Ningún rey es perfecto
Balón Cuadrado
+ El ex crack brasileño en el dintel de sus 80 años
+Pelé, ídolo-dios del balón, está en todas partes y en ninguna
+Doble moral del Edson Arantes do Nascimento
+”Traidor del siglo”, le lanzaron sus compatriotas previo al mundial de 2014
+Filósofo del dólar, tras su paso por Cosmos de Nueva York
+Anunció MasterCard, Coca-Cola y la milagrosa viagra
+Apasionado de asaltar alcobas ajenas
Jesús Yáñez
A lo largo de la historia todos los reyes han tenido un luminoso lado oscuro. Suele ser secreto a voces entre paredes palaciegas. Perverso, inconfesable lo que subyace en su poder omnímodo. Doble moral, una de sus principales características. Sucedió en la antigüedad y ocurre en el presente. Donde el sexo desmedido acaba convirtiéndose en su talón de Aquiles.
En agosto pasado cuando el rey emérito Juan Carlos I, perseguido por un escándalo de corrupción, anunció que abandonaba España para ayudar a su hijo Felipe VI a preservar la imagen de la monarquía.
Algo similar ocurre con Pelé, en el ocaso de su reinado. Aunque él no piensa dimitir a su corona. Ídolo de masas durante 65 años, desde que debutó cuando era imberbe adolescente.
Mítico ídolo, que equivale a Dios: está en todas partes y en ninguna.
Y, paradoja: lo que creó en las canchas, con los pies, lo destruyó, fuera de ellas, con la cabeza, suerte de demonio del balón. Navega, sobre una sólida embarcación, en un mar de contradicciones, donde no parece encontrar puerto seguro: paz interna en el ocaso de su vida.
El viernes pasado cruzó el umbral como octogenario al cumplir ocho décadas de vida. Uno de los máximos exponentes del futbol mundial –con Maradona, Johan Cruyff, Franz Beckenbauer, Lionel Messi, Cristiano Ronaldo…–; el que hizo que, en buena medida, se entendiera como lo que es hoy.
Es impensable mirar en la actualidad aquél futbol semi-lento, cadencioso –casi a ritmo de samba–, que rayaba en poesía. Arte con el balón a los pies, que caracterizó los años 50s, 60s y que tuvo su máxima expresión artística en México 1970.
A lo largo de los últimos 40 años, una metamorfosis de velocidad, fuerza, donde hay poco espacio para el pensamiento creativo. El gol es eficacia colectiva. Pocas veces inspiración individual. Como hacía Pelé.
Salvo excepciones.
Mozart o Beethoven
César Luis Menotti, campeón del mundo con Argentina en 1978,Interrogado por este reportero en 2004 en ciudad de Puebla, como asesor de los nacientes Lobos BUAP, ahora desaparecidos, sobre quién era mejor Pelé o Maradona, respondió que no cabían las comparaciones.
Argumentó, salomónico:
“Es como decir quién fue mejor: Mozart o Beethoven.”
(Foto histórica, César Luis Menotti, Johan Cruyff y Edson Arantes)
Menotti sabía lo que decía. Jugó, a mediados de los años 60s, con Pelé y, años después, dirigió a Maradona.
A diferencia del Pelusa, su eterno gran rival, que simpatiza con la impostada izquierda latinoamericana –Fidel Castro, Hugo Chávez (Nicolás Maduro, después), Evo Morales, incluso Andrés Manuel López Obrador–, O Rei redirigió su vida tras el futbol de manera muy diestra, aunque no exenta de polémica.
Lo hizo seducido por el verde irremediable del brillante dólar que enceguece:
De actor (Evasión o victoria, John Huston, 1981) a ministro de Deportes brasileño (1994-98), pasando por Caballero de Honor del Imperio británico, Embajador de Educación, Ciencia, Cultura y Buenos Deseos de la Unesco y Embajador del Deporte en el Foro Económico Mundial de Davos (2006).
Una de sus últimas y muy celebradas incursiones en publicidad (ha anunciado de todo, de MasterCard a Coca-Cola) fue la promoción de la viagra.
Pese a que O Rei ha tratado siempre de mantenerse alejado de la controversia, su biografía presenta clarosocuros, como la de cualquier mortal, cuando deja de jugar a ser dios.
Primero, la ya referida rivalidad con Maradona. En 2008 llegó a solicitar que le retirasen todos sus títulos por dopaje, ensalzando a la vez a Alfredo Di Stéfano como el mejor de todos los tiempos.
Pelé fue, es y será, un genio de las relaciones públicas. Ha pasado su vida como el ser humano perfecto, siempre sonriendo, amable, bromista –dice que le “faltó ir a la luna”.
Incluso se autodefine, con ironía, “no muy inteligente, pero lúcido”.
“Estoy bien, solo que no me va a dar para jugar”, chacoteó durante los festejos familiares de su cumpleaños, debido a que tras varias operaciones –entre ellas de próstata—suele usar silla de ruedas y andadera metálica.
Para recordar las hazañas del hombre nacido en Minas Gerais el 23 de octubre de 1940, entre ellas, el récord goleador de mil 281 tantos en mil 363 partidos, cifra, por cierto, cuestionada porque incluye encuentros no profesionales. Ganó tres copas mundiales: Suecia 1958, Chile 1962 y México 1970.
