Neymar: mortaja del futbol global
frenta su traspaso: 222 millones de euros
–El balompié no será el mismo en el planeta
–Geoestratégica para Qatar su llegada al PSG
–Con 25 años de edad y el mundo a sus pies
— Ufano cristiano, pero Enfant Terrible en la cancha
POR JESÚS YÁÑEZ OROZCO
Ciudad de México, a 24 de agosto de 2017.- (JESÚS YÁÑEZ OROZCO/ BALÓN CUADRADO).-No están equivocados quienes piensan que ya no será igual el futbol globalizado. Algo rompió el balón: el delgado cristal de la ventana cómo se miraba este deporte hace medio siglo, que, sin embargo, ya estaba estrellado. El fair play, dentro y fuera de la cancha, agoniza.
El súper millonario –222 millones de euros, unos cuatro mil 662 millones de pesos— y turbulento traspaso de Neymar –enfant terrible, pero cristiano, dentro y fuera de la cancha, antítesis del Rey Pelé— del Barcelona F.C., español, al París Saint-Germain PSG, francés, (propiedad del emirato musulmán de Qatar) ocurrió una jugada magistral, ajedrecística. Donde el balón, diminuta esfera, se convierte en eficaz recurso de poder geoestratégico.
Similar al mensaje subliminal que envió Estados Unidos al mundo, luego de que el FBI –eficaz policía del mundo desde la Guerra Fría– detuvo y luego encarcelada, por corrupción, la cúpula de la FIFA, aquél 27 de mayo de 2015. Fue como si el diablo tomara el cielo por asalto, donde también hay corrupción.
Los seis países árabes — Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Egipto, Yemen, el gobierno del este de Libia e Islas Maldivas, tuvieron el inmediato beneplácito de Donald Trump — que en junio pasado cortaron vínculos con Qatar– pidieron a la FIFA que despoje a esa nación de la organización de la Copa del Mundo 2022 de fútbol.
Estimaron que el Estado del Golfo Pérsico es una «base del terrorismo». Para Egipto, “Qatar promueve la ideología de al-Qaeda, y le da apoyo a ISIS y a las operaciones terroristas en el Sinaí”.
Doha niega.
Casi un par de meses después ocurrió la ignominiosa contratación de Neymar que acaparó los ojos del mundo. Y fue, en esa jugada maestra, una forma de blindar la sede mundialista contra cualquier boicot.
Deporte, futbol en particular, opio global, como razón de Estado.
Porque quien controla el petróleo y el balompié domina al mundo. Sean los estadounidenses –que buscan la sede del mundial de 2026 con Canadá y México, de comparsas— o los países árabe/musulmanes.
Hay confusión sobre quién es el propietario del PSG. No tiene un dueño multimillonario. Pertenece a la Qatar Investment Authority (QIA), un Fondo Soberano de Inversión fundado en 2005 por el anterior emir de Qatar, Hamad bin Khalifa Al-Thani, que se ocupa de gestionar e invertir los beneficios que genera el petróleo y el gas natural tanto dentro como fuera del país.
A través de Qatar Sports Investment..Un año después asumió el 30 por ciento restante. En aquella época el presidente de QIA era el jeque Tamim bin Hamad Al-Thani. Dos años después, se convirtió en el octavo emir de qatarí, después de la abdicación de su padre, Hamad bin Khalifa Al-Thani.
A sus 37 años, Tamim bin Hamad Al-Thani es el actual jefe del Estado. Y puede presumir de ser el séptimo monarca más rico del mundo. Según la revista Forbes, su fortuna en 2015 ascendía a dos mil 500 millones de dólares –45 mil millones de pesos.
QIA invierte mucho dinero en Estados Unidos, Europa y Asia. Su músculo económico es impresionante, según analistas financieros. Actualmente posee aproximadamente un diez por ciento de las acciones de la Bolsa de Londres y también cuenta con un importante paquete de las acciones de la empresa alemana Volkswagen.
Pero el emir de Qatar gusta el futbol y por ese motivo en 2011 impulsó la adquisición del PSG, que pertenecía a la sociedad estadounidense Colony Capital, después de haber tanteado la compra de otros clubs importantes del Viejo Continente. Y, con esta jugada maestra, la compra de Neymar, dio jaque mate a sus vecinos, incluidos los Estados Unidos, para evitar un futuro boicot.
Desde el primer día, QIA puso al frente del club a Nasser Al-Khelaïfi, un antiguo tenista profesional que a sus 43 años oficialmente ejerce de presidente y director general. Al-Khelaïfi es la cara visible del PSG, ocupación que compagina con la dirección de Qatar Sports Investments, la Federación Catarí de Tenis o beIN Sports.
Neymar es sólo un diminuto peón del ajedrez.
Y no pudo ser más mágico su debut. El domingo 13 de agosto el polémico astro brilló en su debut con el equipo francés: marcó un tanto en la victoria 3-0, ante el Guingamp, en la jornada uno de la Liga gala. Y participó en los otros dos.
“Estoy muy contento por mi debut”, resumió.
