Índice Político
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Durante las últimas décadas de panpriísmo, los yuppies se adueñaron del escenario. Trepadores de pirámides y consumistas compulsivos dieron el ejemplo de patrimonialismo y derroche que sepultaron las esperanzas de millones de mexicanos en la cuarta pregunta, al borde del hambre y de la extinción.
El comportamiento de estos mandarines, rapaces y ambiciosos, acompañados por batallones de favoritos de la clase empresarial depredadora, prestanombres de intereses del exterior y beneficiados con grandes contratos, prebendas y exenciones de todo tipo, arrasaron casi con todo lo que pudieron encontrar en su camino.
Los yuppies de todas las épocas de esta patria rematada y entregada, disfrazados con ropajes tricolores y blanquiazules, aparentando mandos civiles, nos demostraron que son los consumidores más voraces y depredadores de la naturaleza que el mundo haya conocido jamás.
Su adicción a hacerse de símbolos de riqueza y poder, que no sólo constituyeron un caso de extraña propensión a la imitación a cualquier precio, sino a la implacable condición del llamado «éxito» impuesto desde arriba por sociedades ajenas en las que la riqueza y el poder dependen …
…del consumo suntuario y masivo, hicieron demasiado daño, impactaron de manera sensible al comportamiento de los demás, que llegaron a creer que se trataba de una manera normal de conducirse por la vida. Una cadena repetitiva de simulaciones que no tenía principio ni fin aceptable por un país en el borde del abismo social.
Va a costar mucho trabajo deshacerse de esos delirios de arribistas
Según sus creencias, la riqueza y el poder de los que se encuentran en la cúspide de la pirámide de la desigualdad aumentan en proporción con el volumen de sus compras y la cantidad de los bienes mal habidos. Actúan como gatos en reversa, y cuando son sorprendidos, niegan todo, como si no hubieran dejado todas las huellas en el lugar del crimen.
Lujos miliunochescos, parafernalias y boatos, aficiones al consumo de sustancias heroicas, desbordamientos de arrebatos consuntivos, les hicieron presa fácil de los verdugos ancestrales del poder nacional, los extranjeros que manejaron a placer sus vidas y las de sus representados…
… sin que la opinión pública supiera a ciencia cierta lo que estaba pasando, sólo el retintín informativo de los medios de comunicación vendidos y obsecuentes con las imágenes pagadas que difundían a todo el mundo. Fue un aquelarre del que apenas queremos despertar. Sí, va a costar mucho trabajo deshacerse de esos delirios de arribistas, enajenados y maniatados.
Soliviantados por sus propios voceros de la prensa radioeléctrica, televisiva e impresa, los mandarines de nuestra desgracia impusieron un «ethos» consumista, una vorágine del dispendio que no tiene para cuándo, si la resistencia social no cuenta con el apoyo popular para librarse de esas alimañas. A grandes males, grandes remedios, aconseja la voz colectiva.
Aspiran a ser pajes de los enlistados en Forbes y retratados en Hola!
Pero los favoritos del poder usurpado e ilegítimo se resisten. Ellos quieren seguir ascendiendo en su escala de valores dislocado, donde el consumo y las conductas antisociales son la prueba del «éxito». Sólo así será posible, piensan…
… que algún día lleguen a ser escuderos de los enlistaos en los récords de las revistas Forbes y las del corazón, engrosen las filas de los descerebrados al servicio de las empresas multinacionales y contribuyan con su genio y figura a desnacionalizar cada vez más a la patria, desde sus atalayas de salvadores del país. Deleznable, pero cierto.
En una sociedad estructuralmente dependiente y menesterosa, desafortunadamente tienden a reproducirse ad absurdum las imágenes consuntivas y entreguistas que refuerzan el populismo demagógico de derecha, las personalidades de los falsos redentores políticos y dizque modernizadores.
Frenar la escalada consumista y entreguista, tarea del nuevo gobierno
El control mediático de las preferencias e ilusiones ciudadanas tiende constante e irrefrenablemente a la disolución de la identidad nacional, que normalmente debería estar amalgamada en torno de objetivos superiores del país, de la soberanía alimentaria, de la independencia y de la seguridad nacional.
Si no se pone freno a la escalada, el tornado consumista y entreguista amenaza con dejarnos a la inmensa mayoría en medio de un páramo, sin ideología democrática y con apatía electoral, sujetos a las ambiciones desmedidas de los oportunistas demagogos, con fortunas consolidadas de la noche a la mañana. Estaríamos en manos de los tartufos cuentachiles.
