23 de November de 2024
La Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes interpretarán la Misa solemne en re mayor op. 123 de Beethoven
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La Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes interpretarán la Misa solemne en re mayor op. 123 de Beethoven

Jul 6, 2017

CIUDAD DE MÉXICO, 06 de julio, (DE VAGOS / CÍRCULO DIGITAL).- El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) asume el reto de llevar al público una de las obras musicales más complejas de la historia: la Misa solemne en re mayor op. 123 de Ludwig van Beethoven. Este inusitado acontecimiento estará a cargo de la Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes bajo la dirección musical de Srba Dinić y huésped del Coro de Pablo Varela el jueves 6 de julio a las 20:00 y el domingo 9 a las 17:00 en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.

 

Participarán la soprano Celia Gómez, la mezzosoprano Belem Rodríguez, el tenor Hugo Colín y el bajo-barítono Alejandro Armenta, así como Francisco Méndez Padilla en el supertitulaje.

 

La Misa solemne es considerada una de las más grandes composiciones de Beethoven, junto con la Sinfonía núm. 9. Ambas fueron compuestas casi al mismo tiempo, entre 1818 y 1824, y estrenadas en la misma ocasión.

 

A decir de la crítica especializada, para la Misa solemne el genio de Bonn recurrió a todos los recursos que su experiencia como compositor le había dado y logró una obra monumental de carácter sinfónico coral.

 

Como todas las misas, consta de cinco partes tradicionales: Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei. La obra no se interpreta en vivo de manera asidua debido a la dificultad que implica para los cantantes del coro y los solistas. De hecho, muchos directores de orquesta la han excluido de sus repertorios, dada la complejidad de la misma.

 

Se sabe que Beethoven no fue un compositor que se dedicara a escribir música sacra especialmente, pero dos de sus últimos trabajos –la Misa solemne y la Novena sinfonía– sobresalen por tener un gran carácter espiritual. En la Misa solemne, Beethoven abordó sus cinco movimientos con maestría e ilustró pasajes musicales de gran virtuosismo y expresividad tanto para la orquesta como para el coro.

 

Beethoven comenzó a escribir la Misa solemne en 1819, cinco años antes del estreno de su Novena sinfonía, a petición de su amigo y alumno, el archiduque Rudolf de Austria, quien había sido nombrado en esa época cardenal y, al poco tiempo, arzobispo de Olomouc.

 

El compositor planeaba estrenar la obra en la ceremonia arzobispal. Sin embargo, no se estrenó completa, sino solamente sus tres primeros movimientos, el 7 de mayo de 1824 en el Conservatorio de San Petersburgo, junto con la Sinfonía núm. 9.

 

La versión definitiva se escuchó completa 28 años después de la muerte del compositor, en 1855. En ambas obras se puede notar su carácter humanista y, de acuerdo con los especialistas, la fe que proclama es, sobre todo, la confianza en la voluntad y la bondad humanas.

 

El músico austriaco Anton Felix Schindler, quien fue secretario y uno de los primeros biógrafos de Beethoven, escribió en Vida de Beethoven, en 1840: “La Misa solemne puso en trance al compositor (…) desde el principio, todo el ser de Beethoven pareció que se transformaba, cosa que notaron sus antiguos amigos, y por mi parte confieso que, ni antes ni después de esta época, lo he visto en un estado igual de absoluto olvido de las cosas de este mundo.

 

“Llevaba el compás rigurosamente con los pies, cantaba, daba palmas, volvía a su casa mojado por la tormenta sin darse cuenta que había desaparecido su sombrero, indicaba diez veces durante una noche entera que le sirvieran la cena, que no la había probado, etc. Por cierto, estaba en otra parte”.

 

A comienzos del siglo XX, el musicólogo húngaro-estadunidense Paul Henry Lang, resaltó que “las proporciones ciclópeas, tanto físicas como espirituales, de las grandes composiciones barrocas, reviven en la Misa solemne, obra que trasciende el horizonte de la liturgia católica. Con esta Misa y la Novena Sinfonía, Beethoven agotó las posibilidades de las formas orquestales y corales de grandes proyecciones”.

 

Beethoven llegó a calificar la Misa solemne como “la obra más grande que he escrito hasta ahora”, y al comienzo de la partitura redactó: “Esto ha surgido del corazón. Ojalá pueda ir a los corazones”.