“Sabía que sería muy difícil dejar el Barça”, reconoció, “pero estoy muy contento por estar aquí”.
Y como si encarnara a Lázaro bíblico, comparó:
“La gente piensa que dejar el Barça es morir. Pero es al contrario. Estoy más vivo que nunca: juego y estoy feliz.”
Un dato resume el tino comercial con la contratación del exjugador del Barcelona: fueron vendidas 20 mil playeras con el nombre de Neymar, en 10 días, las mismas de Ángel Di María en un año. Es decir, al mes serán 60 mil: 720 mil anuales.
Desde 2012, France Football lo clasificó en el séptimo puesto en la lista de los futbolistas más ricos del mundo, detrás de Lionel Messi (1) y Cristiano Ronaldo (3). Cinco años después es una estrella inalcanzable. Igual de valiosa que el petróleo. Aunque sean un oscuro firmamento.
A partir de su llegada al PSG, paulatinamente, el esférico ya no rodará igual sobre el verde irremediable del césped. Mortaja esférica, económica, política e ideológicamente en un diminuto país de ensueño, de poco más de 11 mil kilómetros cuadrados, que cabría unas 180 veces en México: Qatar, sede del Mundial de FIFA 2022. Su Producto Interno Bruto per cápita, envidiable, es uno de los más altos del mundo: 66 mil euros, casi un millón 400 pesos anuales.
Balón como la más eficaz arma de guerra ideológica de la caverna global. Metáfora perversa por el control del planeta. Orgia de euros y dólares; inyección de oro negro. Amargo néctar redondo. Que se convierte en el principio de la sepultura del esférico bajo lápidas de mármol del poder económico y político globalizados.
Dibuja una pálida sombra en el mundo cómo fue usado el mundial de Argentina 1978, apagado festín de balas y muerte, por la dictadura miliar, para legitimarse ante el mundo, que arrojó más de 30 mil muertos/desaparecidos. Que, polémico, ganó el equipo anfitrión.
Futbol, diáfana oscuridad donde lo que menos importa es el deporte. No importa que con ese pretexto se violen derechos humanos. Aquél que fue creado por obreros en el siglo antepasado y que ahora está a los pies de potentados petroleros, dueños de empresas transnacionales y poderosas televisoras. Como si al futbol hubieran amputado un pie.
Irremisible abismo sin red de protección.
Vaciamiento del espíritu lúdico del balón. Ilación del sinsentido. Donde dinero y poder, son modernos jinetes apocalípticos.
A partir de los años 80s, el balompié se hizo cada vez más circense, mediático. Jugadores prestidigitadores con la pelota en los pies, virtuales payasos, imitados por niños, adolescentes, y adultos en barrios y zonas residenciales. Que sepulta, poco a poco, aquél futbol arte/poesía, del juego de conjunto, de los años 60s y 70s, con Holanda y Brasil, como arietes.
Todavía son recordados con nostalgia, La Naranja Mecánica y el Scratch do Oro. Historia que no volverá.
Algún día jugarán robots.
Mirado en perspectiva despierta un sentimiento similar a observar el Guernika de Pablo Picasso: total desamparo, desamor, de quienes alguna vez amaron este deporte. Son la excepción de la regla de aquello que dijo el escritor uruguayo, Eduardo Galeano: futbol, única religión que no tiene ateos.
Escribió el español Carlos Martín Río, con un postgrado en periodismo deportivo, el pasado 3 de agosto de 2917, en la página web de la revista Panenka (http://www.panenka.org/miradas/el-poder-de-neymar/) con motivo del traspaso del ex jugador del Barcelona al PSG:
“Es también un futbol que seguirá mezclado con la política… Así pues, los tradicionales actores del futbol están pasando a ser títeres involuntarios al servicio de intereses geopolíticos lejanos sin que sea siquiera necesario que abran la boca. Neymar, como la mayoría de futbolistas de su estatus y generación, no parece estar demasiado interesado en asuntos políticos.
“Por lo menos esa es la postura que se les recomienda adoptar con el fin de evitar riesgos innecesarios para la explotación de su marca”.
Ahonda:
“Pero eso no significa que el brasileño no pase ahora a formar parte de un mecanismo que lo convierte en un elemento de poder blando óptimo para un país como Qatar, que se beneficiaría de ello a través del club parisino, perteneciente a Qatar Sports Investments desde hace más de un lustro”.
Expone: en el contexto de la crisis diplomática de Qatar con Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Egipto, y otros vecinos de su región, que lo acusan de estar ligado a “organizaciones terroristas”, que “en un momento en el que (…) quieren que el mundo hable mal de Qatar, Doha se ha convertido en el foco de la mayor noticia del año en el deporte favorito del planeta”.
De la misma manera, agrega, que la celebración del Mundial de 2022 “quiere servir para endulzar la imagen del estado del Golfo Pérsico, el efecto Neymar quiere hacer lo propio después de un verano caliente. El futbol está en el tablero de las relaciones internacionales. En este sentido, Qatar no ha inventado nada. Solo juega la partida en la que todas las potencias, regionales y planetarias, participan”.
