En Otro Canal
Armando Reyes Vigueras
Sabemos cuáles son los temas preferidos para el presidente, los cuales día a día son presentados en su conferencia mañanera, pero lo que no sabemos es porque no aborda otros temas que son del interés público. Si bien López Obrador sabe muy bien cómo fijar temas en la agenda de medios, la pregunta que nos debemos hacer es hasta cuándo podrá seguir dominando el escenario y si eso es para él gobernar.
Mis temas
Sabemos que López Obrador es un hombre de convicciones, necio como él mismo lo ha declarado en su mañanera, pero sobre todo, obsesivo con ciertos temas.
La corrupción podría ser su favorito, pues desde que tomó posesión como presidente no ha dejado de mencionar esta palabra en sus discursos o conferencias de prensa.
Pero lo llamativo de este particular es que considera como corrupción el presidente. Así, un acuerdo entre un organismo empresarial y el Banco Interamericano de Desarrollo es corrupción, la concesión a una paraestatal para el puerto de Veracruz —que confundió con una empresa privada— también es corrupción, al igual que lo que se observa en el reciente video dado a conocer en el contexto del caso Lozoya, sin reparar que entonces —bajo su concepción del tema— lo hecho por René Bejarano en 2004 al recibir fajos de billetes de Carlos Ahumada también es corrupción.
Pero nada dice de las asignaciones directas, de las irregularidades denunciadas en Conade o lo sucedido con el ex súperdelegado en Jalisco, Carlos Lomelí, que tuvo que renunciar debido a denuncias en este sentido, así como tampoco aborda el tema de las compras con sobreprecio en el IMSS, las casas de Bartlett y Ackerman, ni que uno de los involucrados en los video es hoy contratista de su gobierno.
Tampoco ha aclarado cómo estuvo la corrupción en lo del aeropuerto de Texcoco y por qué si había empresas involucradas se les permitió participar en la obra de Santa Lucía.
Otro tema que es reiteradamente abordado por el presidente es el relativo a sus adversarios. En este, se da vuelo llamándolos conservadores, fifis, neoliberales y algunos calificativos más.
Tan necesita hablar de esto, que es notorio el intento de involucrar a ciertos personajes de nuestra clase política en sus apariciones mañaneras, a excepción de Enrique Peña Nieto acerca de quién se refiere poco.
Así, son constantes las menciones a Felipe Calderon, a columnistas como Carlos Loret de Mola o Raymundo Rivapalacio, a empresarios como Claudio X. González, a Carlos Salinas de Gortari, entre otros que han desfilado por sus comparecencias mañaneras.
Otro más que ha ocupado mucho de su tiempo al micrófono es el relativo a los pobres. A la menor provocación, menciona que su gobierno apoya a los pobres, trabaja por los pobres, se enfoca en ayudar a los pobres, que éstos son de especial importancia para su gobierno, sin importar que la pregunta es si va a dar apoyo a las empresas para que no se pierdan empleos o si se van a tomar medidas para salir de la crisis económica.
Que los indicadores muestran que la pobreza aumenta o que el número de mexicanos que entran en alguna de las categorías de pobreza se incrementa, no importa, él seguirá hablando de los pobres y de cómo su gobierno es para ellos.
Tampoco importa que el desempleo haya aumentado, pues ya dijo que se crearon unos cuantos miles de empleos en julio, a pesar de los millones que se han perdido en lo que va del año.
Es claro que la intención con este tipo de discursos es reforzar una narrativa que le ha servido exitosamente en sus campañas electorales, aunque no ganara la votación, pues se ha logrado posicionar como un mandatario que combate la corrupción y la pobreza, por mucho que sus adversarios quieran regresar a esos tiempos de saqueo del erario público.
Esta narrativa es la que busca establecer cómo la imperante de cara a las elecciones de 2021, en las cuales los candidatos de Morena repetirán como mantra las palabras del presidente y lanzarán acusaciones hacia los adversarios señalados.
Y aquí es donde surge la pregunta, ¿alcanzará esto para dar buenos resultados en los comicios del año entrante?
Uno de los riesgos de este tipo de estrategias es que al ser reiterativos al extremo y no ofrecer variantes, se puede llegar a cansar a la ciudadanía que acabará ignorando este tipo de asuntos.
También puede suceder que esto genere una atención especial para la corrupción y la pobreza, que al contrastarse con lo que está sucediendo con el actual gobierno provoque decepción y pérdida de votos.
Es algo similar a caminar por el filo de la navaja, pues otro tipo de datos o una denuncia debidamente sustentada puede provocar que el tema favorito en Palacio Nacional regrese con un bumerang causando más daño al emisor que al objetivo.
Algo que empieza a suceder con el Caso Lozoya y la manera que revivió lo sucedido con René Bejarano en 2004.
La única duda que queda es si después de abordar estos temas, sus favoritos, el presidente tiene tiempo de trabajar para resolver los problemas que tenemos como país o todo se acaba en su discurso y sus temas.