Lo que me hubiera gustado saber sobre mis rodillas
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de julio, (AGENCIAS / CÍRCULO DIGITAL).- Por Jane E. Brody. La mayoría de los procedimientos a los que se somete la gente para combatir el dolor crónico de rodillas con la esperanza de evitar una operación de remplazo de esta articulación cuentan con evidencia escasa o nula para respaldarlos. Algunos abultan los bolsillos de los médicos y generalmente benefician a los pacientes solo durante unos cuantos meses.
Me gustaría haber sabido esto antes de sucumbir a la ilusión y probarlos todos.
Después de diez años de trotar, décadas de jugar tenis y tres lesiones por esquiar, mi rodilla izquierda, de más de cincuenta años, emitió señales claras de que estaba en problemas. Aún podía nadar y andar en bicicleta, pero cuando caminar se volvió doloroso, consulté a un ortopedista que me recomendó la operación artroscópica.
La intervención, realizada mediante pequeñas incisiones y una cámara, reveló una rotura de menisco, el fibrocartílago en forma de disco que funciona como un cojín entre los huesos de la articulación de la rodilla. El cirujano arregló el desastre, yo hice la terapia física posoperatoria requerida y luego volví a jugar tenis, caminar, andar en bicicleta y nadar.
Adelantémonos varios años hasta el momento en que un dolor creciente me sacó de las canchas y una radiografía reveló osteoartritis en ambas rodillas. Un especialista en medicina deportiva sugirió una serie de inyecciones de ácido hialurónico, una sustancia parecida a un gel, para que lubricara la articulación y funcionara como amortiguador del impacto de los huesos al chocar. Me dijeron que esas dolorosas y costosas inyecciones aliviaban el dolor de rodilla en dos tercios de los pacientes. Tristemente, yo estuve en el tercio de los no beneficiados.
Con dolor para caminar y menos calidad de vida, finalmente me remplazaron las dos rodillas, lo que me ha permitido caminar, pedalear, nadar y escalar durante los últimos 13 años.
Actualmente, se están planteando serias preguntas sobre los beneficios de los procedimientos artroscópicos que millones de personas soportan con la esperanza de retrasar, e incluso evitar, el remplazo completo de rodilla.
El más reciente cuestionamiento, publicado en mayo en BMJ por un pánel de expertos que revisó sistemáticamente doce estudios clínicos bien diseñados y trece estudios observacionales, concluyó que la operación artroscópica para la artritis degenerativa de rodilla y los desgarres de meniscos no conduce a un alivio duradero del dolor ni a un mejor funcionamiento.
Tres meses después del procedimiento, menos del 15 por ciento de los pacientes experimentaron “una mejoría pequeña o muy pequeña en cuanto a dolor y funcionamiento”, efectos que desaparecieron por completo al año.
Como todos los procedimientos invasivos, la operación implica riesgos, de los cuales una infección es la complicación más común, aunque no la única.
Además, añadió el pánel, “la mayoría de los pacientes experimentarán una importante mejoría en términos de dolor y funcionamiento sin una artroscopía”.
De hecho, esa fue la experiencia de un amigo que era un ávido jugador de tenis a los 70 años, y consultó al mismo cirujano que me había operado la rodilla años antes. El cirujano le dijo que tenía un menisco roto que podría repararse con artroscopía, pero él decidió no someterse al procedimiento. En lugar de eso, después de varias semanas de terapia física, el dolor cedió. Mi amigo regresó a la cancha y ha estado jugando sin que el dolor regrese durante al menos ocho años.
“La cirugía artroscópica tiene un papel, pero no en la artritis ni en el desgarre de meniscos”, dijo en una entrevista Reed A.C. Siemieniuk, responsable de Metodología en la Universidad McMaster en Hamilton, Ontario, y presidente del pánel. “Se puso de moda antes de que hubiera estudios que demostraran su efectividad, y ahora contamos con pruebas de calidad que muestran que no sirve”.
En ocasiones la intervención artroscópica puede ser útil, dijo, y citó como ejemplos a personas con lesiones por traumatismos y atletas jóvenes con lesiones deportivas. Mi hijo Erik es uno de esos casos. Cuando tenía 23 años, estaba jugando básquetbol y se le rompió el ligamento cruzado anterior de una rodilla, que le repararon exitosamente con artroscopía. Ha estado jugando tenis y básquetbol sin dolor en esa rodilla durante los últimos 24 años.
El pánel señaló que cerca de tres cuartos de las personas mayores de 50 años experimentan dolor de rodilla debido a alguna enfermedad degenerativa de rodilla, y se trata de un porcentaje que aumenta con la edad. Los procedimientos artroscópicos para estas enfermedades “cuestan más de 3000 millones de dólares al año solo en Estados Unidos”, establece el informe, además de sugerir que es casi una completa pérdida de dinero.
Otras intervenciones comunes incluyen las inyecciones de esteroides en la rodilla. Es posible que reduzcan la inflamación dolorosa, pero si se usan repetidamente, los esteroides pueden acelerar el desarrollo de artritis en la articulación. Un estudio publicado recientemente en JAMA por investigadores del Centro Médico Tufts encontró que la inyección de un corticoesteroide cada tres meses durante dos años había conducido a una mayor pérdida del cartílago de la rodilla y a ninguna diferencia significativa en cuanto al dolor en la rodilla en comparación con los pacientes a los que se les había inyectado un placebo.
El valor del otro procedimiento al que me sometí, las inyecciones de ácido hialurónico (algunas marcas comunes son Synvisc y Monovisc), ha encontrado un mejor respaldo en las investigaciones, en el caso de pacientes con dolor de rodilla. Un estudio muy extenso, publicado el año pasado en PLOS One, incluyó a más de 50.000 pacientes tratados con uno o más ciclos de estas inyecciones y los comparó con más de 131.000 pacientes no inyectados.
Para aquellos que recibieron cinco o más ciclos, las inyecciones retrasaron 3,6 años en promedio el remplazo completo de rodilla, mientras que quienes recibieron solo un ciclo aguantaron un promedio de 1,4 años antes del remplazo de rodilla, y los que no fueron inyectados se sometieron al remplazo de rodilla después de un promedio de 114 días.
Siemieniuk reconoció que el tratamiento para la artritis degenerativa de rodilla puede ser “frustrante tanto para los doctores como para los pacientes”, puesto que no hay una respuesta clara sobre lo que puede ayudar a cada paciente.
Hasta que no se cuente con mejores evidencias, sugirió las siguientes estrategias, que se sabe ayudan a evitar que muchos pacientes entren al quirófano:
• Si tienes sobrepeso, piérdelo. Mientras más peses, más presión tendrán tus rodillas a cada paso y más probable será que te duelan cuando camines o subas escaleras.
• Presta atención a las actividades que agravan tu dolor de rodilla y trata de evitar las que no sean esenciales, como permanecer sentado o en cuclillas mucho tiempo en un mismo lugar.
• Si el dolor lo amerita, toma un analgésico de venta libre, como acetaminofén (Tylenol y otros) o un antiinflamatorio no esteroideo, como ibuprofeno o naproxeno.
• Probablemente lo más útil sea que te sometas a uno o más ciclos de terapia física proporcionada por un terapeuta certificado, quizá especializado en dolor de rodilla. Asegúrate de hacer los ejercicios recomendados en casa y continúa haciéndolos indefinidamente para evitar que los beneficios desaparezcan.
• Considera consultar a un terapeuta ocupacional que pueda enseñarte cómo modificar tus actividades para minimizar las molestias en la rodilla.
The New York Times