Luis H. Álvarez legitimó a Salinas
OPINIÓN
*ROBERTO VIZCAÍNO
Luego de la histórica elección presidencial de julio de 1988, todos sabíamos que el PAN había hecho posible el Gobierno de Carlos Salinas. Los hechos lo decían. Pero ninguno de los que habían intervenido en ese arreglo evidentemente bajo la mesa lo había confesado.
El país vivió aquel año momentos cruciales. Sectores importantes hablaban incluso de tomar las armas. Pero ni Cuauhtémoc Cárdenas ni Clouthier secundaron a nadie.
La tensión bajó y Salinas dio el golpe de timón con el encarcelamiento de La Quina y luego con las Reformas constitucionales que modificaron las bases del Ejido, la relación Estado-Iglesia y otras.
Fue en una amable y hasta ese momento inocua conversación realizada la media tarde del jueves 21 de enero de 1993 -5 años después de aquella elección-, que en el recibidor de la antigua sede nacional del PAN, cuando el entonces dirigente de Acción Nacional, el chihuahuense Luis H. Álvarez lo aceptó.
Sí. Él había legitimado a Salinas.
Salíamos de una larga e insustancial conferencia de prensa que se acostumbraba dar cada semana en el PAN, para abordar los temas nacionales.
En un gesto de amabilidad, la dirigencia panista ofrecía entonces bocadillos y refrescos a los reporteros, fotógrafos y camarógrafos asistentes lo que creaba un ambiente distensionado entre unos y otros, entre periodistas y panistas.
En eso estábamos un grupo de reporteros, quienes sabíamos que don Luis soltaba más cosas fuera de la conferencia que dentro de ella, cuando él comenzó a detallar cómo se había llegado al acuerdo que legitimó e hizo posible el Gobierno de Salinas.
Ese acuerdo entre Luis H. Álvarez y Salinas rompió la alianza de los candidatos presidenciales Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel J. Clouthier y Rosario Ibarra de Piedra que estuvo a punto de impedir la llegada del de Agualeguas a Los Pinos.
Dentro del PAN hubo una insurrección. Algunos blanquiazules prominentes renunciaron. Clouthier se alejó. Los de otras fuerzas acusaron a Álvarez de traición.
Nunca antes, luego de la Revolución Mexicana, había estado tanto en riesgo una Presidencia como la de Salinas en 1988.
Sin duda ahí se dio el parteaguas real del Sistema Político Mexicano. Ni siquiera en 68. Fue el inicio de la transición que se ha vivido a lo largo de los siguientes 28 años. Hasta la fecha.
Por eso aquella confesión de don Luis H. Álvarez registrada únicamente en mi grabadora, fue tan importante.
Álvarez, el legitimador de Salinas, relató:
“Recuerden ustedes que la alianza (de los 3 candidatos presidenciales luego de la elección) fue idea nuestra, propuesta nuestra. Fue en mi despacho donde redactamos el documento que luego firmaron Cárdenas, la señora Rosario Ibarra y Clouthier. Ahí estuvieron ellos en mi despacho» dijo.
Según lo consigné en mi nota que apareció en primera plana de Excélsior del viernes 22 de enero de 1993, don Luis diría que Cuauhtémoc Cárdenas no quería ir a la alianza, y luego intentó aprovecharse de ella para proclamarse triunfador.
«Pero la verdad es que era humanamente imposible saber quién había tenido la mayoría de los votos… es probable que Salinas, es probable. ¡Pero nada más eso!.
«Nosotros hicimos luego dos encuestas: una colocaba en primer lugar al PRI y después a nosotros por muy escaso margen y en tercer lugar al PRD, que entonces se llamaba Frente Democrático Nacional. En la otra se ponía en primer lugar a Cárdenas, luego a Clouthier y después a Salinas… lo cierto es que estaba muy cerrada la votación.
«Aquí —señaló con vehemencia hacia sus oficinas en el primer piso de la sede nacional panista—, estuvieron entonces Arnoldo Martínez Verdugo y otros y nos dijeron: ‘Nosotros tenemos información de que a Clouthier le quitaron un millón y medio de votos en Gobernación’…
«¡Nosotros ya lo sabíamos!… estaban muy niveladas las fuerzas, entonces nosotros no podíamos aceptar que se proclamara Cárdenas. Nosotros dijimos: ’¡No!, que se convoque a un nuevo proceso electoral’. Eso fue lo que nosotros sostuvimos… esa era la postura correcta”.
