Manon descubrirá un nuevo perfil de la Compañía Nacional de Danza
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de junio, (DE VAGOS/CÍRCULO DIGITAL).— “De principio, Manon se planteó como un reto para la Compañía Nacional de Danza, porque se han montado los tres actos completos, y la obra coreográfica de Kenneth MacMillan exige que los integrantes se desenvuelvan como bailarines-actores”, dijo en entrevista el director artístico de la agrupación, Mario Galizzi, a unos días del estreno en México del ballet.
“Este tipo de obras les ha permitido a los bailarines trabajar con otras exigencias, lo cual incrementa sus capacidades y su nivel artístico. Una compañía de ballet es tal por la técnica, pero el valor artístico es lo que la coloca en este siglo”.
El titular de la Compañía explicó que, para los bailarines, el principal desafío fue el actoral, porque Manon requiere cambios de estados de ánimo que no pueden expresarse solo con sus capacidades técnicas, sino que requieren de sus facultades expresivas.
“La naturaleza de la obra es literaria, ya que está inspirada en una novela (L’Histoire du chevalier Des Grieux et de Manon Lescaut, escrita en el siglo XVIII por el abate Prévost), y durante toda la puesta no hay un solo diálogo, así que los bailarines han trabajado mucho en su expresividad para poder decir a través del movimiento lo que se diría con palabras”.
Galizzi añadió que, a partir de esta puesta en escena, la Compañía se ha abierto a otros lenguajes: “Seguiremos con las obras de repertorio, de las cuales algunas se repondrán. Sin embargo, vienen otros retos con un nuevo perfil para la agrupación que sorprenderán al público”.
Tihui Gutiérrez, exprimera bailarina y actual maestra ensayadora de la Compañía, coincidió que con este montaje se descubre un nuevo perfil de la agrupación: “En este tipo de coreografías se privilegia el guion y no la convención balletística. Todos los movimientos están realmente al servicio de la historia para que cobre una congruencia.
“Manon, bajo la guía de Karl Burnett y Patricia Ruanne, ha permitido que cada bailarín encuentre su personaje, trabajo que pocas veces experimentan los intérpretes de repertorio. El proceso es interno, desde la construcción del personaje, para que se refleje en la expresión. Es una gran demanda histriónica.
“Además, representa una gran oportunidad para que el público pueda ver el trabajo de uno de los grandes coreógrafos que marcó un parteaguas dentro del ballet, sin tener que viajar a Londres. Con MacMillan y John Cranko, las historias se cuentan distinto,” dijo Gutiérrez.
Finalmente, Burnett, coreógrafo repositor de la obra junto con Ruanne, aseveró que la Compañía ha logrado exitosamente traer la coreografía de MacMillan a México: “No todas las compañías de ballet en el mundo lo hacen y con bailarines de casa, por el alto requisito técnico y artístico que exige”.
Sobre su trabajo con la agrupación del Instituto Nacional de Bellas Artes, aseguró que ha sido próspero: “Algo maravilloso de los bailarines es que han sido muy abiertos y se han mostrado muy dispuestos a hacer lo que les pido que hagan, lo cual es necesario para el ballet, porque implica mucha resistencia.
“Di por sentado que técnicamente podía exigirles y me centré en que fueran verdaderos actores y actrices, así que hemos estado trabajando en el lenguaje corporal para hacer que la coreografía sea entendible. Cuando inicié mi trabajo con los solistas les puse una meta muy alta y ellos la están alcanzando muy satisfactoriamente. Será un gran estreno”.
La coreografía de MacMillan con música de Jules Massenet se escenificará en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes los sábados 17 y 24 de junio a las 13:30, los domingos 18 y 25 a las 17:00 y el martes 20 y el jueves 22 a las 20:00.
Los roles principales son interpretados por Greta Elizondo, Ana Elisa Mena, Agustina Galizzi, Sebastián Vinet y Gerardo Wyss. Participará la Orquesta del Teatro de Bellas Artes bajo la dirección de Srba Dinic.