Índice Político
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Como México no hay dos. Así como suena. Todo mundo ha aceptado el fracaso del neoliberalismo. Todo mundo, sí, menos nosotros. En los países industrializados y en los emergentes se aplican todas las recetas para estimular el desarrollo agropecuario, las industrias y comercios locales, menos aquí. Seguimos creyendo que «la mano invisible» del capitalismo salvaje nos sacará de la frustración y la miseria.
La crisis mexicana de 1994, la asiática de 1997, la rusa de 1998, la brasileña y la argentina del ’99, la subprime mundial inmobiliaria de 2008 y la mega crisis del dólar de la última década presagiaron el agotamiento del neoliberalismo. La derrota del monetarismo, el fracaso de la globalización y la impericia política han precipitado a una quiebra económica que va a prevalecer durante nuestro siglo.
Y es así porque el combate a la inflación –forma específica del neoliberalismo para luchar contra la presencia del Estado– fue colocado por los tecnócratas extraños y por los aprendices locales como su objetivo fundamental para provocar conscientemente el vacío actual del Estado popular y democrático.
Aumentaron exponencialmente la deuda externa detonando un déficit espeluznante, redujeron el gasto público y social para quedarse con todo y estrecharon las prestaciones y los créditos de ayuda a las capas más pobres de la población. Tronaron las repúblicas, los tejidos sociales y los mercados internos.
Donald Trump, sólo polvo de los lodos de Pinochet, Thatcher y Reagan
El «estadista» que propuso primero el modelo para América Latina se llamó Augusto Pinochet, alentado por todas las universidades gabachas al servicio de la CIA. Fue impulsado por los gobiernos estadounidenses y mexicanos para complotar en contra del pueblo chileno. Después, llegaron Margaret Thatcher, en Inglaterra, y Ronald Reagan en Estados Unidos para asumir el modelito a escala mundial.
Los halcones republicanos de la Casa Blanca de Washington, ungidos por el fraude electoral de Tallahassee, mataron las gallinas de los huevos de oro. Dejaron caer sobre el mundo una estela de destrucción, de invasiones apodadas guerras preventivas, de imposición de modelos macroeconómicos y del reinado del narcotráfico. Trump es solo un polvo de aquellos lodos.
Los aliados europeos de las famosas guerras preventivas contra los ejes del mal, Inglaterra, España, Italia, entre otros, cómplices de las mentiras terroristas de Washington, escenificaron un lastimoso espectáculo que hoy está siendo la estaca en carne propia, digerido más por un empeño de supervivencia que por el mínimo sentido común.
No volver a creer que la grandeza de un país debe la copia de lo ajeno
Pero hay un reposicionamiento de fuerzas en Europa y en el Oriente Asiático, cuya coincidencia hasta hace unos años era menos que imposible El hartazgo internacional hacia la hegemonía estadunidense y hacia cualquier Imperio se refleja en todos los terrenos.
Desde el ámbito productivo, el terreno financiero, comercial, bélico e industrial, se contesta con decisión y se instalan las exequias del pensamiento neoliberal. Menos aquí. Hoy, la ideología de los eternos oprimidos está llamada a influir sobre las corrientes progresistas del mundo emergente.
Frenar todo lo que el candidote del PRI –que no es del PRI– Meade ataca, como la privatización indiscriminada de las factorías que producen artículos básicos, contener y regular la apertura comercial y financiera, que el Estado intervenga decididamente en la dirección económica en favor de las mayorías, es la lucha del pueblo frente a la codicia extranjera. Nunca más volver a creer que la grandeza de un país debe ser producto de la copia de lo ajeno.
Por una versión propia de nuestro proceso de crecimiento independiente
Con la inminente llegada de un gobierno democrático, en México se presenta la oportunidad de que el nacionalismo histórico recobre su exacta dimensión. Ya no admitir promesas del reformismo capitalista, ni sociales democracias llamadas terceras vías, sino convocar a superar…
… el esquema actual de la abusiva propiedad de los medios básicos de producción, acabar con la súper explotación de la fuerza de trabajo y el sistema integral de dominación estadounidense que tiene en el Estado actual a su principal aliado.
A todos los países del mundo los ha llevado a esa conclusión la realidad. Hasta las repúblicas de influencia socialista y los países periféricos de ambos bandos ideológicos desarrollan ya versiones propias de sus procesos de crecimiento independiente. A todos los une la condena al liberalismo marginal, la crítica a la mano invisible y la desconfianza en el libre juego de las fuerzas del mercado.
Con la ficción del TLCAN nos creímos miembros del primer mundo
Y es que en México la economía exportadora ya tronó. Las trasnacionales, encuadradas fundamentalmente en la franja norte de nuestra frontera, se recorren más hacia el sur del continente y del mundo buscando, como industrias itinerantes de rapiña, mano de obra más hambrienta, abundante y menesterosa.
