Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
· A qué le tiras cuando sueñas…
· Al PRD sólo le queda Silvano
¿Qué pueden hacer por México los perdedores reciclados? Tuvieron la gran oportunidad y la desperdiciaron porque se dedicaron a hacer de la política un gran negocio sucio.
El PRD no existe más. Podría aceptarse que aún existen Los Chuchos. Sus enterradores. Sólo queda quien cerrará la puerta de esa casa derruida: Silvano Aureoles Conejo, gobernador de Michoacán. Pero los michoacanos no volverán a votar por el perredismo. Ahí viene Cristóbal Arias, ahora senador de la república. Se ve que él es el bueno para gobernar la tierra de Vasco de Quiroga, ahora vapuleada por los barones sombrerudos de las bandas criminales.
Todos son pasado y pasado fracasado. En el PRD, en el PRI, en el sector académico, en la estructura de los gobiernos “de la revolución”. Ya no dan para más. Son demasiado pasado, rancio pasado, como para pensar en “Futura 21”. Y el PRD de Los Chuchos, sigue perdiendo. Ni siquiera esperaron el amanecer de este martes 27 de agosto, dos connotados personajes del pasado – Alejandra Barrales y Juan Zepeda – para anunciar su renuncia al partido. O sea que hay dos chuchos menos.
De veras. Aunque ellos no me lo crean. Son demasiado fracaso, demasiado perdedores. Vienen de la podredumbre del poder. De la corrupción institucionalizada. De la impunidad. De la simulación. Del cinismo. Lo malo es que se llevarán entre las patas a uno que otro inocente, a uno que otro despistado priista.
Los que aparecen como voceros, claro, lo están haciendo muy conscientemente. No se cansan de medrar con el financiamiento y las prerrogativas que otorga el pueblo a los partidos políticos. El pretexto para seguir en el negocio es parar al presidente López Obrador, ahora un peligro para todo; según ellos, un fracaso, un pendejo, un ignorante, y otras sandeces y un enemigo de la democracia. Para lograr sus fines personales, acusan al gobierno morenista de que se convertirá en una dictadura.
Debo recordarles que el presidente López Obrador nunca ha sido santo de mi devoción desde que era dirigente social y político. Muchas veces lo he confesado. Ante la brutal crisis social, política y económica disparada por los gobiernos emanados del PAN y del PRI, yo nunca vi a alguien capaz de hacerle frente. Ni el PAN, ni el PRI, ni el PRD, que al final del día fueron lo mismo. Sólo quedaba uno.
Y ese uno era López Obrador, adoptado por la inmensa mayoría de ciudadanos como su dirigente, como su líder. Y ese tabasqueño los hizo talco. Ahora sí que mandó al diablo a las instituciones partidistas. Poco quedó de ellas y de lo que quedó no se hace nada. Hay mucho pasado, como dije antes. Hay mucha corrupción ideológica, política y económica en tales grupúsculos.
López Obrador peca de soberbio. Tiene muchos defectos. Tienen muchos amigos impresentables, políticastros que intentan embaucarlo. Ejemplos hay. Pero sabe lo que está haciendo. Sabe que tiene que asegurarse el apoyo de la mayoría. Y, pese a los que piensan en volver al futuro, lo está logrando. Su popularidad, por mucho que intenten opacarla sus enemigos, está por encima del 60 por ciento o quizá más arriba. Si hoy fueran las nuevas elecciones, Morena – su partido – volvería a arrasar, de acuerdo con las encuestas.
Además, los conspiradores no se convencen ni a si mismos. ¿De veras no se dan cuenta de que su tiempo pasó? Intentar la formación de un partido llamado Futura 21, sin futuro, con puro pasado y pasado tramposo, corrupto, perdedor, es una tontería. No se dan cuenta de que sólo los sigue un reducido grupo de adoradores del pasado. No quieren aceptar que su tiempo se acabó como el del niño que le da de garrotazos a la piñata.