Gasolina, cuentos y engaños chinos
OPINIÓN
*FRANCISCO RODRÍGUEZ
El famoso «sexenio» del peñato sólo duró el tiempo necesario –alrededor de dos meses, hasta que les explotó «accidentalmente» el sótano de la Torre de Pemex– para llevar a cabo el descomunal engaño de la «reforma estructural energética», que todos los aplaudidores a sueldo se aprestaron a ensalzar y llevar a los Altares de la Patria.
Los atracomulcas habían llegado al poder presidencial sin programa de gobierno, sin idea de Nación, y por eso se agarraron del clavo ardiendo que les ofrecieron los inminentes desempleados políticos de la cúpula perredista-panista, llamado «Pacto por México», y proponer con este una sarracina de puñaladas a la Constitución, destinadas a la debacle del país.
Durante ese lapso, toda la prensa incondiȼional –impresa, radial, televisiva– dio rienda suelta a panegíricos y loas pedestres, pero muy bien pagadas con nuestros impuestos, para que la nefasta tolucopachucracia pusiera las bases de lo que acabó siendo un fracaso de resonancia mundial, los cimientos de la destrucción nacional.
Vi(rey)garay, “mejor financiero del planeta”… y circunvecinos
Se gastaron miles de millones de pesos para lograr publicaciones extranjeras bastante cotizadas que resaltaran a Peña Nieto como «el salvador de México», a la infame reforma como la punta de lanza y el reflejo del Mexican Moment, que sólo existía en sus mentes, desaforadamente entreguistas y vendepatrias. También «vendieron» en pasquines a los mentecatos como los nuevos niños héroes nacionales y hasta mundiales.
Como ejemplo, el emisario de la fracasada estrategia panfletaria, el impresentable Luis Vi(rey)garay, aprovechó la escalada para publicitarse en el exterior como «el mejor financiero del planeta» (y otros circunvecinos) y se hizo condecorar por libelos neoyorquinos, después de carísimos agasajos. Decía ser el enviado del futuro, cuando sólo era y es un badulaque de siete suelas, que secó la economía del país en dos semestres.
Remataron los tolucos la mitad de “Pajaritos” a Del Valle
Al mismo tiempo, por debajo del agua, los atracomulcas llevaban a cabo, de espaldas al Congreso, el remate de las instalaciones y de la industria petrolera nacional, regalando el patrimonio soberano a pelafustanes que se decían socios de Pemex, como Antonio Del Valle, quien recibió la mitad de la Petroquímica de «Pajaritos», para succionar materia prima de derivados secundarios y sembrar la muerte y la zozobra.
Sepultaron, tolucos y pachuquitas, una historia de entrega y sacrificios, como la que se desarrolló para defender la expropiación petrolera de 1938, cuando las empresas transnacionales afectadas se vengaron de nuestro país cerrando sus refinerías e impidiendo la compra de gasolinas, queriendo bloquear el transporte y la movilización de cualquier mercancía, de cualquier mexicano.
En 1938, técnicos petroleros fabricaron gasolinas inmejorables
Fue entonces cuando se agudizó el ingenio y el patriotismo de los técnicos y obreros petroleros mexicanos para adecuar tecnología y herramientas casi rudimentarias y, a base de tetraetilo de plomo e igualar los niveles de octanaje, utilizar las refinerías clausuradas y la planta productiva extranjera y producir las gasolinas que requerían el comercio, el transporte y la industria, para sacar adelante la expropiación.
Pemex se mantuvo hasta la llegada de López Portillo, que se montó auténticamente sobre la revelación de insondables riquezas petroleras en el Golfo de México y convocó al país a «administrar la abundancia», llevando a cabo un derroche inmisericorde de recursos burocráticos que sirvieron para «una pura y dos con sal».
Al ritmo del sonsonete de Cantarel, y el alucine de las plataformas petroleras, los siguientes sexenios gozaron de esa bonanza artificial y monoexportadora. Descuidaron las actividades agropecuarias, desmantelaron el Estado y acabaron con el país, o con lo que quedaba de él.
Mouriño: sí a gasolinas chinas que “envenenan el ambiente”
Pero la llegada de la tolucopachucracia fue la puñalada mortal. Las refinerías de Cadereyta, Ciudad Madero, Tula, Salamanca, Minatitlán y Salina Cruz fueron abandonadas a su suerte, se convirtieron en una ficción, para dejar el paso libre a la importación desaforada de gasolinas de más de una docena de países, destacadamente de China e India, los países más contaminados del mundo.
A pesar de que, desde el fatídico docenato panista, se había advertido del peligroso crecimiento de la importación de combustibles, al peñato se le hizo fácil el negocio de los moche$ en ese como en muchos sectores. Hasta el difunto Juan Camilo Mouriño había advertido que esos venenos se dedicaban al consumo de la Ciudad de México y a cuatro de cada diez consumidores del país.
