Mascará Vs Cabellera actuará en Egipto
México exporta cultura, no sólo cifras de corrupción e impunidad
–En el 24 Festival Internacional de Teatro Experimental en El Cairo
–Lucha libre y teatro, dueto invencible contra el poder omnímodo
–Coincidirá con los tres años de la desaparición de los 43 normalistas
–Pancracio mexicano -tequila y mariachi– símbolo nacional: Orión
Por Jesús Yáñez Orozco
Ciudad de México a 10 de septiembre (JESÚS YAÑEZ /CÍRCULO DIGITAL).- Llovía. Es noche. Relampaguea. Encapotado cielo. Pálida, luna, ilumina juveniles rostros. Casi cuatro años, literal, de sangre, sudor y lágrimas, tienen una dulce recompensa, que corona 50 funciones: llevarán la representación de México al exterior, pese a magros apoyos.
Al Rescate Compañía, que escenifica Máscara vs Cabellera desde 2014, convencida que “los luchadores son como dioses… mueren jóvenes”, con mucho esfuerzo y pocos recursos, gracias a su pasión y tesón, finalmente, hizo un anuncio que, por la duda en la entraña — durante cuatro meses– deseaba exorcizar con agua bendita de la ilusión cristalizada: irán al XXIV Festival Internacional de Teatro Contemporáneo y Experimental en el Cairo, Egipto.
Darán, allá, dos funciones en septiembre que resultarán emblemáticas por la efeméride: 22 y 23 –que coincidirá con los 100 años del natalicio de El Santo, el Enmascarado de Plata— y cuadro días después, 26, se cumplirán tres años de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, hecho que pasmó al mundo.
Y duele como un parto.
Historias engarzadas en el llamado, curioso, “mes patrio”. Que, desde 2014, se convierte en eufemismo de dolor y desamparo. Es inconcebible, en la mente de cualquier ciudadano, no saber dónde están los normalistas. O que fue de ellos.
Es la oscura, llamada, “noche de Iguala”.
Y, seguro, el próximo 26, volverá a levantar ámpula en muchos rincones del planeta por el vacío del gobierno mexicano, opacidad institucional, sobre el caso del incierto paradero de los jóvenes.
Donde, “la verdad histórica” oficial se ha convertido en una afrenta nacional. Tres palabras que son mortaja.
Herida que permanece abierta, oscuro relámpago, que enceguece la memoria necia, pero no olvida.
Máscara, verdadero rostro, metáfora viva de un pueblo roto. Identidad, fugaz, salva del dolor y la desesperanza.
–¿Qué significan esos dos hechos para Máscara vs Cabellera?
–Son curiosas coincidencias”, reflexiona Erwin Veytia, director de la obra, a Balón Cuadrado, en las que, reconoce, no había reflexionado. Aclara que “pensamos mucho en los jóvenes de Ayotzinapa. Pero evitamos colgarnos de esas historias.”
Ambos hechos, explica, “están relacionados con lo que hacemos. Caldo de cultivo donde ha crecido nuestro mensaje: ¡lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar”, contra cualquier acto de injusticia social.”
Esa arenga, recuerda Veytia, espíritu de la obra, la escuchó durante una de las manifestaciones afuera de la cámara de Senadores, en ciudad de México, en contra de las reformas, educativa y energética, del presidente Enrique Peña Nieto, hace cuatro años. Y la sumó al libreto.
Y cómo el descontento social se agudiza, en contra de su sexenio. Por eso, tiene una marga aprobación: 22 %, según Consulta Mitofsky.
“Un contingente de maestros gritaba fuera –“¡lucha… lucha… lucha… lucha… no dejes de luchar!”, explica, le hizo “click”. Esa lucha social, opina, “hace más necesaria la obra. Tratar de ser solidarios con ellos, desde nuestras diferencias”.
En la obra del dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, un misterioso luchador enmascarado –Apolo– organiza la resistencia para lograr una sociedad más justa, transparente y democrática. Por eso, hace la promesa, junto con sus compañeros, de luchar de dos a tres caídas sin límite de tiempo contra la impunidad y corrupción de su país.
En su camino para lograr una mejor, enfrenta la traición de un amigo y toma conciencia de que los cambios reales vienen del interior de cada hombre, la familia, el pueblo, y no de la mano del gobierno. Ni de algún partido político.
