Por la Espiral
*Claudia Luna Palencia
Lo hemos analizado reiteradamente en esta columna: el presente y el futuro pasan por China, a la Unión Europea (UE) cada vez le queda más claro que en medio de su nueva soledad –con el distanciamiento de Reino Unido y de Estados Unidos-, habrá que mirar más hacia los gigantes asiáticos pivotes del crecimiento en el siglo XXI.
La necesidad de buscar luces cortas y largas entre la oscuridad que nubla el corazón y el entendimiento de los bisoños estrategas de Washington, terminará por reconfigurar buena parte del panorama internacional de los últimos cincuenta años.
Al final la obcecación del presidente Donald Trump por su “América First” provocará que tanto Europa como seguramente México corrijan la dependencia desarrollada hacia la Unión Americana, unos en protección militar, otros derivada de una simbiosis económico-comercial.
Para Angela Merkel, canciller de Alemania, el futuro de la UE pasa por velar por su propio destino así como por acercarse más hacia China y también a la India, sigilosa hasta el momento, en esta vorágine de cambios internacionales.
El proyectazo chino de la nueva Ruta de la Seda denominado One Belt, One Road (Una Ruta, Una Franja en castellano) se presenta como una grandísima oportunidad para vertebrarse hacia Europa.
En esencia tiene como baza dos rutas: The Silk Road Economic Belt (Cinturón Económico de la Ruta de la Seda) y el 21th Century Maritime Silk Road (Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI).
La meta es la de concretar las obras de infraestructura en un lapso de 30 a 35 años, esto es, después del año 2050 el mundo tal y como se conoce hoy en día será vertiginosamente distinto.
A COLACIÓN
Al respecto de este tema hablé con Javier Santacruz, socio cofundador de China Capital, él por cierto defendió que para Europa se trata de una buena oportunidad, porque puede dar mucho de sí: “Más allá de los intereses políticos que tienen los chinos (que son indudables y es dominar el mundo en las próximas décadas), el proyecto en sí es extraordinariamente interesante porque moviliza billones de dólares en inversión y sobre todo por una cosa importante: este dinero no procede del endeudamiento sino de la economía real, es decir, del ahorro que genera China y que invierte en el resto del mundo”.
De acuerdo con la visión del también académico del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) es una forma de entender la globalización de manera distinta y de forma mucho más sólida ya que son acuerdos bottom-up.
“Se empieza con acuerdos bilaterales entre países y después se generaliza al resto. Esto es enormemente positivo ya que no necesitas una autoridad central que dirija nada ni tampoco una burocracia excesiva. Te evitas muchos costes como los que generan los macro-tratados comerciales que hasta ahora eran la forma de globalización”.
Desde mi argumento, Xi Jinping se arropa con los países enemigos a ultranza de Estados Unidos, estamos viendo ya un viraje del unilateralismo impositivo yanqui, hacia el multilateralismo impulsado por China, con invitados como Rusia, Irán, Turquía; una tesis en la que igualmente coincide Santacruz.
“Efectivamente es un movimiento multilateral. Es decir, es el espíritu de Bretton Woods de un mundo multilateral pero sin una potencia que sea la cabeza y la imposición de Estados Unidos. Eso cambia mucho las cosas porque evita los conflictos entre países”.
En todo esto, ¿dónde queda la India? “Buena pregunta. La India queda en cierta manera desplazada de ser la cabeza de los nuevos acuerdos comerciales pero lejos de que esto sea un desincentivo, es un incentivo para que la India a su vez estimule sus acuerdos comerciales con otros países y se sume a los proyectos que se están tejiendo en Asia Central”.
¿Puede One Belt, One Road coadyuvar a disminuir las disparidades socioeconómicas entre los países y llevarles el progreso esperado a los países más pobres?
“Este punto creo que es evidente porque la mayor parte de los acuerdos son con países cuya población está bajo el umbral de la pobreza. La experiencia nos enseña que aquellos países que llegan a acuerdos con China de intercambio comercial, inversión en infraestructuras o intercambian divisas (swaps de divisas), mejoran su calidad de vida y generan empleo, aparte de que las empresas chinas suelen quedarse en los sitios donde invierten”.
*Puedes opinar en http://claudialunapalencia.blogspot.com.es economista y escritora, experta en periodismo económico, geoeconomía y análisis internacional