—¿Y por qué no se legitimó a Cárdenas en lugar de a Salinas? — se le insistió.
— Porque no teníamos la seguridad de que él hubiera ganado. Ahora, aquí entre nos, en una ocasión nos llegaron elementos de Veracruz y nos informaron de cómo se ayudó a Cárdenas en Baja California, en Michoacán y en Veracruz. Él recibió votos producto de la alquimia. ¿Por qué creen ustedes que quitaron a los gobernadores de Baja California, de Michoacán y de otros lados?, ¿Por qué quitaron a La Quina?… porque ayudaron a Cárdenas con votos de burócratas y de petroleros, de ahí se sirvieron. ¿Por qué creen que el amigo de Ceci —y señaló a Cecilia Romero, entonces secretaria general del PAN, que llegaba en esos momentos a la conversación—, Porfirio (Muñoz Ledo) no quiso que se abrieran los paquetes (en la votación para senador)…?
— Oiga Don Luis, ¿por qué no se dijo esto antes? —se le preguntó.
— Si estábamos luchando juntos, ¿por qué íbamos a exhibir a Cárdenas públicamente?, respondió.
— ¿Cuál debió entonces ser el camino?
— Que se invalidaran las elecciones…
— ¿Y el gobierno qué propuso?
— Adquirió el compromiso de llevar a cabo una transición democrática, cosa que no ha hecho…
Álvarez recordó entonces que gran parte del arreglo entre él y Salinas lo hizo Manuel Camacho, quien era el principal operador del presidente electo.
A partir de ahí hubo encuentros entre él, la cúpula panista y Salinas que fortalecieron el arreglo.
Continuó:
—Nosotros dijimos también que al día siguiente (de la toma de posesión presidencial) nos íbamos a ver con Salinas. Ya ahí (en el encuentro anunciado), luego de que hablamos —él llevó al presidente del Senado, al presidente de la Cámara (de diputados) a (Manuel) Camacho Solís, ahí estaban todos ellos. Por nuestra parte fuimos Abel (Vicencio Tovar), Bernardo Batiz, Diego (Fernández de Cevallos), Carlos Castillo Peraza y no me acuerdo quién más…
Luego de aquellos encuentros y acercamientos, según dice el propio Salinas, Diego Fernández de Cevallos comenzó a ser nombrado en medios informativos como “El Jefe Diego”, porque así le decía el Presidente.
Diego sería luego candidato presidencial por el PAN y podría -al parecer- haber llegado a Los Pinos si no se hubiera bajado prácticamente de aquella campaña que ganó finalmente Ernesto Zedillo. Corrió entonces la versión que “El Jefe Diego” se había salido de la contienda gracias a otro arreglo con Salinas.
Lo que no ha dicho el ahora odiado expresidente, ni nunca lo confesó tampoco Luis H. Álvarez, fue que de aquellos acuerdos de 1988 no sólo surgió una transición pactada, de la cual surgieron el IFE, el Trife y leyes que ahora de alguna forma dan certeza a los procesos electorales en el país, sino que se convino de alguna forma la alternancia que vivimos hasta ahora, en la que ha salido ganando el PAN.
Álvarez reveló que Salinas sólo le pidió tiempo para realizar los cambios.
«… yo nada más le pido que me den tiempo. Yo estoy muy consciente de lo que el país vive. De la necesidad de instrumentar cambios», le habría comentado Salinas.
«Así fue (la conversación)… y, bueno, algunas cosas se han conseguido. Yo creo que ustedes estarán de acuerdo que era difícil predecir que se iban a realizar los cambios constitucionales al tercero, al quinto, al veintisiete y al ciento treinta», indicó don Luis aquella media tarde del viernes 21 de enero de 1993.
— ¿Entonces fue preferible apoyar a Salinas? – se le insistió.
— Hablamos siempre de una legitimidad secundaria, en el ejercicio (del poder).
Dice que no hacerlo hubiera significado el caos,
— ¿Se negoció directamente con Salinas? — se le repreguntó.
— Él reiteradamente me ha dicho: ‘No tienen ustedes idea de las presiones y de las resistencias a las que me enfrento’… Yo creo que hay presiones y resistencias evidentes. ¡A aaah!, pero no menos evidente es la fuerza del Presidente (de la República) un Presidente que se decide a hacer las cosas, sin duda que las hace!, -concluyó.
Hoy don Luis H. Álvarez ha muerto. Y México vive otros acuerdos entre sus predecesores en el PAN, y el Presidente en turno. Por ahí todavía andan “El Jefe Diego” y Salinas.