Remata:
“Y ha elegido a Neymar para ganarla.”
Cuando el premio Nobel de Literatura Albert Camus –argelino-francés– decía que lo que había aprendido de moral en sus años mozos había sido gracias a que había jugado futbol amateur, nada tendría que ver con el balompié actual. Es amoral dentro y fuera de las canchas y sólo lo mueve un signo: $.
Desde los dos años de edad Neymar sólo quería jugar futbol, en su pueblo natal, Mogi das Cruzes, Estado de Sao Paulo, que registraba índices de pobreza de 40 por ciento, según cifras oficiales. Incluso dejaba de comer. El balón era su principal alimento.
Seguramente nunca leyó a Camus.
Su infancia, reconoce, “fue un poco difícil”. Y aunque no tenían mucho dinero, “nunca me quedé con hambre”.
“Mi papá siempre se encargó de eso. No tenía lo que mis amigos, sí, pues ellos tenían más dinero, pero no creo haber sido infeliz”, dice Neymar en su biografia autorizada.
Por su historia, el futbolista brasileño es ejemplo del anti fair play, atípico de un súper astro, dentro y fuera de la cancha. Por ejemplo, con la bendición de Dios –ufano cristiano, “100 % JESUS”— habla de su fe diciendo: “La vida solo tiene sentido cuando nuestro máximo ideal es servir a Cristo!”
Antes de cada partido, también publica una foto en su cuenta Instagram diciendo: «Que Dios nos bendiga y nos proteja». En 2010, con otros jugadores del Santos, se hizo evangélico.
Como escribe Juan Carlos Onetti: quien trata de convencer a los demás de su fe es que duda de ella.
Recién salido del cascarón de la adolescencia –19 años– se convirtió en padre de familia. Davi Lucca, se llama su hijo. Reflejo de la irresponsable educación paterna. Impensable que un joven, en pleno siglo XXI, carezca de la cultura del condón. Profese alguna fe o no.
Casi a la mitad de su carrera deportiva, lleva seis expulsiones: cuatro con Santos, una con Brasil y otro con Barcelona. Suele teñir su pelo de rubio.
Insulta a sus rivales –“hijo de puta”, se lee en sus labios durante la transmisión televisiva de los partidos. Ya agredió a un árbitro y fue demandado.
El 6 de octubre de 2010, el diario deportivo brasileño LANCE publicó un informe que afirmó que en la noche, Neymar y otros jugadores del Santos estuvieron con prostitutas después de un partido contra Gremio en Porto Alegre. El incidente fue grabado por cámaras de seguridad del hotel donde se alojaba el equipo. Pelé, también criticó la actitud del ex astro del Barcelona.
Practica, también, el socorrido deporte de evasión de impuestos a través de empresas y derechos. Que, con lo que recibirá por su transferencia el PSG, ninguna demanda o problema fiscal le provocará insomnio.
La ambición desmedida del padre, su representante –en quien siempre se escuda– y de él mismo, provocó problemas con el fisco en Brasil y España. Son públicas las querellas.
Al fin, luego de un largo proceso, en días pasados, tras su paso al PSG, el futbolista brasileño aceptó pagar una multa de dos millones 100 mil euros –poco más de 44 millones de pesos– para poner fin a sus problemas tributarios con el fisco de su país, según comunicaron sus abogados (http://www.marca.com/futbol/futbol-internacional/2017/08/12/598f02e5268e3eea568b462b.html).
El abogado Marcos Neder informó, en Sao Paulo, que el jugador pagará pese a no estar de acuerdo en «haber hecho algo erróneo». El proceso duró más de tres años y “la intención es acabar con eso, avanzar a una nueva fase y quitar eso. Pese a no estar de acuerdo», aclaró el abogado de la empresa NN Consultoria, que representa los negocios de Neymar y su familia.
La Hacienda brasileña reclama a Neymar desde hace tiempo un millonario pago de impuestos, cifrado el año pasado en unos 16,8 millones de euros sólo por un periodo de 2011 hasta 2013, el año en el que el delantero se marchó a España.
La Justicia española también investiga a la familia de Neymar y al Barcelona por sospechas de que ambas partes ocultaron al fisco el verdadero costo del traspaso del delantero en 2013.
Para colmo, el 22 de agosto, la prensa española destacó la demanda del Barcelona contra el futbolista brasileño. El cuadro blaugrana envió a la Federación española la denuncia interpuesta contra Neymar por incumplimiento de contrato. El club catalán le reclama al jugador la cantidad liquidada en concepto de prima de renovación (no desvelada por el club), más 8,5 millones de euros en concepto de daños y perjuicios, más un 10% en el rubro de mora.
El club reclama que, en el caso de que el jugador no se pueda hacer cargo de la multa, sea el PSG quien haga frente al pago como responsable subsidiario.
Como escribió Martín Río, en Panenka:
“El fichaje de Neymar por el PSG nos abre la puerta a un nuevo futbol que se acomoda a un mundo que también está mutando”.
Y preguntó:
–¿Quieren entrar?