Pero detrás de esa vida deportiva exitosa, hay una vida llena de conflictos que siempre ha sido eclipsado por el oropel del balón. Y pesa como lápida en un sector del imaginario colectivo.
¿Cómo señalar a O Rei de actitudes, acciones y hechos conflictivos?
Parece prohibido, casi pecado venial, tocar a su Majestad con el pétalo de una palabra que signifique un barniz de crítica.
El astro brasileño, intocable en los 70, 80 y 90, fue vapuleado hace seis años en pancartas. Semanas previas al Mundial de Brasil 2014, celebrado en Río, las protestas ciudadanas –motivadas por una galopante brecha económica y social abierta atenazaba al país–, tomaban la calle casi a diario.
Él pidió que cesasen las protestas para no empañar la imagen del país y así, tuvo que leer escrito con rotulador sobre un cartón con tres palabras que simbolizaban losa marmórea en su espalda:
“Traidor del siglo”.
Claro que cuando Brasil atravesó una dictadura de once años, de 1964 a 1985, dejó ir la boutade —broma– de que su pueblo no sabía votar.
Quizá por eso, Romario ha dicho de él con sublime sorna:
“Pelé callado es un poeta”.
Calenturas baratas
Alcobas ajenas fueron su talón de Aquiles.
(Xuxa se queja de las infidelidades del Rey)
Su lado oscuro más complicado es el familiar. Pelé tiene cinco hijos habidos en dos matrimonios y varios que tardó en reconocer. Sandra Regina Machado, que nació de una relación fugaz con una empleada doméstica.
La Corte Suprema de Brasil obligó en 1996 al astro a reconocerla, tras un largo pleito; hasta tuvo tiempo de escribir el libro La hija que el Rey no quiso. Los defensores del astro sostenían que el entorno de Machado pretendía extorsionarlo.
Machado falleció en 2006 a consecuencia del cáncer y ahora son sus dos hijos, nietos del exfutbolista, quienes le reclamaron en 2013 sendas pensiones suficientes para cubrir el pago de un plan de salud y su educación.
La justicia falló en su favor otorgándoles dos mil dólares mensuales a cargo de O Rei.
En 1999 él mismo decidió reconocer a una segunda hija, Flavia Kurz, que tuvo con una periodista.
Hay quienes piensan que muy contento no debe estar su hijo, Edinho, arrestado en 2005 acusado de tráfico de drogas: el chico joven estuvo en la cárcel 11 meses.
Pelé sólo lo visitó dos ocasiones, informaba el diario chileno La Tercera. Insensible al infierno que significa la prisión para cualquier ser humano.
Maria da Graça Meneghel, Xuxa, fue una de sus tres esposas. La animadora de programas infantiles –que previamente ejercía de actriz porno–, al divorciarse, confesó que Pelé era un adicto al engaño, porque sus escándalos se han basado en relaciones extramaritales e hijos no reconocidos.
Brillantez del dólar
(O Rei con Henrry Kissinger, secretario de Estado de EU, quien lo llevó al Cosmos, feroz anticomunista, Premio Nobel de la Paz 1973)
Nunca salió de Santos. Salvo cuando, lo hizo para ir a ganar dinero a carretadas con Cosmos de Nueva York a mediados de la década de los 70s.
La contratación del astro brasileño, en 1975 contó incluso con la colaboración del entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, quien instó al jugador a aceptar como una muestra de las buenas relaciones diplomáticas entre Brasil y Estados Unidos.
Con la contratación del entonces considerado «mejor jugador del mundo», el número de espectadores en las gradas se incrementó, hasta conseguir un récord de asistencia media de 48 mil personas y máximos de 78 mil, en 1978, en el Estadio de Los Gigantes.
Y se entendía ese fenómeno de masas porque además de él jugaban otros monstruos del balón: Beckenbauer, Johan Neeskens, Carlos Alberto, Julio César Romero, Roberto Cabañas y Giorgio Chinaglia, entre otros.
Kissinger, judío-alemán, rabioso anticomunista, vio en el balón una forma de sofocar le ideas marxistas que incendiaban el Continente América, particularmente en el Cono Sur. Fue el artífice de la Operación Cóndor –eufemismo para combatir, con las armas que escupen muerte y sangre, cualquier tufillo socialista– para apoyar a las dictaduras militares en Sudamérica: Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay, Brasil…
Con su irredenta sonrisa demoníaca, asistió incluso al mundial de 1978 en Argentina, donde el equipo anfitrión conquistó el título, en el marco de una tiranía castrense que, de 1976 a 1982 dejó una estela de 30 mil muertos desaparecidos. Kissinger, incluso, recibió el Premio Nobel de la Paz.
También, Pelé, fue elogiado desde el poder con motivo de sus 80 años.
“Además de escalar a la punta de un deporte global, usted ha sido una inspiración para generaciones de jóvenes”, aseveró el ex presidente estadunidense Barack Obama.
Pelé ha tenido también algún problema de índole económica: su empresa Pelé Sports Marketing PS&M recibió 700 mil dólares de un banco argentino con objeto de financiar un partido a beneficio de UNICEF, cantidad que debía devolver y que no hizo.
Según el diario Folha de Sao Paulo. O Rei acusó a su socio, Helio Vianna, y lo llevó ante la Justicia.
Ningún Rey es perfecto.