a la candidata demócrata la estén dando prácticamente como desahuciada, al borde ya de perder la campaña porque un vahído el fin de semana pasado debido a una neumonía la mandó a descansar a casa.
¿Y los candidatos varones a diversos puestos que esnifan cocaína, que aguantan las largas jornadas entre ron y ron para después cortarse la borrachera con una o dos rayas; o los mujeriegos que se pierden entre orgías o los que medio matan a sus esposas porque son golpeadores o los que llevan una doble moral? ¿Qué es lo verdaderamente trascendental? ¿Qué un político tenga salud de acero o salud mental a cabalidad?
Si la edad no es impedimento para acceder a un puesto de representación popular (lo único es que debe ser mayor de edad) la barrera del género debe derruirse lo más rápidamente posible hace menos de cien años las mujeres no tenían ni voz ni voto en unas elecciones en diversos países.
A como dé lugar debe cambiarse esa idea retrógrada de hombres de primera, y de mujeres de segunda, y no estoy a favor de las cuotas impuestas de género político-partidista pero sí de abrir las filas a las mujeres capaces y capacitadas.
De ganar Hillary las elecciones del 8 de noviembre próximo tendríamos un hito histórico en la nación más poderosa del mundo que ya demostró ser capaz de tener a un afroamericano en el Despacho Oval. Ahora me pregunto si ella lo logrará…