Las empresas chinas tendrán un duro 2019
¿Pero qué pasaría si el sector privado chino no es tan fuerte y si su tejido está hecho de préstamos riesgosos y mercados financieros sobrevalorados? Ese temor se apoderó de inversionistas en 2018. Conforme las condiciones financieras internas se endurecieron, las acciones chinas tuvieron una de las caídas más profundas entre las bolsas.
Esa turbulencia sube la presión hacia el Partido Comunista, que combate la desaceleración económica y evita que la deuda del país provoque una crisis. Fracasar en ese equilibrio afectaría a todos los mercados y las economías en 2019. “Los líderes de China hoy están combatiendo incendios en muchos frentes”, explica John-Paul Smith, fundador de la consultora Ecstrat Ltd., cuya postura pesimista sobre las acciones chinas en los últimos años ha demostrado ser profética. “Los inversores, mínimo, deberían prepararse para un menor crecimiento. En el peor de los casos, cabe la posibilidad de una considerable inestabilidad financiera”.
Las compañías no estatales han perdido 992 mil millones de dólares en valor de mercado desde junio, unos 32 millones de dólares por minuto de cotización, según Bloomberg y WisdomTree Investments. En octubre, sus acciones se desplomaron al ritmo más rápido en más de tres años en comparación con las estatales. En el tercer trimestre, las empresas deudoras incumplieron una deuda récord de 6 mil 600 millones de dólares. Al menos 57 compañías no estatales aceptaron rescates gubernamentales en 2018. Esa ola de cuasi nacionalizaciones era impensable hace poco.
Las tribulaciones son las mismas para todos, desde el gigante de internet Tencent Holdings Ltd. hasta Jiaxing Linglingjiu Electric Lighting, un fabricante de bombillas térmicas.
“Cuando nos reunimos con otros dueños, no preguntamos ‘¿Qué tal va el negocio?’, como en años anteriores. Ahora la pregunta es ‘¿Crees sobrevivir el año?’”, señala Xu Xihong, fundador de Jiaxing Linglingjiu.
Los aranceles de Donald Trump y los aumentos de las tasas de interés de la Reserva Federal han jugado un papel importante, pero los mayores desencadenantes han sido locales. El más importante ha sido la campaña del gobierno chino para frenar el sector bancario a la sombra de 9 billones de dólares, conformado por instituciones financieras no reguladas. Aunque las medidas contra la banca pretendían que el sistema financiero de China fuera seguro y transparente, han afectado un canal de financiamiento para empresas privadas sin acceso a bancos estatales. Ante la contracción del crédito y un crecimiento débil desde 2009, las pequeñas empresas tienen suspensión de pagos.
Las compañías más grandes se han visto perjudicadas por las regulaciones, alimentando una percepción entre los inversionistas de que el presidente Xi Jinping quiere impedir que las empresas no estatales se vuelvan demasiado poderosas. Bajo Xi, las autoridades han reivindicado una mayor directriz partidista en la esfera empresarial.
Los optimistas interpretan el repunte de la morosidad y los impagos del sector privado como una purga de compañías que han sido apuntaladas por prestamistas en la sombra. Las empresas fuertes crecen. La inversión del sector privado en activos fijos aumentó a una tasa anual de 8.7 por ciento en septiembre, frente al 2.5 por ciento de hace dos años, según las estadísticas del gobierno.
Los escépticos dicen que la caída de las acciones chinas es un síntoma de que el país ha dado marcha atrás en las reformas de Deng y no ha desarrollado el financiamiento sostenible. El gobierno anunció medidas para aliviar el déficit de financiamiento, pero hasta ahora estas medidas reveladas no han sido lo suficientemente fuertes, dice Liu Xingqiang, presidente de un gremio de pequeñas y medianas empresas en Hebei. Según dice, alrededor del 80 por ciento de las compañías que ve están “bregando por sobrevivir” y los bancos estatales siguen siendo reacios a prestar.