Por la Espiral
*Claudia Luna Palencia
Todo está al alcance de un simple click tan sencillo como el descargarse una aplicación y acceder en un instante a una serie de servicios; las apps están reconfigurando la forma de acercar al potencial consumidor con el caleidoscopio de la oferta.
A esta vorágine cotidiana en la que cada día surge algo nuevo y parece que avanzamos a pasos agigantados hacia otros horizontes, la única forma de evitar que los seres humanos no terminemos completamente a merced de lo nuevo, el arribo de lo desconocido, es a través del marco jurídico, legal y del escrutinio de la ley que por supuesto enfrenta el reto de renovarse.
Lo que la Sociedad de la Información ha hecho es crear un mundo paralelo-digital, lo virtual ha empoderado a la gente que termina entrelazada de acuerdo con la afinidad de sus propios intereses… en lo bueno y en lo malo.
Podemos estar en el sofá y enterarnos en un microsegundo acerca del nuevo atentado cometido en Siria, o de si dos soldados ultraderechistas germanos pretendían atentar en Alemania para culpar a los inmigrantes, por ejemplo.
No nada más son noticias es tener los servicios al alcance y sentir que se nos facilita la vida, hay un ahorro de tiempo al efectuar la compra del supermercado en pijama a las doce de la noche sentados en la silla del comedor; o pagar un viaje sin pasar directamente por una agencia; etc.
Y van proliferando otras “facilidades” que amenazan con echar abajo muchas de las estructuras económicas de diversos sectores y subsectores, la polémica de Uber es acaso una pequeña muestra de esta revolución.
Que diversos conductores privados, así como usted o como yo, ofrezcan un servicio de transporte a otras personas gracias a estar representados en una aplicación que les da presencia significa el principio del fin de muchas de las cosas establecidas.
La idea de los estadounidenses Garrett Camp y Travis Kalanick cuajó en Uber Technologies y sus servicios han extendido como un boomerang no nada más al interior de Estados Unidos sino también fuera de sus fronteras.
Su éxito y penetración van muy correlacionados con tres tipos de razones esenciales: 1) El arraigo del sector de los taxis en cada país; 2) La respuesta de las personas para sustituir un taxi con base a premisas tales como la relación ingreso (aquí prima el bolsillo); 3) La capacidad jurídico-legal para dirimir conflictos generados por diversos roces de intereses.
A COLACIÓN
Como no podía ser de otra manera Uber también entró en Europa, expandiéndose hasta marzo del año pasado en 21 de los 28 países miembros de la UE, considerando que en dicho mes todavía Gran Bretaña formaba parte del cónclave.
Sin embargo, su operación no ha sido del todo exitosa, no ha dejado de estar exenta de problemas confrontada con los marcos jurídicos-legales locales y perseguida bajo la lupa de la inspección minuciosa de ciertos lobbies que tienden naturalmente a defender a los colectivos de taxistas formados desde décadas atrás.
De hecho, varias asociaciones -como la de Barcelona-, han recurrido a las respectivas Cortes locales para demandar mayor responsabilidad a la empresa estadunidense.
Ha habido cierta persecución contra los particulares que se lanzan a la odisea de ofrecerse como improvisados conductores para terceras personas, se ha desatado una lluvia de demandas.
Finalmente ayer, Maciej Szpunar, abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) afirmó que “Uber es un servicio de transporte y no una plataforma digital que sirve de intermediación, por lo que se le puede exigir licencia y otras autorizaciones para prestar servicio en los Estados miembros”.
A la espera de la sentencia final que será emitida en unos meses más, esta consideración jurídica ha sido recibida con algarabía entre los taxistas no nada más españoles sino del resto de Europa mientras que las autoridades correspondientes de cada país comenzarán a estudiar lo emitido por Szpunar a fin de adaptarlo a sus propias legislaciones locales.
Si la sentencia final del Tribunal de Justicia de la Unión Europea refrenda que Uber es una empresa de transporte “y no un mero intermediario” se estará creando una jurisprudencia toral para servir de paraguas al interior de cada país miembro de la UE. Y la compañía norteamericana no le quedará de otra más que pagar impuestos, licencias y ponerse al día con el cumplimiento de la normatividad y reglamentación que regula a los taxistas y otros chóferes de transporte público y privado.
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