La industria ensambladora ha sido la presa más apetitosa de la rapiña pripanista. A cambio de ubérrimos moches, las ensambladora de autos rocían a los aparatos públicos de dinero para que éstos les regalen todo lo necesario para florecer: salarios bajos, tierras, agua, concesiones fiscales y aduaneras, devoluciones de impuestos y lo que usted pueda imaginarse.
La industria maquiladora y la ensambladora son de las más poderosas ficciones que nos atan al librecambismo y a los arrases neoliberales del decadente imperio estadounidense. Las fantasías del desarrollo creadas por el gobiernito federal y los estatales son sólo complicidades, maniobras de extorsión popular.
El gancho del TLCAN que funcionó durante más de veinte años para hacernos sentir miembros del primer mundo, sólo ha sido un embuste que en el mejor de los casos sirvió para enriquecer a productores agrícolas de exportación y en el peor, fue la coraza de proa para convencernos de soltar el mercado interno al comercio extranjero y sus tiendas departamentales y de conveniencia.
A ser dueños de nuestro aparato productivo, de distribución y de consumo
Fueron esos fantasmones los que nos llevaron a perder la fuerza de la economía y del mercado interno, único motor del cambio y del crecimiento sostenido. Entregamos hasta los huaraches. La forma de resolverlo es revisando con inteligencia los procedimientos necesarios para volver a ser dueños de nuestro aparato productivo, de distribución y de consumo.
Desde luego, ninguna de las fórmulas que proponen los candidatos neoliberales del pripanismo, Meade y Anaya, podrán establecer jamás un solo rasgo de diferencia con lo que conocemos hasta hoy. Es necesario ser nacionalista y tenerle amor a México. Y eso, ni lo conocen.
Un nuevo gobierno debe encontrar un tipo de organización política que responda a la nueva realidad social, que subsane los defectos del paternalismo, que acabe con los excesos del fracasado neoliberalismo, que contribuya al desarrollo social e impulse el proceso democrático popular.
Gobierno democrático, última esperanza de más de 80 millones de electores
Para no volvernos a perder en los circuitos de los mediocres y terminar como ellos lo lograron: patios traseros de potencias, desplazados por una corrupción generalizada de las clases dirigentes, de pequeños grupos desconocedores de la historia nacional.
Un gobierno democrático es la última esperanza de más de 80 millones de electores que este primero de julio decidirán la reconquista de nuestro destino.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Tras de que en el tercer debate presidencial José A. Meade denunciara las ligas de la empresa de los sucesores de don Pascual Gutiérrez Roldán, tratando de incriminar al ingeniero Jiménez Espriú, ¿en qué papel queda el embajador de EPN en Washington? Ya no sólo el atracomulca y su protegido Emilio Lozoya están involucrados en el escándalo Odebrecht, ¿también Gerónimo Gutiérrez? + + + Lo peor es que, esa liga de la empresa señalada por el candiddote priísta –que dice todavía no ser priísta, aunque ya lo es–, Idesa, con la filial de Odebrecht fue autorizada por él mismo cuando fungía –o fingía– como secretario de Energía del lesivo calderonato. ¿Tiro en el pie? + + + Escribe don Fernando Salinas sobre el debate y las elecciones: «En este último debate Ricardo Anaya se mostró más tenso, agresivo, desesperado y con la misma estrategia de golpear lo más posible a Andrés Manuel López Obrador, en primer lugar, y contra José Antonio Meade, en segundo lugar, en un afán de desquite respecto a los últimos ataques que han tenido última y recíprocamente Meade y Anaya, lo cual demuestra que sí le ha dolido el hecho de que lo han balconeado de sus movidas chuecas y actos de corrupción, contrarios a sus intereses de querer mostrarse como una persona honesta; hay que recomendarle al señor Anaya usar pomada de Barmicil o alguna otra contra el ‘ardor’… Por otro lado, el actuar de El Bronco lo ha expuesto como ‘patiño’, como ‘palero’ del sistema para generar ‘polémica’, distracción, confusión y desconfianza de los otros candidatos y partidos, pero algo que no se ha comentado y que considero importante, es que, si se le permitió el registro de su candidatura a pesar de ser un delincuente electoral, ello debe analizarse como una forma de ‘legalizar’ recursos públicos para cometer fraude electoral, para actuar como ‘operador’ político del sistema para manipular las elecciones a como más les convenga, tomando en cuenta que él tiene acceso al manejo de la estructura política, de gobierno, social y del sistema administrativo del estado de Nuevo León, que lo llevó a la gubernatura y que permanece a pesar de haberse separado del cargo temporalmente.»
www.indicepolitico.com / [email protected] / @pacorodriguez