Veytia expone que irán a Egipto, país con similitudes con México, donde, en el marco de la Primavera Árabe, en pos de la democracia, ocurrió el derrocamiento de su presidente Hosni Mubarak. Bastaron 18 días para quitar un gobierno tiránico de 30 años. Era abril de 2011. Fue el segundo en caer en Medio Oriente. Si bien país africano, la religión es mayoritariamente musulmana. Siguieron, como fichas de dominó, Yemen y Libia. Túnez fue el primero.
A consecuencia del derrocamiento de Mubarak, el Festival de Teatro Experimental de El Cairo se suspendió cinco años. Ahora se retoma en su edición 24.
Encabezados por Veytia –en representación de los 13 integrantes de Al Rescate Cia –actores y equipo técnico– hace el anuncio, durante un cóctel, que irán a El Cairo, en el Foro 37, colonia Juárez, ciudad la de México. Casona, que detona nostalgia, de principios del siglo pasado, vestida con multicolor papel de china.
Impregnado el ambiente de júbilo, risas, bromas, al calor de las notas del son jarocho, tequila, mezcal, vino –tinto y blanco–, agua embotellada y bocadillos.
Están acompañados de un grupo de luchadores embozados, solidarios con los actores: Yago, Dragón Fly, Rudo King, Mistic Boy y Torbellino Azul.
Rostros juveniles, con la indeleble ilusión dibujada en el rostro, máscara encarnada. Al mirarlos sin la capucha se acaba el encanto. Como en el cuento de La Cenicienta, después de las 12 de la noche. Cuando actúan, juegan a ser héroes. Quizá en su inconsciente saben que lo son.
Imaginarlos viajar, semejarán medievales Cruzados enmascarados que, en vez de espada y yelmo, portarán la palabra libertaria, de esperanza, en la conquista de otro mundo: el musulmán y su espíritu machista, como en todas las religiones. Expedición artística. Hará un trayecto de casi 12 mil 400 kilómetros y 17 horas de vuelo.
Oportunidad única, con mujeres enmascaradas, para demostrar que México también exporta cultura, no sólo cifras de muerte –más de 300 mil en lo que va del siglo, de ellas 104 mil en el gobierno peñista, según analistas políticos—, drogas e historias de corrupción e impunidad que crecen como hongos en primavera hace décadas desde el poder y a la sombra de él.
Ante el escaso apoyo que recibieron –donde destacan la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes— Al Rescate Cia, hizo una petición por escrito a la Secretaría de Relaciones Exteriores, que encabeza Luis Videgaray Caso, sólido aspirante del PRI a la presidencia de la República en 2018.
Requerían alrededor de 300 mil pesos, en total, para el boleto, viaje redondo, de los 13 integrantes. Fue rechazada su solicitud. Argumento: no tienen presupuesto.
Cuando ocupó la Secretaría de Hacienda, Videgaray reembolsó a Televisa alrededor de cinco mil millones de pesos por concepto de impuestos.
Aunque sí recibieron apoyo marginal de la sociedad civil, dos de los integrantes de la obra costearán su viaje.
Si alguien se veía satisfecho, bajo su máscara, en el anuncio del viaje fue Orión. Un rudo con ocho años en el pancracio profesional. Y tenía motivo de sobra: de ellos, lleva cuatro como asesor luchístico de los actores de Máscara vs Cabellera. Durante un año previo al estreno, en 2014, enseñó las rutinas básicas de este deporte-espectáculo.
Reconoce la importancia de que esta obra se presente en un país lejano como Egipto. Sobre todo, porque la lucha libre es discriminada por un sector de la población en México. Sobre todo de la supuesta intelectualidad. Con excepción del cronista Carlos Monsiváis, en vida, apasionado del pancracio.
“Pero importa experimentar. Ver cómo reacciona otro público ante la máscara, la lucha y un ring virtual”.
Porque, compara, la lucha libre “es como el tequila, el sombrero, el mariachi. Nos representa. Es parte de nuestro nacionalismo. Muchos países quieren conocerla: Japón, Estados Unidos: de Europa y Sudamérica.”
Máscara VS Cabellera –que se escenifica desde 1985 por distintas compañías– sucede en un país donde el sistema de justicia ha fracasado y las personas que están al mando desvían los recursos del pueblo a su beneficio.
