Maduro sigue sin madurar
POR LA ESPIRAL
*Claudia Luna Palencia
Para Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, su país es la piedra angular del Mercosur aunque para los socios fundadores de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay no existen imprescindibles.
La tirantez en el bloque regional ha llegado a tal nivel en los últimos años que el cuatripartito decidió de forma unánime no entregarle la presidencia del Mercosur a Venezuela y eligió a cambio la gestión colegiada del grupo durante el semestre que precisamente le correspondía mandar a Caracas.
La más reciente presencia del bloque en la Asamblea General de la ONU con una recepción privada entre los cancilleres de los países sudamericanos –pero sin su contraparte venezolano- constató lo que ya no es un secreto a voces: la posible expulsión de la nación bolivariana del Mercosur el próximo 1 de diciembre.
Para evitar la fecha fatal, el presidente Maduro deberá acatarse a las cláusulas preferenciales y aduaneras que conforman el cimiente del grupo integracionista comercial así como respetar el tema de los derechos humanos.
En la prensa caraqueña la versión oficial de los hechos discurrió de manera distinta: “Sin embargo, a partir de la modificación de la correlación de fuerzas políticas en los diversos países que componen el bloque mercosuriano, se empezaron a esgrimir argumentos políticos y técnicos que pretendían minimizar la presencia venezolana en el bloque e impedir el ejercicio de la Presidencia Pro Témpore venezolana”.
Para Delcy Rodríguez, ministra de Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela, el desplazamiento de su país violenta la legitimidad del organismo. Rodríguez desde su cuenta de Twitter @DrodriguezVen condenó esta forma de arrebatarle su sitio a los venezolanos.
Pero entre si son nuevos intentos imperialistas o injerencistas como es la costumbre en la retórica oficialista en el poder venezolano “somos perseguidos por los torturadores de Sudámerica” en la visión de Maduro, lo cierto es que el Mercosur intenta insuflarse nuevos aires aprovechando la renovación en sus cuadros de mando.
Si el 31 de julio de 2012 Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff y José Mujica dieron la más calurosa recepción a Hugo Chávez en la ceremonia de inclusión de Venezuela al Mercosur; ahora, sin Dilma, Cristina ni José al frente del poder de sus respectivos países el reciente miembro está al borde de ser expulsado del club.
También parece que finalmente serán tomadas en serio las negociaciones para un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE) tan es así que recayó en Uruguay, en los terrenos del presidente Tabaré Vázquez, continuar con la ronda de acercamientos con las autoridades europeas respectivas para rescatar del fondo del pantano lo que para muchos es ya un imposible.
La historia de casi dos décadas de negociaciones y dislates está llena de mutuos reproches y recelos. En Europa argumentan que son las economías sudamericanas las que han politizado y hasta ideologizado los acercamientos que suben y bajan de intensidad dependiendo de los gobernantes de turno.
Para muestra: la larga etapa en Argentina del kirchnerismo (Néstor Kirchner fue presidente desde 2003-2007 y le sucedió su esposa Cristina hasta diciembre de 2015) fungió de viga para enfriar las relaciones del Mercosur con la UE. La retórica contra lo extranjero como amenaza para la patria y alejar a “los saqueadores” no hizo más que asustar a los productores locales temerosos de quedar avasallados por la competencia del mercado internacional.
A COLACIÓN
¿Pero y América Latina en general? En opinión de Fazia Pusterla, economista del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Europa, el problema es que América Latina arrastra sendas asimetrías y en el caso del Mercosur tienen un comercio intrarregional pero padecen bajos niveles de integración global inferiores al 20 por ciento.
De hecho, la historia del Mercosur (creado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y luego invitaron a Chile como miembro asociado y a Venezuela como socio con plenos derechos) está plagada de conflictos entre los productores, de acusaciones de dumping, de malas prácticas comerciales y de que cada presidente de turno interpreta el acuerdo a su conveniencia.
La región que por su naturaleza, sus vasos comunicantes, debería entenderse fluidamente lo hace dando tumbos y con muchas dificultades y eso es precisamente lo que el bloque debería evitar de cara al futuro inmediato.
“Hay que ver nuevos patrones productivos, atraer mayor inversión extranjera directa, permitir que sucedan más encadenamientos productivos; que las matrices sudamericanas tengan cada vez más filiales en el exterior”, argumentó la directiva del BID.
En general, añadió Pusterla, América Latina necesita urgentemente diversificar su producción industrial y comercial. Quizá en parte de allí deriva la reticencia del Mercosur a competir con los europeos por su dependencia hacia los commodities.
¿Y con todo esto es factible un acuerdo comercial entre el Mercosur y la UE?
“Lo es ya son muchos años de esfuerzos de diálogo, el BID está precisamente para apoyar al bloque latinoamericano; actualmente se aprecia un verdadero interés por parte de los países miembros del Mercosur y si se vence el rechazo al comercio que implica competir, se logrará”.