Balón Cuadrado
Jesús Yáñez Orozco
+Mesut anunció que no volverá a jugar con la Selección Alemana
+Se ha convertido en chivo expiatorio de la eliminación germana en Rusia 2018
+»Soy alemán cuando ganamos, pero inmigrante cuando perdemos”, argumentó en redes sociales
+Algunos sectores censuran su entrevista con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan
Racismo cada vez más acendrado en el deporte profesional. Entre otras cosas obedece a que hay gobiernos marcados con la tinta indeleble de ideologías que oscilan entre la derecha y la ultraderecha. Y que responden y corresponden al rampante neoliberalismo hace tres décadas. Sean países desarrollados o subdesarrollados. Combinación que decanta en neofascismo. Una de sus víctimas es el futbolista alemán Mesut Özil, de origen turco.
El ejemplo más claro de este fenómeno es el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, neonazi con la bendición de dios. Desde septiembre pasado, entre otras cosas, ha calificado de «hijos de puta» a los jugadores de la NFL que se hincan durante los honores a la bandera, previo a los juegos, en protesta por la discriminación racial, en particular la violencia policiaca en contra de ciudadanos afrodescendientes.
Hace cuatro días en un tuitazo, Trump, sugirió dos sanciones: el jugador arrodillado primera vez, fuera de juego; y si reincide fuera de temporada y sin goce de sueldo.
Al crack de la selección alemana lo cruzó la envenenada flecha de la discriminación del balompié. Y sangra palabras por la herida. Sobre todo a raíz de la debacle del cuadro germano en el mundial de Rusia 2018. De manera insólita fue eliminado en la primera fase –perdió ante México 0-1 y frente a Corea de Sur 0-2, aunque venció 2-0 a Suecia— que decantó en el anunció de su decisión, que desmenuzaba tiempo atrás, de no volver a enfundarse en la camiseta de la escuadra ex campeona del mundo.
Entre sus argumentos, destacan dos frases lacónicas que en convirtieron en reguero de pólvora encendida en la piel del balón:
«Soy alemán cuando ganamos, pero inmigrante cuando perdemos” y “tengo dos corazones, uno alemán y otro turco. Nací y fui educado en Alemania.”
Ex jugador del Schalke y el Werder Bremen, luego en el Real Madrid y actualmente en el Arsenal de Londres, lanzó una pregunta a sus detractores:
“¿Por qué hay gente que sigue sin aceptar que soy alemán.”
El ministro de justicia turco, Abdulhamit Gul, felicitó al jugador alemán “quien al dejar a la selección nacional ha marcado el más hermoso gol contra el virus del fascismo».
Sin darnos cuenta, como he escrito, el racismo es eufemismo de ignorancia, incultura, intolerancia, miedo a lo distinto. Porque todos somos extranjeros en la tierra. Más la sangre borra toda nacionalidad bajo la piel. Todos la tenemos teñida del mismo color.
El tono de la dermis, pienso, es un accidente geográfico. Con solo mirarla, suele aterrarnos la diferencia del otro, la otra.
No nos percatamos que, lo único que los iguala –además de la sangre— pobres y ricos, es una inconmensurable Trinidad: amor, dolor y locura.
Por eso, quizá, Özil no tuvo reparos al anunciar que, a sus 29 años, no volverá a jugar más por la selección. Mensaje que convulsionó al futbol alemán. Acaparó los principales espacios de la industria mediática mundial y se hizo viral en redes sociales.
Considerado el jugador más talentoso de su generación y pieza fundamental del título de Alemania en Brasil 2014 se explayó en un extenso comunicado. Dividido en tres partes –noche del domingo– compartió en su cuenta de Twitter, para explicar que se trata de una decisión meditada a raíz de lo que ha vivido en los últimos meses.
Y que, obvio, duele. Lacera su entraña-
Özil –valuado en 45 millones de euros, según Transfermark– se refirió a su criticado encuentro el pasado mes de mayo con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, la reacción de la prensa y sus patrocinadores y la actuación de la Federación Alemana de Futbol (DFB, por sus siglas en alemán), en particular la de su presidente, Reinhard Grindel.
El organismo rechazó este lunes las acusaciones emitidas por el jugador, aunque reconoció que pudo haber hecho más para defenderlo de los abusos en su contra.
Özil asegura que ha recibido mensajes de odio tras haber sido señalado como uno de los principales culpables del fracaso de Alemania en el pasado Mundial de Rusia 2018. La campeona del mundo cuatro años atrás, fue eliminada de manera vergonzante en la primera fase.
Incluso se ha considerado como chivo expiatorio. Una parte de la prensa alemana y muchos aficionados en redes sociales lo responsabilizan por el incalificabe papel del equipo en el torneo de la FIFA.
El mediocampista es nieto de una familia de inmigrantes turcos que se estableció en Gelsenkirchen, en el oeste de Alemania, ciudad en la que nació en 1988. Además del título ganado en 2014, Özil ha jugado 92 partidos por la selección y desde 2011 ha sido votado en cinco oportunidades como el mejor jugador del equipo por los aficionados.
