No dejo herencia maldita en la CDMX: Amieva
Ciudad de México, 26 de Noviembre (MENSAJE POLÍTICO/CÍRCULO DIGITAL).-El próximo 5 de diciembre, José Ramón Amieva Gálvez pone fin a 23 años de carrera en el servicio público de la Ciudad de México en la que, dice, “empezó de peón”, cobrando 750 pesos quincenales, y concluye como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, con un ingreso oficial de 75 mil pesos al mes.
En el balance que realiza a EL UNIVERSAL se dice tranquilo de lo realizado a lo largo de los ocho meses en el cargo y confiado de que no le aparecerá alguna irregularidad en su gestión, y que no le dejará “ninguna herencia maldita” a Claudia Sheinbaum a través de alguna obra comprometida o concesión. No obstante, dice, “siempre voy a dar la cara por lo hecho y no hecho” en la administración.
Sentado en uno de los sillones de la biblioteca contigua a su oficina —que construyó su antecesor, Miguel Ángel Mancera—, Amieva Gálvez asegura que deja una Ciudad “funcional” en materia de seguridad pública, pues afirma que, en términos estadísticos, la metrópoli se encuentra a media tabla a nivel nacional.
Afirma que tuvo que enfrentarse a una percepción social diferente, principalmente por el nuevo sistema de justicia penal que permite la liberación de las personas.
“Nosotros tomamos la decisión de que si una persona era liberada y volvía a delinquir, la detendríamos y la presentaríamos al juez las veces que fuera necesario hasta quedara sujeta a proceso”, comenta.
Cuando habla de su paso por la administración pública, el jefe de Gobierno gesticula, es más expresivo y abre los ojos al recordar cada una de sus facetas, como cuando entró de abogado en la gestión del entonces regente Óscar Espinosa Villareal, su incorporación al equipo del primer gobierno electo de Cuauhtémoc Cárdenas y formar parte de grupo de Alejandro Encinas en las secretarías del Medio Ambiente, Gobierno y hasta como mandatario local sustituto.
¿Cómo se siente de haber empezado como ‘peón’ y terminar como jefe de Gobierno?
—Es la conclusión de un ciclo en el que he ocupado muchos de los cargos a nivel de estructura, desde jefe de departamento a jefe de unidad, subprocurador, director general, coordinador general, en fin, he ocupado muchos niveles y hecho muchas de las actividades desde abajo.
Creo que las condiciones para que yo fuera jefe de Gobierno fueron éstas, no lo veo de alguna otra.
¿Le hubiese gustado ser candidato y ganar una elección?
—Primero, esta forma me permitió continuar con el esquema de compromiso interno de que siempre iba a mantener una distancia entre lo administrativo y lo político, hasta ahora creo que todas las acciones que he realizado se encuentran dentro del ámbito de la administración de gobierno y no en la parte de política.
Segundo, que durante este tiempo poco veneno probé y no me mató, entonces esa fue la situación. Es un tema muy absorbente.
Dicen que el poder es más adictivo que una droga, ¿es verdad?
—No hay que tomárselo personal. Por aquí han pasado muchas personas, muchos administradores, nosotros somos instrumentos transitorios de un gobierno.
Entonces, si crees que eres la opción eterna, el infalible, el conocedor absoluto, pues nunca va a funcionar. Hay que tomarlo como si —el gobierno fuera— unas instalaciones públicas para hacer ejercicio.
¿Cómo deja la Ciudad?
—Cuando iniciamos dije que nos íbamos a ocupar de los temas cotidianos de las personas, nos centramos en dos intenciones: uno, dar la cara por parte de la administración…
¿Y lo hizo?
—Sí, muchas veces y creo que lo voy a seguir haciendo porque esto no concluye hasta el último día; hay que salir a dar la cara y que la gente sienta que uno responde por ellos.
¿De lo hecho y no hecho?
Sí, porque estás aquí y recibes lo hecho y no hecho. Dar la cara, hacer un cierre y continuar con el compromiso que hice con los compañeros de ocuparnos de las situaciones cotidianas para entregar una Ciudad funcional, que continúe con el funcionamiento tan complejo, pero tan necesario.
¿Cómo queda la seguridad en la Ciudad?, porque hubo de todo.
—Sí, hubo de todo. En el tema de la inseguridad hubo tres momentos que recalcaría. Primero, reconocer la presencia de grupos que se dedican al narcomenudeo y tienen conexión con grupos del narcotráfico. Porque lo primero que me preguntaron fue: “¿Usted reconoce que hay grupos?”… pues claro que hay grupos que se organizan, que tienen armas, que venden drogas, que buscan dinero y claro que los tenemos que combatir.
