La maternidad subrogada vulnera los derechos de las mujeres mexicanas
CIUDAD DE MÉXICO, 4 de abril, JUAN R. HERNÁNDEZ / MENSAJE POLÍTICO.-La llamada maternidad subrogada atenta contra los derechos de las mujeres y de los menores, ya que a la mujer se le utiliza como medio y objeto para gestar niños al servicio de intermediarios, reveló la organización Feministas Mexicanas contra Vientres de Alquiler (Femmva).
Las integrantes de Femmva indicaron que la maternidad subrogada es un negocio en el que las mujeres son vistas como fábricas para gestar y dar a luz bebés para terceros a cambio de dinero.
La explotación reproductiva, conocida también como vientres de alquiler, se asocia a la feminización de la pobreza, es decir, en la mayoría de los casos las mujeres participan en esto debido a la complicada situación económica en la que se encuentran. Se trata de un negocio internacional con ganancias millonarias, dirigido a gente adinerada, que puede pagar a una agencia intermediaria hasta 240 mil euros. Mientras tanto, las mujeres gestantes reciben solamente entre el 0.9% y el 10% del pago total. Tan solo en la India se llegó a calcular que el negocio oscilaba entre los mil y los dos mil trescientos millones de dólares al año.
“Nos preocupa la ausencia de un verdadero debate en torno a este tema en México. Nos preocupa la poca información disponible y su parcialidad”, señaló Laura Lecuona, integrante de Femmva. “La llamada gestación subrogada contradice los principios más fundamentales del feminismo y de la ética feminista y no toma en cuenta la salud y el bienestar de las mujeres”, agregó.
Es por ello, que en Femmva hicieron un llamado a los legisladores a prohibir la maternidad subrogada en nuestro país, para proteger justamente a las mujeres de las múltiples complicaciones y riesgos a los que se ven expuestas. Señalaron que legalizar esta práctica equivale a elevar a rango de ley la cosificación de las mujeres y su uso como un medio para satisfacer deseos de otros.
“Cuando los motivos por los que las mujeres participan en esta práctica son la pobreza extrema o la carencia constante de recursos, su elección no puede ser considerada como libre”, afirmó Atenea Acevedo, integrante de este grupo de mexicanas opositoras a la explotación reproductiva, quien añadió, “una legislación a favor de la explotación reproductiva no asegura el bienestar de las mujeres sino el enriquecimiento de los intermediarios”.
Por su parte, Rocío Fernández, también integrante de Femmva, advirtió que las mujeres son obligadas a renunciar al derecho de filiación. Para evitar el vínculo emocional con el futuro bebé se somete a las mujeres a “talleres de desapego” para intentar convencerlas de que ese hijo al que van a parir “no es suyo”.
Las tres activistas lamentaron que, mientras que en las leyes mexicanas el cuerpo humano y sus partes no son objeto de comercio, en la llamada maternidad subrogada se rentan los cuerpos de mujeres, no solo los úteros, sino todas sus funciones para producir bebés, que a su vez también serán objeto de un intercambio comercial.
Señalaron que, en México, esta práctica se permite en los estados de Tabasco y Sinaloa, y a nivel federal existen varias iniciativas que pretenden regularla, que se encuentran actualmente en discusión.
Explicaron que, de acuerdo con los artículos 7 y 8 de la Convención de los Derechos del Niño, las y los menores tienen derecho a conocer su origen e identidad, sin embargo, la práctica de vientres de alquiler complica enormemente el ejercicio de este derecho porque en el proceso pueden estar involucradas hasta seis personas que podrían reclamar un vínculo con el menor (quien aporta el óvulo, quien aporta los espermatozoides, la mujer gestante, la pareja de la mujer gestante, la mujer contratante y el hombre contratante).
Finalmente, enfatizaron que, por un principio ético y feminista irrenunciable, “nos oponemos firmemente a que se normalice esta práctica en nuestro país, ya que atenta contra la dignidad humana de las mujeres. Por eso, hacemos un llamado enérgico a las Cámaras del Congreso de la Unión, a las organizaciones feministas y a la sociedad en general, para que se opongan a este nuevo tipo de explotación y colaboremos para detener su avance”, concluyeron.