‘Más allá del invierno», de Isabel Allende
Albert Camus.
Por un lado, conoceremos la historia de Lucía, quien, a pesar de su edad y sus desengaños, no ha perdido la esperanza de alimentarse de las fantasías propias de la juventud y de sobrevivir al duro invierno de su vida: la ausencia de su padre, la desaparición de su hermano durante la dictadura militar, un desengaño amoroso, la cruel enfermedad o al eterno exilio. Por otro lado, el relato de Evelyn nos acercará a la miseria de su país, a la violenta y dramática realidad de la emigración ilegal, que le hizo llegar de manera clandestina a Estados Unidos. Y finalmente, nos adentraremos en la vida de Richard, un profesor de universidad de apariencia taciturna, gentil y discretamente generoso, que vive de manera rutinaria y apática una existencia tormentosa hasta que la presencia de Lucía altera por completo sus expectativas.
Sus vidas se verán irrevocablemente entrelazadas en la aventura más difícil de todo ser humano: enfrentarse al largo invierno y abrazar con fuerza el —irresistible— verano invencible que siempre nos ofrece la vida.
Nació en 1942, en Perú, donde su padre era diplomático chileno. Vivió en Chile entre 1945 y 1975, y ha residido durante largas temporadas en otros lugares, en Venezuela hasta 1988 y, a partir de entonces, en California. Inició su carrera literaria en el periodismo, en Chile y en Venezuela. En 1982 su primera novela, La casa de los espíritus, se convirtió en uno de los títulos míticos de la literatura latinoamericana. A ella le siguieron otros muchos, todos los cuales han sido éxitos internacionales. En 2010 fue galardonada en Chile con el Premio Nacional de Literatura y en 2012, en Dinamarca, con el Premio Hans Christian Andersen por su trilogía «Memorias del Águila y del Jaguar».
21 libros • traducidos a 35 idiomas • más de 67 millones de libros vendidos • 14 doctorados internacionales • 50 premios en más de 16 países • 2 producciones cinematográficas internacionales • adaptaciones de sus obras (cine, teatro, ópera, ballet, radio y musicales) • Creadora de la Fundación Isabel Allende para ayudar a mujeres y niñas en Chile e internacionalmente.
La autora ha dicho:
“La cita de Camus es muy significativa en mi vida en estos momentos. Cuando empecé a escribir la novela estaba sola, separada de mi marido y a una edad en que los afanes románticos resultan ridículos. Coincidió con la muerte de un par de amigos muy queridos y la de mi perra Olivia, un cambio de casa, la vejez de mis padres, la lejanía de mis nietos y el hecho de tener más de setenta años. Sentí que había comenzado para mí el invierno de la vida, pero no alcancé a sufrir pánico porque, como siempre, la escritura me salvó. Siempre he tenido dentro un ‘verano invencible’, que en algunas circunstancias trágicas, como el golpe militar de Chile que me forzó al exilio, o la muerte de mi hija Paula, se ha visto nublado, pero siempre vuelve a brillar. He aprendido a confiar en ese verano personal”.
“En Estados Unidos y en Europa el tema de la inmigración y los refugiados se considera un problema político más que una crisis humanitaria. Se han perdido de vista las razones por las cuales este fenómeno existe. Nadie deja su familia, su hogar, su país, su lengua y sus costumbres por gusto, lo hace por escapar de guerra, crimen y miseria. Es fácil para quienes no han vivido esa trágica experiencia convertir a los refugiados en chivos expiatorios y rechazarlos. Al presentar el caso de mi personaje Evelyn Ortega espero que algunos lectores miren con simpatía a quienes, como ella, buscan refugio desesperadamente”.
“Reconozco que hay algo de mi propio carácter en Lucía Maraz. Yo también soy optimista, apasionada y me sobra energía”.
“En el fondo, siempre he creído en la posibilidad del amor a cualquiera edad. Ya había explorado ese tema en El Amante Japonés, donde los protagonistas enamorados tienen ochenta años. En Más Allá del Invierno la pareja está en los sesenta. Como a veces la escritura es profética, poco antes de terminar el libro resulta que encontré amor romántico y apasionado, como el que describí en la novela. A los 74 años puedo amar con el entusiasmo de la adolescencia, pero enriquecido por una inmensa gratitud, porque a esta edad se empieza a perder casi todo en la vida, —salud, capacidades, amigos, trabajo, etc.— y por lo mismo aprecio mucho el regalo inesperado de otro amor. Espero que este sea el último y que me alcance hasta el final sin perder nada de su soleado verano. Voy a cuidarlo como un tesoro”.
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