¿Final de una era de los partidos políticos?
Juan Martínez Veloz
Estamos viviendo en el mundo y en México cosas inéditas; impensables hace algún tiempo en relación a los partidos políticos; hechos que anuncian el fin de una era o la transformación de los partidos mexicanos en otra cosa.
Solo mencionaremos algunas hechos:
* El triunfo en varios países de candidatos sin antecedentes propiamente políticos (partidistas); Donald Trump en EUA, Emanuel Macron en Francia, Jaime Rodríguez (como Gobernador) en Nuevo León, México.
* La ausencia de los partidos políticos en las labores de rescate del sismo de septiembre. No tuvieron brigadas juveniles de apoyo en las labores de rescate. Tampoco se vieron serios en el tema de la “reducción o no ejercicio del financiamiento público” para atender la reconstrucción. Las autoridades en la materia; INE y Secretaria de Hacienda deben de informar sobre el tema.
* La elección de candidatos en los partidos políticos mediante “encuestas similares” (no votaciones) que los ciudadanos no entendemos.
* Las coaliciones electorales entre partidos que parecen contradictorias (Ver mi artículo “Las cuestionables coaliciones de partidos”).
* La pérdida de registro como partidos políticos y de prerrogativas de una gran cantidad de partidos (9) en las elecciones de junio pasado en Coahuila.
*. Las candidaturas probables (hoy aspirantes o precandidatos); el PRI de José Antonio Meade y en el -Frente Ciudadano (PRD, PAN, MC) de Miguel Ángel Mancera como candidatos “apartidistas”.
Y ¿los derechos de los militantes en los partidos, las encuestas dónde quedan? Muy bien ambos personajes (excelente nivel académico y administrativo) pero los partidos deben procesar sus candidaturas con la participación de los militantes y ciudadanos.
Todo esto junto nos hace pensar que anteriormente otros grandes líderes del mundo tenían algo de razón en su rechazo hacia los partidos políticos.
Entre los pensadores que se opusieron a la concepción de partido, destaca JEAN JACOB ROUSSEAU, quien en su libro El Contrato Social, expresó claramente su oposición a las formaciones políticas como elementos deformadores de la VOLUNTAD GENERAL, al señalar que:
”Cuando se forman facciones, asociaciones parciales a expensas de la grande, la voluntad de cada una de esas asociaciones resulta general en relación a sus miembros y particular respecto al Estado. Entonces puede decirse que no hay tantos votantes como hombres, sino sólo TANTOS VOTANTES COMO ASOCIACIONES. Las diferencias se han vuelto menos numerosas y dan un resultado menos general. En fin, cuando una de éstas asociaciones es tan grande que domina a todas las demás ya no tenemos como resultado una suma de pequeñas diferencias, sino una diferencia única; entonces NO HAY VOLUNTAD GENERAL Y LA OPINIÓN QUE PREVALECE NO ES MÁS QUE UNA OPINIÓN EN PARTICULAR” (Citado por Isidro Molas en: Partidos Políticos, Salvat-Editores, México, 1973, p. 24)
En la Convención Americana de 1787 se consideró también a las facciones como causa de la ruina de las repúblicas. JAMES MADISON (1751-1836) en El Federalista mostró también su aversión a las mismas.
GEORGE WASHINGTON llegó a expresar también en su célebre discurso de despedida su recelo a los partidos políticos, señaló:
“Cuando se piensa en lo que podría destruir nuestra Unión, no se puede olvidar, ni dejar de estar gravemente preocupados por los inconvenientes que produce la división geográfica de los partidos: partidos del Norte y del Sur, del Atlántico y del Oeste. División que, en ocasión a la designación de mandatarios puede dar lugar a que se produzca una verdadera divergencia de intereses de carácter localista. La eficacia y la duración de nuestra Unión requieren de un gobierno para el todo” (Citado por Antonio Ma. Calero: Partidos Políticos y Democracia, Salvat-Editores, Madrid, 1982, p. 47).
NAPOLEÓN en Francia expresó también su oposición a los partidos, señalando: “GOBERNAR A TRAVÉS DE UN PARTIDO ES COLOCARSE TARDE O TEMPRANO BAJO SU DEPENDENCIA. JAMÁS CAERÉ EN ESE ERROR. YO SOY NACIONAL” (Gerad: Napoleón. Museo de Versalles.)
MAURICE DUVERGER especialista en el tema señala que los partidos políticos nacieron y se desarrollaron al mismo tiempo que las elecciones y la representación. Aparecieron primero bajo la forma de comités electorales, encargados a la vez de conseguir para un candidato el patronazgo de notabilidades y de reunir fondos necesarios para la campaña. Precisa que también se observó en el marco de las asambleas el desarrollo de grupos parlamentarios que agrupaban a los diputados de una misma tendencia para una acción común. (Duverger, Maurice: Instituciones Políticas y Derecho Constitucional, Ariel, Barcelona-España, 1988, 6a. edición en castellano, p.85).
Apunta Duverger, en otro estudio clásico que hacia 1850, ningún país del mundo, con excepción de Estados Unidos, conocía los partidos políticos en el sentido moderno de la palabra, había tendencias de opiniones, clubes populares, asociaciones de pensamiento, grupos parlamentarios, pero no partidos propiamente dichos (Duverger, Maurice: Los Partidos Políticos, Fondo de Cultura Económica, México, 1985, p. 15,).
JAIME CASTREJÓN DÍEZ señala que se pueden identificar, por lo menos TRES ETAPAS EN LA CONFORMACIÓN HISTÓRICA DE LA IDEA DE PARTIDO:
La primera se caracteriza por una falta total de organización interna, en la cual las agrupaciones todavía no pueden definirse como partidos, sino como grupos de ideas e intereses determinados, que luchan políticamente y, en ocasiones, identifican a uno de sus miembros como jefe o conductor. Tal es el caso de las primeras asambleas y parlamentos, en las que el líder se constituía en jefe de una estructura incipiente.
La segunda etapa se conforma con grupos rudimentarios vinculados a la idea de soberanía popular, democracia representativa y sistema constitucional que aparecen a finales del siglo XVIII y empiezan a estructurarse como partidos de notables o comités en las que se reconoce la participación del pueblo en la gestión del poder público.
En la última fase el partido aparece ya como una organización compleja, especializada y masiva, cuyo objetivo central es el triunfo en los comicios y por tanto el partido se conforma en una maquinaria ideológica y electoral (Castrejón Díez, Jaime: “La política según los mexicanos”, Océano, México 1995, p. 180).
Estas tres fases estuvieron presentes en la conformación de nuestros partidos políticos en México desde el siglo XIX, cuya historia ha sido muy compleja y en ocasiones misteriosa.
Creemos que algo no anda bien en los partidos mexicanos. Hemos escrito varios artículos sobre el tema (consultables en Internet). BIENVENIDA LA CIUDADANIZACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS PERO CON REGLAS; con elecciones primarias donde ciudadanos “sin partido” y “con partido” pueden contender para un cargo de elección popular; sin “normas privativas” dirigidas a beneficiar ( a crear un privilegio) a un ciudadano en específico. ¿Dónde queda el ciudadano común frente a los partidos?