El segundo momento fue atender los delitos que afectan al patrimonio; y el tercero es el que se continuó con la labor de prevención, con el esquema de patrullaje, de inteligencia.
El mandatario capitalino hace un pausa y reconoce que el Nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio les representó un problema para reducir los índices de inseguridad porque, asegura, “se convirtió en una puerta giratoria” y ante ello tomaron la decisión de presentar al mayor número de personas posibles.
“Con el ingeniero [Raymundo] Collins el número de detenciones y presentaciones se ha incrementado de manera exponencial, entonces, si alguien delinque lo presentamos, si vuelve a salir y delinque, lo volvemos a presentar, hasta que le dicte la prisión preventiva”, precisa.
José Ramón Amieva se acomoda nuevamente en el sillón cuando habla del combate a la delincuencia organizada, principalmente de los grupos de La Unión de Tepito y La Anti-Unión de Tepito, que en su lucha por el control del tráfico de drogas dejaron decenas de muertes y hasta descuartizados en avenida Insurgentes.
“Lo que se generó fue cortar las cabezas operativas y financieras. Cuando existe un negocio ilícito que produce una ganancia, lo que buscan estas fuerzas delincuenciales se reorganizarse y seguir operando.
“Nosotros lo que queremos es mermar la capacidad operativa con detenciones, cerrando tiendas de distribución pero, sobre todo, afectar su capacidad financiera”, destaca.
¿Es una Ciudad segura?
—Es una Ciudad funcional.
Al pasar al tema político, José Ramón Amieva manifiesta que siempre estuvo al margen de los partidos, respetuoso de sus reglas. Que su función fue la de atender a la ciudadanía a través de programas sociales; sin embargo, reconoce que los resultados de la pasada elección fueron producto de la calificación a la gestión que realizó la ciudadanía al actual gobierno.
“Yo siempre creo que cuando un gobierno entra es por la legitimación del voto y por la calificación que la da ciudadanía a quienes están”.
¿Le preocupa que puedan encontrar alguna irregularidad?
—Durante 23 años, hasta ahora, no he sido merecedor de ninguna responsabilidad administrativa y mucho menos penal. Lo he hecho primero con el cumplimiento de la norma y, segundo, con el manejo de principios.
Cuando uno se piensa dedicar al gobierno como una forma de vida, tratas de no hacer tonterías y te alejas completamente de las situaciones irregulares.
¿Le faltó tiempo para dejar el sello ‘Amieva’ en la administración?
—A mí lo que único que me gustaría es poder reinsertarme a mi vida, yo no quiero que la gente me salude ni que me pido autógrafos, lo que quiero es tener esa pertenencia social y eso para mi es tener el mejor sello, continuar con esa pertenencia social a mi Ciudad, a la gente que está aquí, continuar con mis alumnos, salir con mi hijo, eso es lo que yo busco.
¿Va a estar en la toma de protesta de Claudia Sheinbaum como jefa de Gobierno?
—Recibimos la invitación; yo le deseo todo el éxito. Ella ha tenido un comportamiento muy digno y congruente, ella dijo: “Yo sé en que momento voy a gobernar y hasta aquí vamos a respetar las decisiones”.
En este momento yo no tomo decisiones que generen alguna afectación o que no sean acordadas con ella porque estamos a menos de 15 días (de su toma de protesta).
¿Eso es bueno o es malo?
Yo digo que es muy necesario. Yo por ejemplo, cuando veo los compromisos de gastos o alguna obligación que implican más allá de donde yo estoy, claro que tengo que consultarlo y retroalimentarlo con ella y con su equipo, porque no quiero dejar ninguna herencia maldita, ni dejar ningún compromiso oscuro, no quiero dejar eso.
Ella ha sido respetuosa de las decisiones y creo que la mejor forma de corresponder es desearle lo mejor.
¿Se queda satisfecho?
—No quiero decir que me quedo satisfecho hasta no decir que ya concluí. El día de hoy me siento tranquilo, conforme y feliz por la oportunidad que he tenido.
¿Le gustaría repetir?
—No como jefe de Gobierno, (este puesto) ya lo conocimos.
¿Lo veremos en el próximo gobierno federal?
—Hasta ahorita no he tenido ningún tipo de convocatoria. Tengo muchísimos amigos ahí y me da una inmensa alegría que el trabajo de esos amigos y amigas está siendo reconocido, pero hasta ahí.