Una de sus cualidades que más se destacan es su visión de juego. Según datos de Opta –empresa líder en el mundo en producción de datos y estadísticas deportivas–, el alemán lleva 209 asistencias y 96 goles en los 537 juegos que ha disputado como profesional, con una envidiable efectividad de pase: 86%.
«Es con mucho dolor y después de mucha consideración que debido a los hechos recientes no jugaré por Alemania mientras tenga este sentimiento de racismo y falta de respeto», reconoció.
«Solía portar la camiseta de Alemania con mucho orgullo y entusiasmo, pero ahora no. Siento que no soy querido y creo que lo que he logrado desde mi debut en 2009 se ha olvidado», lamentó.
La foto de la controversia
En la primera parte del comunicado, Özil se refiere a su encuentro en mayo pasado con Erdogan en un evento en Londres. También asistieron el jugador del Manchester City, Ilkay Gundogan -alemán de origen turco- y el delantero turco del Everton, Cenk Tosun.
Los tres futbolistas salen junto al mandatario en una fotografía que hizo pública el partido gobernante AK previo a las elecciones presidenciales que se llevaron a cabo en el país a finales de junio, que ganó Erdogan por mayoría.
Muchos políticos alemanes criticaron la lealtad de Özil y Gundogan a los valores democráticos de Alemania. Recordaron que Berlín se ha mostrado crítico hacia el gobierno turco por la persecución que han sufrido políticos de la oposición luego del fallido golpe de Estado en 2016.
Gundogan emitió un comunicado en el que asegura «honrar al 100% los valores alemanes» y sostiene que nunca tuvo la intención de que la fotografía fuera vista como un apoyo político.
Özil no había hablado del tema hasta este domingo. Dejó en claro que tiene «dos corazones, uno alemán, uno turco».
Mencionó que Erdogan también tuvo reuniones con la Reina Isabel II y con la primera ministra británica, Theresa May, y que hubiera sido «una falta de respeto» a la raíces de sus ancestros el no haber aceptado el encuentro con el mandatario.
«No fue sobre política o elecciones, se trató de mí, respetando al máximo funcionario del país de mi familia», justificó.
Más allá del futbol
Se calcula que en Alemania hay unas tres millones de personas de descendencia turca. Hecho que suele ser mencionado en los debates políticos en un país donde cada vez hay más tensión por el crecimiento de la inmigración y el ascenso de partidos de extrema derecha.
Özil cuestiona en su comunicado porqué otros de sus compañeros de selección, que también tiene doble descendencia, no son tratados de la misma forma.
«¿Es porque soy turco? ¿Es porque soy musulmán? Creo que aquí se toca un tema importante», resaltó.
El jugador crítica abiertamente a diferentes actores relacionados con su vida, como su colegio, patrocinadores, prensa y el organismo rector del futbol alemán por no salir en su defensa y dejarlo abandonado ante los ataques de los que era objeto públicamente.
En el centro de su indignación está el presidente de la DFB, Reinhard Grindel.
«En los ojos de Grindel y de sus seguidores, yo soy alemán cuando ganamos, pero soy inmigrante cuando perdemos», señaló citando vínculos del dirigente con el partido conservador CDU con un «pasado de discriminación» que está en contra del multiculturalismo.
«Mientras yo he tratado de explicar mi herencia, mis ancestros y las razones detrás de la foto, él estaba más interesado en hablar sobre sus propias ideologías políticas y menospreciar mi opinión», acusó Özil.
A favor, en contra
En un comunicado publicado este lunes, la DFB «lamenta la salida de Mesut Özil de la selección nacional», pero agrega que «enfáticamente rechaza que la DFB sea vinculada con racismo».
«La DFB ha estado involucrada en el trabajo de integración de Alemania durante muchos años», aseveró.
La posición de Özil generó división de opiniones tanto en el futbol como en la política alemana.
Mientras el popular periódico Bild señaló que el jugador «se mostró en el papel de víctima que no tiene nada que ver con la realidad», la ministra de Justicia de Alemania, la social demócrata Katarina Barley, lamentó que «es alarmante que un gran jugador como Mesut Özil no quiera jugar más por su país».
Thomas Bareiss, alto representante del partido Demócrata Cristiano de la canciller Angela Merkel, consideró lo contrario: que la posición de Özil era una «falta de respeto» y estaba «fuera de lugar».
Para el periodista alemán Raphael Honigstein, el futbol alemán sufrió el domingo una derrota más dolorosa que la eliminación que vivió en Rusia.
«Creo que viene de la falta de apoyo que recibió por parte de la Federación Alemana de Futbol cuando fue usado como chivo expiatorio, por el fracaso del Mundial, por parte de una parte de la prensa, y también en las redes sociales», explicó Honigstein.
«Pero el hecho de que el jugador más talentoso de su generación sienta que no puede representar más a Alemania porque está siendo objeto de racismo hace que sea un día muy doloroso para el futbol alemán en general», concluyó.
Es el gol más hermoso de Özil contra el virus del fascismo.