Un nefasto conglomerado de yuppies despolitizados e insensibles, penetrados y conquistados por ideologías contrarias a nuestras raíces históricas, marcados endémicamente por las modas, usos y costumbres de culturas extranjeras dominantes que se apoderan con la complicidad de los medios de conciencias endebles y fanáticas.
Sin llenadera. Oponen resistencia al ajuste de sus sueldos de jeque
A pesar de que se han llevado casi todo, de que han levantado el santo y las limosnas, los trepadores de la pirámide del poder, sin reparar en lo que han hecho, todavía intentan resistirse a las revisiones de sus haberes, al recorte de sus ingresos fantasiosos, al juicio de la voluntad popular sobre el desastre que dejaron.
No tienen llenadera. Creen que a través de los medios infames todavía pueden convencer a la inmensa mayoría que votó contra sus crímenes deleznables y su corrupción de que sus intenciones son candorosas. Que el Presidente debe respetar y el nuevo régimen político debe consentir sus desfalcos, más ominosos que cualquier monarquía o dictadura que se recuerde a nivel continental.
Viven aferrados a un pasado que ya se fue para no regresar. Hay demasiada hambre y dolor, que se reflejan en el esfuerzo del nuevo presupuesto para destinar sus mayores inversiones en el gasto social en favor de los vulnerables y de los indefensos, su carne de cañón.
Y la Suprema Corta ¿de Justicia?, hace el triste papel de juez y parte
Y a escasas horas de dejar la residencia oficial de Los Pinos, especialistas, periodistas y testigos de la vida cotidiana y familiar en ese lugar hoy convertido en museo público señalan que muchas obras de arte y objetos de valor depositados allí durante décadas, simplemente cambiaron de dueño.
¿Cuántas vergüenzas habremos de pasar los mexicanos para acabar de una vez por todas con esta chusma de trepadores, impostores y traidores que transitaron por nuestra vida pública con ropajes de sultanes?
Ya va siendo hora de juzgar y sentenciar a todos, no sólo de que ahuequen al ala. El pueblo está verdaderamente indignado con los panpriístas que lo asolaron y lo masacraron, complicitados con la delincuencia organizada de dentro y de fuera.
Mientras la Corte Internacional de La Haya está dispuesta a enjuiciar a Peña Nieto y cómplices por delitos de lesa humanidad y corrupción sistematizada y maquinada, aquí la Suprema Corta de Justicia se compromete con los partiditos de oposición y los intereses que la animan para congelar los beneficios sociales y sostener los ubérrimos ingresos de la burocracia dorada, incluyendo desde luego al abominable Poder Judicial. Lo que faltaba: ser juez y parte en un asunto jurídico.
¡Lástima de toguita!
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Circula en redes sociales un mensaje atribuido al maestro Raúl Chávez Castillo, profesor de FES Acatlán, de la UNAM, en el que se señala, que «el ministro Pérez (Dayán) concedió la suspensión para que no se aplique la Ley Federal de Remuneraciones, lo cual es vergonzoso porque violó en forma flagrante el artículo 64 de la Ley Reglamentaria de las fracciones I y II del artículo 105 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que expresamente señala que la admisión de una acción de inconstitucionalidad no dará lugar a la suspensión de la norma cuestionada. Entonces ¿por qué el individuo que es ministro y tiene interés en el asunto ordenó una suspensión para la no aplicación de la norma? De pena ajena. Deberían solicitar juicio político en contra de este sujeto por violar los derechos de todos los mexicanos que además causa perjuicio a la economía nacional y a toda la sociedad. Qué vergüenza que haya ministros como éste. ¿Con esas determinaciones ¿qué podemos esperar de la Corte? ¿Que en el Poder Judicial de la Federación sigan ganando sueldos estratosféricos que no merecen?»… El profesor Raúl Chávez Castillo es autor del libro Los Abogados del Diablo en el que devela los vicios y perversiones en el ejercicio del Derecho que han desprestigiado la imagen del abogado dentro de la sociedad. Partiendo de casos reales y de su experiencia, el autor hace un retrato de la manera poco ética en la que operan muchos de los encargados de hacer valer la ley, con el fin de ilustrar desde una visión crítica el ambiente imperante en el sistema legal de nuestro país, donde parecieran dominar aquéllos que él llama los abogados del diablo. Es un interesante recuento de las experiencias y de las vicisitudes que debió sobrellevar Chávez Castillo tanto en su desempeño dentro del Poder Judicial Federal como en su labor de abogado litigante.
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