Por la Espiral
*Claudia Luna Palencia
Habrá que aprender de los errores. Es cierto, no es un cliché, es una máxima para tatuarse en el alma: de toda crisis se aprende, toda crisis genera también sus propias oportunidades.
Vivimos en un mundo en que siguen existiendo dos polos opuestos y equidistantes: en la visión política o eres democrático o antidemocrático; en lo económico o se cree en el capitalismo de mercado o en la planificación centralizada; en lo ideológico o se tiene más o menos Estado. Es en parte la misma vieja añeja pugna entre la visión del capitalismo y el socialismo, ambas, en versiones reloaded.
Más o menos libertad depende del vaso medio lleno o medio vacío habrá quien siga esgrimiendo la libertad como bálsamo para la competencia una forma real de alcanzar su particular american dream; aunque del otro lado, detractores defenderán menos libertades a cambio de mayor seguridad socioeconómica.
La verdad es que no es Trump lo que nos asusta (aunque ahora mismo él sea el Pandemónium) es todo por cuanto hemos fracasado y hecho mal arrastrándolo hasta nuestros días sin reparar en un benevolente acto de contrición para cambiarlo.
Y tenemos miedo, temor por asumir nuestros propios errores. ¿Funciona nuestro modelo económico? ¿Acaso es perfectible? ¿Por qué si es tan bueno más de la mitad de la población mundial es pobre y otra parte extremadamente pobre? ¿Por qué estamos tan expuestos a que instituciones financieras realicen operaciones opacas o fraudulentas y nos termine colapsando a media aldea global afectando al ciudadano de a pie, el menos culpable pero sí el más vulnerable?
Seamos realistas, la locomotora de alta velocidad no tiene el mismo nivel de confort para todos, los más privilegiados van en primera clase sentados cómodamente, con la calefacción puesta y el café humeante; empero los del cabús están hacinados en vagones saturados con gente de pie, sin calefacción ni bebida. Así es como opera nuestro mundo en la plenitud del siglo XXI.
¿Tiene futuro? ¿Y tiene futuro seguir orbitando con instituciones creadas en la posguerra que ya son inservibles, arbitrariamente rebasadas por la cruda realidad? ¿Acaso funcionó el sistema con el sangriento desmembramiento de Yugoslavia, lo ha hecho con la barbarie que ha azotado a los africanos de forma reiterada o con la cruel guerra de Siria?
Tenemos y debemos cambiar, hacerlo para romper con la plácida herencia del pasado moviendo todos los músculos que sean necesarios para modificar lo rancio, lo caduco, lo inservible y lo mediocre.
A COLACIÓN
Muy a colación, México tiene que aprender de sus errores, la actual crisis de desafectos con el virtual presidente electo de Estados Unidos debe asumirse hacia el interior como una enorme oportunidad.
El primero de enero de 1994 el país azteca se metió en un túnel de la mano de Estados Unidos y Canadá, el TLCAN o NAFTA, fue la panacea –se nos dijo entonces- para colocar al país en un “tú por tú” con dos economías de las de primerísimo nivel; las que ocupan renglones destacados en industrialización, PIB per cápita y competitividad.
No podemos minimizar el recambio en el aparato productivo y el motor exportador así como en la balanza de pagos gracias al tratado y la enorme virtud de despetrolizar la balanza comercial (no así las finanzas públicas y fiscales).
Pero México empezó su camino de transformación convirtiéndose en un maquilador, haciendo lo que mejor sabe hacer que es vender barata su mano de obra, competir por costos de producción. Los beneficios del TLCAN se han traducido en una exponencial presencia exportadora de México pero primordialmente a Estados Unidos. ¡Y eso que tenemos 12 tratados de libre comercio signados con 46 países!
Sin embargo, la vinculación, la correlación y las sinergias hacia la economía estadounidense son fortísimas en medio de un acuerdo entre socios desiguales con dramáticas asimetrías.
A casi 23 años de cumplirse otro aniversario más de su puesta en vigor, el acuerdo tiene que refrescarse, revigorizarse y México deberá ponerse desafíos más acuciosos a fin de que su relación con su vecino distante verdaderamente cristalice en elevar la productividad, la competitividad, el valor agregado, avanzar en el uso de la técnica, la ciencia y la tecnología así como rentabilizar el bono demográfico a su favor.
Y sirva de paso para que así como se despetrolizó la balanza comercial y se cortó la monodependencia exportadora, con base a la inteligencia de la experiencia y del error, se diversifique urgentemente el sector exportador azteca reduciendo la dañina subordinación hacia Estados Unidos. También está India, Brasil, Rusia, Sudáfrica, China, Arabia Saudita, Emiratos Árabes…
@claudialunapale