ANÁLISIS A FONDO
Francisco Gómez Maza
· Qué espera Peña para enfrentar las acusaciones
· ¿Que Pemex era un oasis de honradez? Mentira
Qué estarán tramando el presidente Peña y los miembros de su gabinete, involucrados en actos de corrupción a lo bestia. Tan a lo bestia que, por ejemplo, el ex gobernador veracruzano, Javier Duarte de Ochoa, aparece como una blanca paloma.
Ya era hora de que su vocero, Eduardo Sánchez, hubiera salido a declarar que Animal Político, la asociación Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, y la Auditoría Superior de la Federación, órgano dependiente de la Cámara de Diputados, son unos mentirosos; que los miembros del gabinete presidencial son la pura honradez y que son incapaces de tocar un céntimo del Erario.
Y más el propio presidente, hombre probo, incapaz de siquiera pensar en reaIizar un negocio sucio aprovechándose de su altísima investidura, ya sea con los dineros de la nación, o en sociedad con poderosos proveedores y ni pensar que con barones del narcotráfico como el Mayo o El Chapo. Si no, pues, mandó desaparecer el video, donde, en una lancha, camino a El Sumidero y la presa de Chicoasén, venía echando relajo con el Julión Álvarez, a quien el gobierno del miserable de Donald acusó de tener ligas de negocios con Raúl Flores Hernández, quien según el Departamento del Tesoro tiene nexos con los cárteles de Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa, del ‘Chapo’ Guzmán.
Y ahora la que llevó fue Pemex, calificada por el cabecero de Animal Político como empresa de funcionarios y costos inflados.
Narra el redactor del reportaje que, en una oficina de cinco metros cuadrados, dentro de una pequeña plaza comercial de Ciudad del Carmen, Campeche, operan oficialmente las empresas E&P Solutions y Energy Oil and Gas. Es un despacho polvoriento, donde no hay mesas, sillas o personal trabajando. El empleado del despacho contiguo observa el cristal sucio de la oficina, que sólo tiene un aparato de aire acondicionado empotrado en la pared, y asegura que no recuerda que en ese cubículo operen esas dos compañías.
“Nunca antes había escuchado el nombre de esas empresas”, dice encogiendo los hombros.
El vecino de despacho no es el único que no conoce a esas dos empresas: el Servicio de Administración Tributaria (SAT) tampoco pudo encontrar ni rastro de ellas. Y no las encontró porque se trata de empresas fantasma; es decir, compañías que no están en donde reportan, no pagan impuestos, usan facturas falsas y no tienen la infraestructura ni el personal necesario para dar servicios. Por eso están en la ‘lista negra’ del SAT.
Quien sí encontró y tuvo tratos con estas empresas fue el Instituto Tecnológico Superior de Comalcalco (ITSC), una universidad pública que en 2013 las contrató por 566 millones de pesos para dar “servicios profesionales especializados en ingeniería” a Petróleos Mexicanos (Pemex).
Esta universidad pública de Tabasco no sólo contrató a E&P Solutions y Energy Oil and Gas. También a otras dos empresas: Drilling and Completion Services y a Integrated Reservoird Management Services de México.
Las cuatro participaron en el fraude de 566 millones de pesos y tienen en común que comparten socios, representantes legales y comisarios, quienes resultaron ser prestanombres, según se confirmó al entrevistarlos en sus domicilios, ubicados en colonias populares y con altos índices de violencia de Tabasco.
No es la única coincidencia. Estas cuatro empresas tienen otro elemento en común: desaparecieron en cuanto recibieron el dinero público, según consta en la fecha que presentan las actas de liquidación entregadas al Registro Público del Comercio y en los datos de los contratos de cada convenio.
Ésta es la punta del iceberg. Con ese modus operandi, entre 2011 —con Felipe Calderón en la presidencia y Juan José Suárez en la dirección de la paraestatal— y 2014, Pemex entregó 3 mil 576 millones de pesos a 96 empresas, para lo que contó con la complicidad de seis universidades públicas del sureste del país, con quienes firmó 39 convenios.
A través de la filial Pemex Exploración y Producción (Pemex-PEP), la petrolera firmó esos convenios de colaboración con la Universidad Autónoma del Carmen (UNACAR), la Universidad Popular de la Chontalpa, el Instituto Técnico Superior de Comalcalco, la Universidad Politécnica del Golfo de México, y las universidades Juárez Autónoma y la Tecnológica, ambas de Tabasco.
Las universidades, aunque declararon por escrito que tenían la capacidad para cumplir con todos los convenios y se quedaron con una comisión de 634 millones de pesos, contrataron a otras empresas, que tampoco podían dar el servicio, por lo que contrataron a unas más. El dinero dio tres vueltas.