Tanto la Secretaría de Energía como Pemex asintieron la afirmación. Jordy Herrera, subsecretario de Planeación Energética del beodo Calderón dijo que ya para el 2009 se importaban 400 mil barriles diarios de esos países asiáticos, y la operación tendía a crecer. «Aunque quisiéramos que las gasolinas fueran mexicanas, no se puede, porque no se ha invertido en crear refinerías». Una declaración lapidaria.
Mortal de necesidad que un país petrolero importe combustibles
Cuando el peñato se dio cuenta que en Tula se producían gasolinas con Ultra Bajo Azufre (UBA) dio carpetazo a cualquier inversión para poder continuar a tambor batiente el negocio de la importación. El asunto era sencillo: combinar las gasolinas con etanol, un alcohol que no produce azufre o nitrógeno ni los fatídicos precursores PM’s que contaminan las urbes mexicanas.
Hasta los pocos empresarios nacionalistas del CEESP, revelaron la importación de gas natural del Perú, por parte de la CFE y expresaron, desde el 2009, que «el hecho de comprar combustibles en el exterior no es algo fuera de lo común; lo es, cuando el país importador es uno de los principales productores de crudo en el mundo». Mortal de necesidad.
Lozoyita y Vi(rey)garay pleito por la “repartacha” del “moche”
La División de Comercio Internacional de Pemex, PMI, boletinó oficialmente que cuatro de cada diez automóviles usaban gasolinas provenientes de Taiwán, Singapur, Corea, Japón y España, países que en su vida han visto una torre petrolera sacando bitúmenes de su geografía. Todo un engaño de chinos.
Más de diez mil millones de dólares anuales que arrojaban pingües ganancias por comi$iones a los encargados de Pemex, del multimillonario en verdes Lozoyita, salpicando hacia arriba a Vi(rey)garay –quien lo propuso para el cargo, hasta que entraron en conflicto por «la repartacha»– y de ahí hasta donde llegara el producto de ese esfuerzo de mercachifles y rateros.
Gasolineros: la china contamina 500 veces más que la mexicana
Hace unos días, el presidente de la Asociación de Gasolineros del Valle de México, Manuel Robles Gil –que de esto creo que sí sabe–, acaba de declarar que la contaminación de la CDMX se debe a la gasolina barata que está importando México de China. «Contamina 500 veces más que la mexicana y 700 veces más que la gringa. La neblina grisácea que padecemos, es igual a la que se ve en China, India o Paquistán, los países más contaminados del mundo». A confesión de parte, relevo de pruebas.
Para defenderse, Pemex saca a declarar a un tal Jorge Itzal (?), encargado de la Dirección de Transformación Industrial, para balbucear que «¡los combustibles de Pemex no contaminan»! Si ya sabemos que las gasolinas no son de ese fantasma de empresa a la que la redujo el peñato, sino de Asia de donde las importan.
Importar gasolinas significa un gran negocio para los fruncionarios
¿Para eso querían los atracomulcas la reforma energética, para acabar de desbaratar todo lo posible? ¿Para continuar a velocidad turbo rematando la geografía del país, patrimonio de todos los mexicanos y de los hijos de nuestros hijos?
¿Para que Lozoyita compre mansiones en las costas más ricas del Este de los Estados Unidos y viva en ellas como marajá y en la impunidad absoluta? ¿Para qué Vi(rey)garay continúe engordando su cochinito, en su desaforada y demencial carrera hacia la Presidencia de la República que a lo más lejos que podría llevarlo sería al Palacio de Gobierno de Toluca? ¿Para sepultar la memoria de los bravos obreros y técnicos petroleros mexicanos que salvaron en 1938 al país de la tragedia?
¿Para continuar acrecentando sus bolsillos y contaminando con partículas pesadas a la Ciudad de México, que tiene que tomar medidas valerosas contra este atentado al mínimo pudor?
Porque, «la peor verdad –dijo Jacinto Benavente– sólo cuesta un disgusto. La mayor mentira cuesta muchos disgustos pequeños, y al final, uno muy grande». ¡Con la gasolina china, los mexicanos hemos sido engañados como chinos! Y no sólo estamos de mal humor, como dice Peña Nieto, estamos algo peor que eso. ¡Mucho peor! ¡Encabronados!
¡Que los atracomulcas arrostren las consecuencias! ¿No cree usted?
Índice Flamígero: “No siempre coincido con los panistas de pura cepa –escribe don Alfredo Álvarez Barrón–, aficionados al table dance y devotos del moche oficializado, pero debo reconocer que las declaraciones de Marko Cortés, coordinador del PAN, al comparar a Donald Trump con Andrés Manuel López Obrador, a quienes acusa de ‘sembrar odios al hablar de los buenos y de los malos’, tienen cierto grado de credibilidad; en la actitud de ambos personajes, toda proporción guardada, hay algunas similitudes…”. Y enseguida El Poeta del Nopal apunta con jiribilla: “Al publicar su teoría / tienen alguna razón, / Donald Trump y el Peje son / dos necios de antología; / pero su fina ironía / no implica grandes aciertos, / desfacedores de entuertos / y de la Patria custodios: / si Andrés Manuel sembró odios, / Felipe cosechó muertos.”