POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
Con la pata coja, así es como la Unión Europea (UE) intenta rehacerse, tras la paradoja del Brexit, los mutuos recelos con el gobierno del presidente ruso Vladimir Putin y la nueva égida supremacista del presidente estadunidense Donald Trump.
Y lo saben bien: o se recomponen y se relamen las heridas o bien terminarán rompiéndose más pronto que tarde por eso intentan no darse por vencidos.
Hace unos días atrás, Javier Solana, ex secretario de la OTAN, afirmó en su cuenta de Twitter que “hacía mucho no veía tan buena sintonía entre la diplomacia alemana y la francesa”; un termómetro de la nueva temperatura imperante entre las dos grandes economías eje de la UE.
De esta forma el bloque ha abierto en paralelo dos procesos simultáneos pero no vinculantes uno del otro: 1) Atender el Brexit, su escisión, costos, tiempos y una vez finiquitado vuelta a una renegociación bilateral entre Reino Unido y la UE para definir su nueva relación en todos los ámbitos; 2) por otro lado, avanzar en los grandes temas que preocupan y dividen al cónclave europeo pero con una impronta por atender dado que son serios –amenazantes- desafíos tales como la acogida de inmigrantes ilegales, el frente ante el terrorismo y la respuesta a las intromisiones rusas en Ucrania así como la supuesta mano negra rusa en los comicios electorales en diversas partes de Europa.
No son pocas cosas y mucho menos nimias. En definitiva, nunca como ahora, el derrotero de la UE descansa en sus propias manos salvada la larga crisis económica de ocho años de recesión, ahora quedan por atender los nuevos frentes.
Para Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, si el Brexit no romperá sesenta años de paz y de unidad amalgamados en la UE, tampoco como advirtió Jens Stoltenberg, líder de la OTAN, vendrá el presidente estadunidense Donald Trump a dar por muerta la Alianza del Atlántico Norte.
Los pasos que se van dando en la recta final del año llevan cierta premura entre los países decididos a sumarse al nuevo empuje europeo, por principio impera el voto de la mayoría en una serie de decisiones estratégicas; la lógica germana sigue predominando sobre de la ideología del bloque.
Bajo esta baza hace unos días nació la nueva Fiscalía Europea encargada de investigar y enjuiciar a los acusados de delitos contra los intereses financieros del club europeo. La fecha para comenzar a funcionar será en 2020 o a más tardar 2021.
Se trata de un revulsivo en el renglón fiscal, dado que engloba a los 28 miembros, una primera gran decisión con contenido extrapolar y supranacional por la magnitud de su alcance.
De acuerdo con el texto votado en seno del Parlamento Europeo, tradicionalmente sólo las autoridades nacionales pueden perseguir el fraude con fondos comunitarios -como el mal uso intencionado de fondos estructurales o el fraude transfronterizo en el IVA-, pero su jurisdicción quedaba limitada a su territorio.
“La Fiscalía europea facilitará el intercambio de información y la coordinación de las investigaciones policiales, acelerará la congelación y aprehensión de activos, así como los arrestos de sospechosos más allá de las fronteras nacionales. Trabajará en estrecha coordinación con la agencia europea de justicia y con la oficina antifraude de la UE”.
Un gran paso de calado supranacional extensible más allá de la soberanía de los países miembros, y en un segundo nivel, el Europarlamento pretende cubrir “otros delitos transfronterizos, como terrorismo y tráfico de personas”.
La nueva Fiscalía Europea tendrá su sede en Luxemburgo y operará con un fiscal jefe y fiscales de todos los países participantes, un total de 20 estados miembros: Austria, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Chipre, República Checa, Estonia, Alemania, Grecia, Italia, Finlandia, Francia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Portugal, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia y España. Otros estados miembros podrán decidir sumarse más adelante.
A COLACIÓN
En la UE, por principio y por final, sigue imperando la voluntad germana: la propia canciller Angela Merkel defendió a ultranza no imponer los cambios previstos para un mejor futuro de la Unión como tabula rasa para todos sino permitir que cada país se sumará de manera voluntaria, empero eso sí, haciéndolo a sabiendas de que terminará acatando la forma en los cambios que aprobase la mayoría.
Queda en el tintero (muy seguramente para 2018) que la Comisión Europea llevará a cabo los pasos imprescindibles para discutir acerca del desarrollo de la dimensión social europea; la profundización de la Unión Económica y Monetaria; el aprovechamiento de la globalización y el futuro de las finanzas de la UE.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
@claudialunapale