La Universidad Popular de la Chontalpa, por ejemplo, declaró por escrito que tenía la capacidad para cumplir con servicios para Pemex-PEP y que “no requería la contratación de ningún tercero”. Era mentira.
El convenio 425102832 entre Pemex y la Chontalpa se firmó por 238 millones de pesos. Pero ese mismo día, la universidad transfirió el dinero a la empresa Maheca S.A. de C.V.
Esta subcontratación se realizó sin que la universidad justificara con un estudio de mercado que contratar a esa empresa significaba mejores precios o mejores condiciones para realizar los servicios.
En otro caso, en el convenio con Pemex-PEP 428811857, la Universidad de la Chontalpa tenía tanta prisa por subcontratar a Maheca S.A. de C.V., que firmó el contrato un día antes de sellar el convenio con la petrolera.
La Universidad de la Chontalpa repitió este modelo en al menos once ocasiones tanto con Maheca S.A. de C.V. como con otras tres empresas: Surface Technology SA de CD, Pro Source S.A. de C.V. y Cantarell Services. Así repartió 861 millones de pesos.
El modelo se repitió una y otra vez hasta sumar 3 mil 576 millones de pesos.
Emilio Lozoya Austin fue director de Pemex los primeros 4 años de este sexenio. Cuestionado sobre estos convenios, respondió a Animal Político y MCCI: “dichos contratos se asignaron a nivel de las regiones, y no desde el corporativo, de tal forma que nunca conocí ni los detalles ni participé en los procesos de adjudicación”.
“Si hubo posibles irregularidades, mi postura es que se investigue y en su caso deslinden responsabilidades. Esto, siguiendo el debido proceso y analizando los temas técnicos que estos contratos hayan estipulado”.
96 empresas y exfuncionarios involucrados
Los 39 convenios que se firmaron con las universidades fueron palomeados por altos funcionarios de Pemex-PEP que, lejos de ser sancionados, fueron premiados con un ascenso. Por ejemplo, José Luis Fong Aguilar, como subdirector de Producción Región Sur, firmó el convenio 425102832 con la Universidad Popular de la Chontalpa, lo que significó un desvío de 238 millones. En la actualidad continúa en la petrolera como subdirector, pero ahora del área de Producción Bloques Norte.
Un caso más claro es el de Juan Javier Hinojosa Puebla, quien como subdirector de Desarrollo de Campos de la petrolera firmó dos de estos convenios por un total de 207 millones. Hoy, es director de Pemex-PEP.
Cuando se le pidió a Hinojosa Puebla su versión de lo ocurrido se negó a responder.
La actual administración de Petróleos Mexicanos dijo a Animal Político y MCCI que la petrolera “constató que las universidades e instituciones educativas estatales con las que se celebraron los contratos cumplieran con los requisitos (fundamentalmente consistentes en su capacidad técnica y económica), que en la normativa de la empresa se encontraban establecidos para la contratación de los servicios”.
Y agregó que “en todos los casos, las universidades declararon contar con la experiencia y recursos, así como con la capacidad técnica y financiera para cumplir con la prestación de los servicios objeto del convenio específico”.
En su momento, la Auditoría Superior de la Federación reportó que estos convenios entre Pemex y las universidades públicas fueron ilegales, pues las instituciones educativas no realizaron los servicios y, violando la ley, subcontrataron a empresas.
Medios mexicanos, por su parte, también informaron que distintas dependencias han eludido licitaciones realizando convenios con universidades públicas, los cuáles derivaron en presuntas irregularidades reportadas por la ASF.
Animal Político y MCCI revisaron cada uno de los convenios firmados entre las universidad y Pemex para determinar qué pasó con el dinero público involucrado. La investigación se abocó en confirmar si las empresas contratadas operan legalmente, visitar los domicilios registrados, cuestionar a los socios de las mismas y comprobar si se prestaron los servicios.
El resultado: se confirma que, contrario a lo que respondió Pemex, las universidades no realizaron los servicios y entregaron el dinero público destinado a mejorar la producción petrolera del país a 96 empresas que presentan un amplio ramillete de irregularidades.
Por ejemplo, cinco de las compañías son fantasma, según el SAT; siete no fueron localizadas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF); seis recibieron millones de pesos a pesar de no contar con folio mercantil —el registro que toda empresa debe tener antes de operar legalmente—; cuatro no existían en la dirección reportada, y 11 fueron desmanteladas tras recibir el dinero de los contratos.
Además, como parte del fraude millonario, Pemex-PEP entregó contratos por 932 millones de pesos a siete compañías que pertenecen, o que tienen entre sus integrantes, a 10 exfuncionarios de la misma filial petrolera.