“Para este trabajo, nos reunió nuestro amor como aficionados a la lucha libre y el material que reverberó desde la obra del maestro Víctor Hugo Rascón Banda, así como su visión de la lucha social y la lucha libre como una sola”, detalla Veytia.
“Es muy atractiva la idea de un héroe dispuesto a hacer todo lo necesario para lograr una sociedad más justa y equitativa, un ejemplo de sacrificio y disciplina al parecer muy difícil de encontrar en nuestros tiempos”, reflexiona.
Lazo de hermandad con los desposeídos, ahonda, “donde lo importante no es salir victoriosos, sino estar hombro con hombro en las diferentes trincheras”.
Veytia es actor y director teatral con 15 años de experiencia profesional en escena. Desde el 2000, imparte cátedra. Como profesor adjunto en diferentes lugares: La Escuela Nacional de Arte Teatral, Artes Escénicas Argos y el Centro Universitario de Teatro-UNAM. También estudió en London Academy of Music And Dramatic Art, en Inglaterra.
Rememora cómo nació si pasión por la lucha libre. De pequeño acudió a la Arena Mexico. Estaba abarrotada. Era mascara contra máscara.
“Recuerdo la gritería: ‘¡Santo… Santo…!’ y se me ponen los pelos de punta.”
(Elenco de Máscara vs Cabellera, staff y luchadores invitados)
Es, dice, la fe católica que se mezcla en la lucha: “buenos contra malos. Rudos contra técnicos. Héroes y villanos. Santo ícono en la iglesia y la lucha. Es tan poderoso su legado que muchos tratan de parecerse a él”.
Cielo e infierno.
El enmascarado de Plata, analiza, tuvo una mayor influencia por la historieta de José G. Cruz durante casi tres décadas. Recuerda a su abuelo y amigos, cada vez que se reunían, con nostalgia, se referían a la época de oro de la lucha libre, años 40s, 50s y 60s.
“El Santo era famoso por sus topes, el carisma”, aunque, aclara, “no fue excepcional”.
Pocos saben que eran mejores que él, Murciélago Velásquez, Black Shadow y Blue Demon, que sabía lucha grecorromana –incluso fue maestro de El Hijo de El Santo.
El comic, dice –así como las 52 películas que filmó– lo consolidó entre la afición.
Es, opina, el espíritu de los súper héroes contra los súper villanos.
El texto Máscara vs Cabellera se desarrolla a partir de dos narrativas. Una que es la historia de Apolo, misterioso luchador que trabaja por una sociedad justa. Y la segunda: la historia presente de México contada a través de los propios actores, mediante un distanciamiento de sus propios personajes, donde se exponen datos duros, crudos, de la realidad mexicana.
“La propuesta de dirección se apoya en la creación de un mito sincrético, clásico y prehispánico, como un mundo donde los luchadores, rudos y técnicos se enfrentan todos los días en una eterna lucha, de la cual depende no sólo el rumbo de un sindicato de luchadores, sino del país entero”, explica Veytia.
También hay un integrante de la sociedad civil que, emocionado, apoya la obra: Luis Alberto de la Mora Ramírez, abogado fiscalista, apasionado de la lucha libre.
Cuando toma la palabra, dice –tras hacer una analogía entre Apolo y Akenaton, revolucionario faraón egipcio, esposo de Nefertiti (1300 años antes de Cristo–: “la lucha libre se mama desde niño; la magia de las máscaras: nos hemos enamorado de la obra”.
El elenco, todos presentes en el convivio, lo conforman: Aldo Axel García, Óscar Serrano, Francisco Mena, Clementina Guadarrama, Marcela Feregrino, Elena Gore, José Luis Pérez Hernández, Medín Villatoro, Gabriel Merced García, Emiliano Yáñez, Alberto Santiago y Félix Terán.
Iluminador, Braulio Amadís. Musicalizador, Alberto Santiago.
Afuera la lluvia cesa como por arte de magia. La luna, disco argentino, se divisa como un sol nocturnal, tachonado de estrellas. Límpido, reverencia a estos dioses enmascarados.
Mientras tanto: “¡Lucha… lucha…lucha… no dejes de luchar!”
@kalimanyez